El psicólogo y máster en sexología clínica y terapia de pareja, el argentino Ezequiel López Peralta, autor del libro ‘Erotismo infinito’, que está promocionando en Ecuador revela algunos de los aspectos que desarrollará en ‘El Arte de los seductores’, libro que está aún por imprimir.
Confiesa de esta temática era una asignatura pendiente porque de adolescente no le iba bien con las mujeres, ya que se sentía tímido e inseguro, estudiar psicología y permanecer rodeado por sus compañeras de la facultad, lo hizo vivir una suerte de entrenamiento y al cabo de unos meses “empecé a desarrollar habilidades que tenía ocultas y el tema de la seducción me interesó mucho más porque me empezó a ir bien”.
En 2004, como terapeuta notó cómo muchos pacientes, sobre todo varones, querían mejorar su capacidad de conquista y creó un grupo de autoayuda en el tema. Le empezó a ir tan bien que pronto dictó cursos en toda América Latina e incluso España, por eso se dedicó más a estudiar el tema profesionalmente:
Seducir se aprende
La seducción es un proceso que usualmente se da entre dos personas donde se busca generar la atracción del otro, transformarla en deseo y propiciar un acercamiento. Ser un seductor no significa ser un modelo estereotipado establecido por la sociedad (cuan galán de cine o modelo de televisión). Implica aprovechar las cualidades que tenemos, explotarlas, potencializarlas al máximo y a partir de ahí, ser una excelente versión de nosotros mismos, con la cual nos sintamos cómodos, confiados, seguros.
Hay mitos que se deben eliminar como: pensar que para seducir tenemos que ser lindos, pues aunque la belleza ayuda, existen personas muy seductoras que no son bonitas.
Sí se puede ser seductor; sólo debe descubrir sus habilidades; la seducción es un arte y se puede aprender.
Para seducir hay que ser joven. Hay gente madura que seduce no por su físico, su belleza o su imagen, sino con carisma, inteligencia, creatividad.
Use lo que tiene
Hay cosas de personalidad son muy atractivas para seducir. Entre ellas: sentido del humor, y llama mucho la atención quien se ríe de sí mismo, además de dar sensación de tener una autoestima muy alta; la seguridad, que se logra gustando de sí mismo. Peralta dice: “una persona puede ser muy bonita, pero si no se siente así, piensa que el otro le está mintiendo. Lo fundamental para atraer es sentirse persona atractiva; si tiene un buen tono de voz, aprovéchelo para seducir; si tiene buena imagen, aprovéchela para llamar la atención”.
Capacidad de liderazgo y habilidades sociales como hacer sentir al otro bien, escuchado e importante, son otras de las características.
Estilos para seducir
Intectual: propio de quien seduce con la inteligencia. Sabe mucho, tiener capacidad de análisis y reflexión, desarrolla una imagen de uso anteojos, barba (en el caso de los hombres), buen bolígrafo y cierto tipo de ropa. En fin, despierta admiración por el conocimiento.
Carismático: seduce por su forma de ser, entra a un lugar y llama la atención, todo el mundo quiere acercársele, conversar con él o ella. Usa sus habilidades sociales para escuchar, pedir y decir que no; es bueno para resolver conflictos y comunicarse efectivamente.
Erótico: seduce con su imagen, cuerpo, estatura, contextura física, forma de caminar, mirar, hablar, bailar.
Recursos de conquista
Los recursos de conquista tienen que ver con el estilo de seducción de cada quien. El intelectual tratará de deslumbrar con sus conocimientos, viajes o libros que leyó. Es decir, la seducción es un juego en el que se intercambian señales y le muestro al otro tengo lo que él quiere; “cual pavos reales, mostramos nuestras mejores plumas”.
Para romper el hielo podemos valernos de piropos, cosas graciosas o ciertas situaciones. Recuerde que un piropo tiene que ser ajustado a la persona y en el momento apropiado. No le va a decir a una mujer que tiene una desviación en la mirada, ‘qué lindos ojos tienes’. Recuerde que ayudan frases como “me encanta el color de tus ojos, me gusta tu elegancia al caminar, qué perfume tan rico tienes”.
Según López, hay que aprovechar, además, algunas situaciones, como lo hizo él, una vez, al llegar al aeropuerto de Buenos Aires, cuando le llamó la atención la mujer que estaba a su lado. Como iba tan cargado de maletas y más cosas, hizo caer su chaqueta y ella se la levantó y se la entregó. Luego del intercambio de miradas, le preguntó dónde había un teléfono, “porque le dije a mi mamá que si alguna vez me enamoraba la iba a llamar inmediatamente, ella se río y allí nació una relación muy bonita”.
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