Pese a que este año ya cursan cuatro investigaciones en la Fiscalía por acoso dentro de aulas de clases de la ciudad, la Personería de Cali e investigadores del tema sostienen que a muchos colegios aún no les interesa que se den a conocer los reportes de bullying porque afectan su imagen.
Prueba de ello, según la Personería, es que cerca del 80 % de los casos reportados lo hacen padres de familias acorralados por el problema.
Además, 9 de cada 10 menores que son víctimas de bullying en Cali, terminan cambiándose de instituciones, mientras los agresores siguen en las aulas sin reparar a sus víctimas.
Esa es una de las conclusiones que se pueden extraer dos años después de que fuera reglamentada la Ley 1620 sobre convivencia escolar.
Por su parte, los profesores y la Secretaría de Educación de Cali sostienen que el panorama es distinto: “dentro de las instituciones educativas ya operan comités de convivencia escolar y cada mes se reúne el Comité Municipal de Convivencia Escolar, Comse, donde participan todos los actores y se aplica la ruta de atención a los casos.
Por lo menos hay más conciencia”, cuenta el secretario de Educación de Cali, Édgar Polanco.
La Personería afirma que ha recibido quejas de menores que denuncian acoso escolar, tras las cuales los colegios no intentan retenerlos; por el contrario, buscan transferirlos a otras instituciones.
“En la gran mayoría de casos de bullying la permanencia de las víctimas en la institución se ve afectada. Eso termina generando una descolarización. También hay que decir que muchos de estos muchachos prefieren cambiar de institución. Lo ideal es que se dé una reparación por parte del agresor”, dice Edward Hernández, personero de menores y familia.
Agrega que los casos que se conocen son denuncias de padres que ya no soportan la situación. “Los colegios no denuncian los casos, además, no existe un registro. Las mismas instituciones se niegan a hacer seguimientos”, dice Hernández.
De los 27 hechos de acoso escolar interpuestos este año ante la Personería, 23 fueron realizados directamente por padres de familia.
Édgar Polanco, secretario de Educación, sostuvo que el gran avance de la Ley 1620 es que el acoso escolar dejó de percibirse como problema de muchachos. “Todas las quejas presentadas han sido atendidas, pero considero que sigue existiendo un subregistro. Lo importante es que hay una ruta de atención, por eso hoy las instituciones tienen claridad sobre qué se debe hacer”.
Para los colegios que no den a conocer los casos de bullying, la ley establece sanciones que pueden ir desde la amonestación pública y privada de los establecimientos hasta la cancelación de la licencia de funcionamiento. Los docentes que ejercen como servidores públicos pueden estar sujetos a sanciones disciplinarias.
“Hoy, por casos de violencia, intimidación o acoso no hay instituciones sancionadas”, dijo Polanco.
Luz Elena López, coordinadora del Comse, aclaró que no todos los casos de bullying se deben denunciar. “Se denuncian los casos tipo tres, que son aquellos que tienen que manejar autoridades como la Policía de Menores y la Fiscalía, es decir, cuando se presuma daño físico o psicológico”.
La funcionaria recuerda que es deber de las instituciones notificar a los padres de familia cuando se presentan hechos de acoso escolar contra sus hijos, así sean leves.
Martha Cecilia Álvarez y María Teresa Paredes, investigadoras del fenómeno en Cali, explicaron que en el 2008 efectuaron 2542 encuestas a estudiantes entre sexto y octavo grados y en ellas se detectó la presencia de bullying en el 24.3 %. La medición de este año evidenció que la cifra subió al 37 %. Asimismo, los datos, que son respaldados por la Universidad Javeriana, revelan que el 67 % de los casos ocurren en el salón de clases. Las formas más empleadas son la ridiculización y los apodos.
“Sigue siendo una dificultad que los profesores acepten que el bullying se presenta frente a ellos. Actualmente estamos haciendo unos talleres y los docentes de colegios públicos parecen que no tienen claridad sobre que debe existir un programa para el bullying, por eso la detección del acoso por parte de ellos es baja”, dice María Teresa Paredes.
Sostiene que los mismos docentes le han dicho que los casos de acoso se pueden volver en contra de ellos. “Tienen temor que la institución y ellos sean señalados, por eso los programas contra el bullying existen en el papel, pero no están activos”.
CÓMO DETECTAR SI SU HIJO ES VÍCTIMA
No quiere salir, ni relacionarse con sus compañeros. No acude a excursiones o visitas académicas organizadas por el colegio.
El menor quiere ir acompañado a la entrada y salida del colegio o se niega a ir a estudiar.
Presenta cambios de humor, el niño llora constantemente . Asimismo, le dan pesadillas, cambios en el sueño y del apetito.
Otra posible señal de que su hijo es víctima de bullying es que se le pierden o deterioran sus pertenencias escolares o personales.
Esté atento si el niño presenta golpes, rasguños o tiene constantemente caídas.
Consejos de emergencia
Dígale a su hijo que ignore al agresor, como si no existiera, que no entable conexión visual con él.
Enséñele al menor a responder con firmeza y tranquilidad, por ejemplo: ”No me gusta que me digas así, ¡basta ya!”.
Si siente que se encuentra en peligro lo mejor es que el niño se retire del lugar y acuda con un adulto.
Cómo pueden detectar el acoso los profesores.
Esté atento a los nombres que más se repiten en los baños y paredes.
Siempre hay que estar pendientes de los alumnos que sean diferentes por su forma de ser o aspecto físico.
El acoso se presenta, sobre todo, cuando no hay profesores. Por eso hay que estar atento en el recreo y los pasillos.
ENSEÑE A SU HIJO A NO PROMOVER EL BULLYNG
Converse con su hijo y enséñele que no está bien que haga parte de acosos grupales.
Si su hijo conoce de un caso de bullying dígale que hable con la víctima para que denuncie el caso.
Si el acosado no quiere hablar con nadie, ofrézcale acompañarlo para que se sienta animado a denunciar.
* Recomendaciones elaboradas con información de Red Papaz.
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