¡Auxilio, auxilio! Se escuchaba desde el fondo. Toneladas de escombros, varillas y tierra formaban una montaña de dolor y angustia.
“Traigan máquinas. No usen palas. No se suban sobre las placas. Traigan las máquinas, por favor”, gritaba una mujer con desespero. Seis pisos de un edificio en construcción se derrumbaron, y debajo de ellos quedaron atrapadas más de 30 personas, la mayoría obreros.
Eran las 10:30 de la mañana del jueves, cuando un hecho sin precedentes destrozó el corazón de muchos y acabó con la vida de otros, en la manzana 8 de la tercera etapa, en el barrio Blas de Lezo. (Lea: Se desploma edificio en construcción en Blas de Lezo).
Es como si el tiempo se hubiera detenido para los familiares de los trabajadores de la obra, que corrían de un lado a otro, tratando de encontrar una respuesta. Sus lágrimas parecían infinitas y el afán de obtener noticias de las víctimas, tanto mortales como heridas, era indescriptible.
La zona estaba acordonada. Había cintas amarillas por todas partes. Poco a poco el sitio se llenaba de ambulancias y policías. Los andenes quedaron rodeados de curiosos y vallas de la Policía Nacional, que evitaban el paso de moradores del sector para mantener la calle despejada, y darle vía libre a los organismos de socorro.
Angustioso rescate
Una hora después de la tragedia, llegó una grúa para remover los escombros. Sobre la gran montaña había decenas de voluntarios y miembros de la Cruz Roja, Policía, la Armada y el Cuerpo de Bomberos, que se guiaban por las voces de auxilio que salían de entre los escombros.
Tan desgarradora era la escena, que todos querían ayudar: vecinos, transeúntes, periodistas, estudiantes de medicina... todos removían escombros, intentando encontrar vida en medio de tanto dolor.
Los rescatistas pedían silencio y pegaban los oídos a las placas de concreto, para intentar salvar más personas.
Con aplausos, la comunidad celebraba el hallazgo de los sobrevivientes, que eran trasladados a la Clínica Madre Bernarda y Clínica de Blas de Lezo. (Lea aquí:Siguen labores de rescate de las víctimas del edificio colapsado en Blas de Lezo)
Impotencia
La entrada de la calle, frente al parque del Plan 400, estaba cerrada y muchos rogaban a los uniformados que los dejaran pasar para buscar a sus parientes. Por seguridad, una gran barrera de policías se fue formando. Pero eso no impidió que la furia e impotencia los hiciera perder la razón.
-A las 12 del día, un hombre se abrió paso entre decenas de cientos de personas y rompió la cinta de seguridad, pasándose por encima de los uniformados.
Logró avanzar unos cuantos metros, pero las autoridades lo retuvieron y se quebró: sus brazos se descolgaron y sus piernas flaquearon, mientras su llanto tomaba fuerza.
(Lea aquí: Curador asegura que licencia del edificio que se vino abajo era falsa)
“Un terremoto”
“Fue horrible. Yo estaba en mi cuarto con mis hijos y escuchamos un estruendo muy fuerte. La verdad, creímos que venía un terremoto. Esa construcción se desplomó desde abajo.
Mi hija venía de la tienda y sufrió varios golpes en la cabeza, pero estaba tan nerviosa que no quiso quedarse en la casa. Me pidió que la dejara ir así al colegio”, recuerda una habitante del sector. (Lea aquí: Menores, entre los heridos del edificio derrumbado en Blas de Lezo)
El impacto que sufrieron los vecinos del edificio en construcción fue aún mayor cuando reaccionaron y notaron que no fueron solo pérdidas materiales.
La sangre que manchó el pavimento son las huellas de la gran tragedia que recordarán en Blas de Lezo por el resto de la vida.
¿Quién responde? Algunos obreros con hambre de sacar a sus familias adelante se llevaron sus sueños a la tumba. A los otros solo les queda luchar por seguir vivos.
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