Luego de hacer las diligencias para reclamar el cadáver de su hijo Daniel Eduardo Romero Garcés en la morgue de Medicina Legal, Ana Pautt Linares se fue a la casa donde vivía este, en el sector El Salivón del Mercado de Bazurto. Era miércoles en la tarde y el dolor la embargaba. No sabía cómo iba a reaccionar su hijo menor, de 17 años, cuando la viera, pues sería él quien agredió con unas tijeras a Daniel mientras discutían, causándole la muerte.
“Entré a la casa y cuando me vio, se me tiró encima y empezó a llorar. Me decía que estaba arrepentido de lo que había hecho, que no era su intención matar a su hermano Daniel. Él consume drogas y eso lo ha afectado, tiene problemas y lo reconoce. Por eso quiere que lo ayuden y que lo metan en un centro de rehabilitación. Desde que pasó todo no hace sino llorar y abrazarse él mismo, y empieza a temblar. No quiero que vaya preso, necesita ayuda”, relató Ana.
Nuevo Porvenir
La riña entre Daniel y su hermano menor ocurrió el lunes pasado, a mediodía, en la casa donde vivían ambos. Ese día, Daniel, 18 años, llegó a su casa y le reclamó a su hermano menor $50 mil que se le habían perdido. El hecho desencadenó una discusión, en la que Daniel recibió una herida en la pierna izquierda que le afectó una vena. Sería su hermano menor quien lo agredió con unas tijeras. “Una cuñada fue a socorrer a Daniel y lo sacó de la casa para llevarlo al médico, pero nadie la ayudaba. Pidió auxilio a muchas personas, hasta a policías. Luego, como pudo, lo llevó en una moto a la clínica Gestión Salud, pero ya había derramado mucha sangre. Llegó sin signos vitales y allá lo reanimaron”, relató una tía de la víctima.
Pese a que lo trajeron de nuevo a la vida, los médicos le dijeron a los parientes de Daniel que tenía pocas esperanzas. Los cálculos fueron certeros y solo dos días después, el miércoles en la madrugada, la sentencia se cumplió: Daniel murió.
Su cadáver fue llevado a la morgue de Medicina Legal y su madre lo reclamó el miércoles en la noche. El cuerpo de Daniel fue llevado a la casa de su abuela materna, en la manzana D del sector Nuevo Porvenir, en Olaya Herrera. Allá fue velado y ayer, a las 4 de la tarde, lo sepultaron en el cementerio de Olaya. Su hermano menor sigue en su casa. Su madre teme que lo capturen y lo envíen a la cárcel porque fue ella quien denunció el hecho en un principio.
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