Salud


Trasplante de rostro, procedimiento que salva vidas

No se trata de quien llega a tener una quemadura en la cara, aún cuando fuera muy grave; se trata de personas que pierden totalmente su rostro, así como perder un brazo o una pierna.

Le puede suceder a quienes van a la guerra por impactos de ondas explosivas de granadas, o a personas del común trabajando, por ejemplo, con electricidad.
Las consecuencias del hecho son extremadamente graves y por eso, el procedimiento de trasplante de rostro no sólo le devuelve a un paciente las funciones de su cara, sino que lo regresa a la vida.

Así lo explica María Siemionow a El Universal, una de las cirujanas reconstructivas que realizó el primer trasplante de cara en Estados Unidos y que estuvo en días pasados en Cartagena como invitada en la versión 35 del Congreso de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva.

“Una persona que logra en una sola operación recuperar todas las funciones que había perdido como poder respirar o hablar, logra además ponerse en contacto otra vez con su familia y con la humanidad; esto porque la mayoría han vivido aislados debido a que se sentían como mostruos  sin tener su cara y esa cirugía, al devolverles sus funciones también los regresa a la vida y a su entorno porque le permite hablar de calidad de vida en toda su plenitud”, expresa la especialista.

Siemionow, aunque es cirujana de plástica de mano, fue generando su idea de trasplante de rostro mientras acompañaba las misiones de paz a países que estaban en guerra y en sus viajes debía enfrentarse con situaciones de niños y adultos que pedían ayuda, más que por la pérdida de sus miembros, por la de su rostro, pues allí tenían grandes deformidades.

 

Riesgos, nada sencillo

Sin embargo, no se trata de un procedimiento sencillo como quitarse una máscara y prestársela a otra persona.

Por esta razón, se requiere necesariamente de un equipo y no sólo de un cirujano, conformado por microcirujanos, psicólogos, psiquiátras, grupos éticos e instituciones bien organizadas con alto estándar de calidad.

“Al paciente hay que explicarle uno a uno los beneficios y riesgos que tiene un trasplante facial. El riesgo mayor de esas personas es que deben tomar inmunosupresores, que son medicamentos que les eliminan todas las defensas, entonces pueden llegar a adquirir enfermedades mayores como el cáncer, porque el tratamiento es de por vida”, explica María Siemionow.

Y para lograr un trabajo coherente con el aspecto físico del paciente, se tienen en cuenta varios aspectos: el sexo, por ejemplo, pues debe ser de mujer a mujer y de hombre a hombre; la raza, de negro a negro o de blanco a blanco y la edad.

Esto y la dificultad para conseguir donantes, son situaciones que ponen a los pacientes en listas de espera donde así como pueden durar tres meses, se pueden llevar hasta tres años o más.

 

Tiempo al tiempo, que vale la pena

Aunque la recuperación total lleva su tiempo, los resultados le regresan vida al paciente.

“Este es un procedimiento donde no se tiene recuperación inmediata, el paciente a los seis meses recupera toda su sensibilidad, se puede tocar la cara, pero la funciones musculares se pueden tomar de uno a varios años. Es un procedimiento supremamente complejo, pues estamos hablando de pasar un rostro y todas las funciones”, manifiesta María Siemionow.

“No sirve para todo tipo de accidentes como es el caso de las quemaduras con ácido, se usa en personas con el rostro totalmente destruido. Para otros casos en cirugía plástica reconstructiva existen muchos procedimientos que pueden a ayudar a recuperar la cara de una persona, como por ejemplo los colgajos, injertos y demás”, agrega.

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