Harold Enrique Sequeda Sequeda sabe que estar vivo es un milagro y cree que se lo debe a al espíritu de un primo asesinado, que intervino para protegerlo. El lunes, Harold fue víctima de un feroz ataque: le dieron una pedrada en la cabeza, dos machetazos y después un balazo en la misma parte. Aún así, está fuera de peligro.
El hombre, de 39 años, reside en la casa de una tía, en la calle Laurina Emiliani de La Candelaria. Es albañil y tiene dos hijos. El lunes en la tarde, llegó a la calle Los Palenqueros del mismo barrio. Hizo una llamada por celular y su familia cuenta que quedó en medio de una reyerta entre pandilleros de La Esperanza y La Candelaria. “Él está cojo porque desde hace varios años se fracturó una pierna y no pudo correr. Un pandillero de La Esperanza le dio una pedrada en la cabeza y lo tumbó.
Harold dice que cuando estaba en el piso, sintió que un primo suyo al que mataron hace más de dos años en Venezuela -Óscar Osorio Iriarte- lo abrazó. Luego, le dieron dos machetazos y un balazo en la cabeza”, relata Aurora Sequeda, tía del herido. A Harold lo daban por muerto. Lo llevaron al CAP del barrio, luego a la Clínica Crecer y después al Hospital Universitario, donde permanece. “Está consciente y habla. La bala que recibió en la cabeza no le afectó el cerebro, se quedó incrustada en el cráneo y ya se la extrajeron”, explicó una prima de Sequeda.
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