Uno de sus tesoros era su sonrisa. Esa sonrisa era el retrato de un espíritu invencible y una mujer integral. Judith Perdomo de Araújo que acaba de partir, nació en Bogotá el 7 de enero de 1931, casada con Alberto Araújo Merlano y madre de 8 hijos, con 34 nietos y hasta ahora 10 bisnietos y 3 en camino.
Mujer íntegra, centrada en valores, abierta a la vida con su gran sonrisa que la caracterizaba, dedicada con todo su corazón a dar amor a su esposo, hijos, nietos, bisnietos y a todos a quienes trataba. Promovía mucho la unión familiar y el desarrollo personal de cada uno.
Prudente, respetuosa, de gran fortaleza. Gran ejemplo para todos durante toda su vida. Durante el secuestro de su hijo Fernando, fue un pilar para toda la familia y la sociedad por su gran fe y confianza en Dios. Vivía la fe con gran naturalidad, con las leyes de Dios grabadas en su mente y corazón y le fluían en su diario vivir.
Claro ejemplo de amor puro y profundo, con gran sentido del humor, mucha madurez emocional, y sabiduría respecto a la vida y al ser humano. Después de educar a sus hijos, estudió trabajo social y psicoanálisis, acompañando a muchas personas en su camino hacia la madurez y el desarrollo.
Siempre con inquietud investigativa por descubrir la esencia del ser humano desde sus raíces más profundas y con mucho amor y respeto, contribuía con su guía constante, ayudando a que las personas se conocieran más a sí mismas y resolvieran sus problemas.
Con gran sensibilidad artística, pintora al óleo de paisajes, bodegones, y muchos otros temas que surgían de su gran amor por la naturaleza, la jardinería y las aves.
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