La fachada de la casa del pensionado de la Policía Wilmar Berrío Liñán, adornada con campanas, luces y cintas con motivos navideños, contrastaba con el horror que yacía adentro. Eran las 7 de la mañana del viernes cuando la mamá del hombre llegó a la vivienda, en la calle 10 de Nuevo Paraíso, que está junto al caño que divide a ese barrio con Fredonia, pero pese a que tocó la puerta muchas veces, nadie le abrió.
Vecinos le dijeron que habían escuchado disparos en ese lugar en la madrugada, y por eso decidieron partir la puerta. Cuando la madre de Wilmar entró, se encontró con una cruda escena. En una cama yacía muerto Wilmar, de 44 años. Estaba en toalla y tenía un balazo en la cabeza. Cerca estaba su hija, de 12 años, que también tenía una herida de arma de fuego en la cabeza.
Pero eso no era todo, al llegar al último cuarto de la casa, hallaron muerto en una cama al mayor de los dos hijos de Berrío, un joven de 15 años. Igual que su hermana y su padre, tenía un balazo en la cabeza. Las investigaciones preliminares de la Policía indican que Wilmar Berrío, tras la depresión en la que entró hace un año por la muerte de su esposa, mató a sus dos hijos mientras estos dormían y luego se suicidó.
Wilmar Berrío dejó una carta en la que explicaba que se suicidaría porque no aguantaba la partida de su compañera, quien falleció el 20 de diciembre del año pasado tras sufrir una enfermedad, y que iba a matar a sus dos hijos para no dejarlos solos, sufriendo en este mundo. Escogió el mismo día que murió su mujer para llegar a cabo su desesperada acción. El recién posesionado comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, coronel Jorge Luis Ramírez Aragón, confirmó la existencia del documento, que es analizado por los investigadores que llevan el caso.
BUSCÓ ARMA EL JUEVES
Allegados al pensionado contaron que el jueves pasado en la noche llegó a casa de su mamá, quien vive en Fredonia, y se llevó su arma, que guardaba allá.
En la madrugada habría aprovechado que sus dos hijos dormían para darle un balazo a cada uno. Posteriormente se suicidó. En la mano le quedó el revólver niquelado que selló la trágica historia. De la familia Berrío Gómez nadie quedó.
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