Un desafortunado accidente tiene envueltos en desdicha y el dolor a los integrantes de una familia en el corregimiento insular de Santa Ana (jurisdicción de Cartagena).
El drama lo viven los parientes de Bernardo Martínez Salas. El adolescente, de 15 años, se convirtió en la víctima fatal de un juego de niños que terminó en una verdadera tragedia.
Recibió un balazo en el cuello al accionarse accidentalmente el arma de fuego con la que jugaba junto a varios amigos, dentro de una casa en la que funciona un gimnasio.
DOS TRAGEDIAS
Desde temprana edad, la vida del menor estuvo marcada por la mala hora. Familiares contaron que al poco tiempo de haber nacido su madre murió por causas naturales. Por eso, Bernardo vivía con su padre, en la llamada Calle Larga, en Santa Ana.
“Era un joven laborioso. Estaba pendiente para ver a quién podía ayudarle, y por eso muchos vecinos le pedían que les hiciera mandados o que arriara tierra. Siempre estaba buscando qué trabajo hacer”, recordó Feliciana Julia Rodríguez, tía del menor.
Esta también explicó que Bernardo cursaba séptimo grado de bachillerato en la Institución Educativa de Santa Ana, pero en las últimas semanas no estaba asistiendo a clases. “La profesora lo mandó a buscar para que retornara al colegio, y él tenía decidido regresar a sus clases”, explicó la misma familiar.
Sin embargo, el destino tenía una amarga sorpresa para el adolescente. Sus parientes contaron que el miércoles salió poco después de las 2 de la tarde su hogar.
“Se fue hasta la casa de una vecina que vive cerca de su casa, porque la mujer le pidió que le echara una tierra”, relató Feliciana. Se cree que después de hacer esta labor, el adolescentes se encontró con tres amigos y se fue con estos para una vivienda en cuyo patio funciona un gimnasio, que está en la calle Los Cocos, a solo unas dos cuadras de su vivienda.
Dicen que cuando estaban dentro del lugar, hallaron una escopeta, cuyo dueño sería el propietario del gimnasio. Los cuatro menores empezaron a jugar con el arma de fuego, y fue entonces cuando acaeció la mala hora. Por un lado, los parientes de Bernardo dicen que sería uno de sus amigos, de 16 años, quien manipulaba la escopeta y que esta se accionó accidentalmente. La bala fue a parar al cuello de Bernardo, quien quedó inconsciente de inmediato. Por otro parte, la Policía Metropolitana de Cartagena indica que habría sido el mismo Bernardo quien tenía el arma y se disparó por accidente.
“Al ver lo que había pasado, uno de los amigos se fue a buscar a la Policía y otro fue a buscar a una enfermera del hospital del pueblo. La enfermera llegó al gimnasio y al revisar a Bernardo descubrió que ya estaba muerto”, concluyó la tía del menor.
Miembros del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía General, Seccional Bolívar, arribaron al lugar y realizaron la inspección técnica del cadáver del menor, que fue llevado a la morgue de Medicina Legal en Cartagena. Allí llegaron sus parientes ayer para realizar los trámites que le permitan reclamar el cuerpo y darle cristiana sepultura.
La Policía Metropolitana de Cartagena realiza las investigaciones respectivas para establecer a ciencia cierta quién es el dueño del arma de fuego que manipulaban los menores y si esta fue legalmente adquirida.
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