Claudia Elena es feliz junto a su familia

Ni el reinado de belleza ni la fama de las pasarelas y la farándula, sobre todo después de su matrimonio con el cantante samario Carlos Vives, han hecho mella en el espíritu transparente de Claudia Elena Vásquez Ángel.
Esta ingeniera química sigue siendo la mujer dulce y bella que conquistó el corazón de los colombianos en 1996 en Cartagena, cuando fue elegida Señorita Colombia. Una mujer polifacética que hoy se declara feliz ejerciendo la profesión que más quiere: la de mamá.
Fue precisamente por Elena y Pedro, sus hijos de casi cuatro y dos años respectivamente, que después de trabajar como gerente técnica durante ocho años en la multinacional Firmenich decidió un día “reinventarse”, hacer un alto en el camino y cambiar su vida. Una decisión que si bien no fue fácil de tomar contó con el apoyo de su esposo y le señalaría el sendero para crear su propia empresa.
En entrevista con El Colombiano, Claudia Elena habla de su vida como ejecutiva, de los proyectos que adelanta con Carlos y del encuentro con su vocación de responsabilidad social.

¿De dónde surgió la idea de montar un spa?
—Yo amaba mi trabajo y la empresa donde laboraba. Cuando tomé la decisión de retirarme de Firmenich, al quedar en embarazo de Elena decidí pensar en un negocio propio donde yo pudiera manejar el tiempo. Empezamos a desarrollar la idea de un spa, donde estamos en este momento, con un portafolio de servicios diversificado. El cuarto piso es para yoga y pilates; en el tercero está la hidroterapia, en el segundo son los masajes y en el primero el restaurante. Es el resultado de viajes que hicimos a muchos complejos donde están todos los servicios en un uno.

¿Por qué un spa y no algo relacionado con química?
—En cierta forma sí lo está porque yo quería desarrollar mi propia marca de productos. El sueño del spa comenzó desde 2007, cuando estaba en Firmenich y explorando las tendencias vimos que el tema de la salud es algo muy fuerte. Hicimos una investigación porque en Colombia no había spas sino centros de estética. Vimos que la gente tenía confusión y nos propusimos posicionar el concepto de spa como debe ser. Fue un desarrollo de tres años, un trabajo arduo y hace ya dos años que abrimos al público.

¿Y la idea de los productos en qué quedó?
—En Chairama, donde todos los tratamientos están enfocados a bienestar y salud empecé a crear mi línea de productos. En principio son para el cuidado del cuerpo, como mantequillas y showers de guayaba y mango bajo la marca Chairama.

A propósito, ¿de dónde viene el nombre?
—Carlos es publicista y cuando le conté la idea y le dije que quería una marca muy colombiana, que le rinda tributo a Colombia, con materias primas nacionales me dijo que lo más natural que puede ser un spa natural en Colombia, que es una fuente de agua que corre está en la Sierra Nevada de Santa Marta. Viajamos y aprendimos que Chairama fue un asentamiento Tayrona en la Sierra Nevada hace mucho tiempo. Nos pareció una palabra sonora, bonita. Chai es como chamán. Diseñó el tema gráfico, con una rana que es símbolo de abundancia y fertilidad. Chairama es el poder del agua y de la tierra para vivir en armonía”.

¿Entonces trabaja todo el día en el spa?
—Trabajé como gerente hasta mayo del año pasado. A partir de entonces vengo mucho como clienta porque me encanta; cuando hay eventos especiales o cuando vienen personajes. Renuncié porque me estaba quedando muy difícil con Pedro tan chiquito. Fueron varios meses de un desgaste innecesario corriendo de un lado a otro. Y estaba esa ilusión tan grande de dedicarme a mis hijos. Vi que no lo lograba y que no podía seguir así. Total que renuncié y desde ese momento soy la mujer más feliz.

¿Es cierto que está produciendo un libro?
—Con Carlos hemos hecho juntos otros proyectos. Ahora vamos a lanzar un libro para niños en la Feria del Libro, con Planeta y en alianza con Nestlé, gran patrocinador. El lanzamiento será el 17 de abril. He trabajado en la producción ejecutiva desde agosto del año pasado hasta ahora y ya está listo para impresión. Siempre habíamos soñado hacer el libro de Pombo, ya habíamos hecho el disco musical que ganó el Grammy en 2008 y ha sido lo máximo. Pero no quisimos quedarnos ahí. De hecho todos los domingos en Gaira, el restaurante de Carlos y su hermano Guillermo hay un musical con un personaje de Pombo.

¿Cómo llega al tema de la responsabilidad social?
—Además de este proyecto, desde abril del año pasado me llamaron para manejar un programa de responsabilidad social en un proyecto inmobiliario muy grande en el centro de Bogotá. Se trata de BD Bacatá, la torre más grande de Colombia, con vivienda, hotel, comercio, piscinas. Queremos incentivar en la gente el tema de la filantropía, de generación de ingresos para que las personas sean autosostenibles. Creamos una fan page donde la gente nos decía qué haría con seis millones de pesos. En un comité analizábamos las propuestas y elegíamos las mejores. Ya hemos premiado 80 iniciativas.

¿Es verdad que además gerencia una fundación?
—El mismo grupo decidió crear la Fundación Bacatá y me pidieron que la maneje. Ya terminamos de estructurarla y la educación será uno de mis principios, así como los valores.