Como en todo, comenzar no es fácil, mucho menos cuando la mente parece estar inquieta todo el tiempo, incapaz de ponerse en blanco.
“La meditación se apoya en la concentración para superar las falsas ideas y confusiones que crea la mente, ideas que nos impiden una toma de conciencia limpia y un estado de serenidad.
Pero hay que entender que concentración y meditación no son lo mismo, la primera tiene que ver con una facultad mental aplicable a diferentes actividades de la vida cotidiana, en cambio la meditación enfoca sus objetivos a la toma de conciencia y a la conexión con el mundo espiritual”, explica Alejandro Carvajal Quiceno, director de Casa del Alma y de la revista Alma.
Si bien la meditación es recomendable en todas las personas, especialmente aquellas que quieran mejorar su rendimiento laboral o académico, quienes manejen elevados niveles de estrés, o aquellos que sienten que su vida no va como quisieran son candidatos perfectos para esta práctica.
“La meditación no es un cambio en si mismo. Simplemente pone en mejor estado interior para tener un pensamiento más elevado. Es un facilitador de bienestar que ayuda a mantener la salud, la inteligencia y la capacidad de trabajar; transforma en el cerebro las áreas relacionadas con las emociones, y transforma relaciones”, señala Olga Betancourt, psicóloga directora de La Casa Tu-yo.
El estilo de vida acelerado, el estrés y los afanes diarios generan, por llamarlo de alguna forma, una contaminación mental: estados de confusión, pensamientos constantes y negativos, mal humor, cansa ncio y falta de atención, es ahí donde la meditación tiene un efecto depurador, se convierte en el medio y no en la solución para modificar esos estados.
“Es allí donde la meditación en todas sus vertientes ofrece salidas para generar una toma de consciencia optima, centrándonos en la capacidad de darnos cuenta de cada segundo en el aquí y el ahora”, advierte Alejandro.
¿La mente en blanco?
No siempre ese el objetivo de la meditación, pues existen diferentes métodos y no todos tienen que ver con la premisa de poner la mente en blanco.
“Es la posibilidad de dar a cuerpo y mente la oportunidad de quedarse en quietud, en silencio, con los ojos cerrados. La técnica más simple para hacerlo es observar la respiración. En ese proceso muchos pensamientos vienen, la técnica es permitir que los pensamientos pasen y los observes, sin pelear. Con mucho tiempo de práctica, llega un momento en el que la mente está más limpia, hay menos congestión de pensamientos y se vuelve más serena”, explica Olga.
Entre los diferentes métodos de meditación, algunos buscan acceder a la atención de cada pensamiento intrusivo y espontáneo que bombardea constantemente a la mente. Otros están basados en el sonido con la audición de toques de cuencos o mantras cantados. También existen meditaciones desde la respiración, el movimiento corporal, la pintura de mandalas, la conciencia de dar gracias, entre otras.
En definitiva, esta práctica es una búsqueda personal de coherencia, no tiene que ver específicamente con una religión y es un eslabón, entre tantos, para vivir una vida tranquila. Puede meditar un católico, un budista o un ateo.
“Cuando actúes desde el amor y tu discurso sea correcto, cuando respetes tu cuerpo y el de los demás, respetes la naturaleza y las creencias del otro. Cuando honres a tus padres y maestros, dediques tiempo a tus hijos, consigas tu sustento honradamente y aprendas a perdonar y no juzgar, sabrás que vas por buen camino y esta es una forma como tantas de meditar y reconocer equilibrio”, concluye Alejandro.
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