A Ómar Yesid De Ávila Ortiz le cortaron la mano derecha y los tres dedos de la otra por reclamar el robo de 7 pollos pequeños, 2 gallinas y 2 puercos.
El joven, de 19 años, lleva varios días llorando de solo recordar que quedó malherido y con limitantes para realizar los trabajos de albañilería y peluquería a los que se dedicaba, mientras que sus malhechores están en la calle y celebraron su ataque durante dos días.
“Nos enteramos que quienes lo atacaron a él pasaron tomando el sábado y el domingo, celebrando lo que le hicieron. Nosotros solo pedimos justicia”, comentó Eugenio De Ávila, padre de Ómar.
El joven relató con tristeza los hechos por los que permanece desde el martes 18 de marzo en una cama en el Hospital Universitario del Caribe. Todo empezó con una llamada que recibió para alertarle del robo de los animales que tenía en el patio de su casa, en el barrio La María.
“Salí de viaje para el pueblo y cuando estaba allá, comiendo el almuerzo, me dijeron que me habían robado, entonces yo me devolví para ver quiénes eran los que me habían robado y cuando supe fui a reclamar, pero ellos me salieron enseguida con el machete”.
“Me rodearon a darme machete. Fue cuando quedé inconsciente, con la mano guindando de un hilo. Me dejaron tirado frente de mi casa, yo pensé que iba a morirme, doy gracias a Dios porque me dio otra oportunidad”.
Ómar contó que fueron unos 10 hombres los que lo acorralaron cuando fue a reclamar, a una cuadra de su casa, por el robo de sus animales. Éstos lo atacaron sin piedad, empezaron dándole puñaladas en la espalda y, luego, le dieron machetazos en los brazos, la cabeza y los hombros.
El joven, que tiene una hija de 1 año y a su pareja sentimental, de 15 años, embarazada otra vez, no alcanza a contar el número de puntos de sutura que le cogieron después del ataque. En la cabeza los múltiples machetazos van de un lado a otro e incluso llegan a una de sus orejas. Debajo de los brazos vendados tiene otros puntos con los que lograron que la amputación no fuera más grande.
“A mi hermano, que fue ayudarme, también lo corretearon con machete. A él le tocó meterse debajo de una cama, en una casa cercana, para que no lo cogieran. A la esposa de mi hermano también la amenazaron y terminó botando sangre. Nosotros pensábamos que había perdido el bebé, porque está embarazada”.
“A mí me cogió un vecino y recuerdo que yo decía ‘No me dejen morir’. Como los carros no querían llevarme, me montó en un jeep colectivo hasta el CAP de La Esperanza, de allí me trasladaron en una ambulancia hasta el hospital, donde los médicos no pudieron hacer nada para salvarme la mano. Ahora espero para que los médicos me pongan una platina en el codo del brazo izquierdo y así pueda moverlo bien. Me queda al menos un mes más en la clínica”.
De esta forma cruda, Ómar relató su trágica historia, por la cual perdió la oportunidad de ingresar a una empresa de vigilancia, donde su padre le estaba gestionando un puesto con su jefe.
EXIGEN JUSTICIA
Ómar vive con su padre, su esposa y su hija en La María, pero dice que no volverá allí puesto que sus más de 8 agresores, a quienes señala ya denunció ante la Fiscalía, lo tienen amenazado a él y a su hermano Keivin De Ávila.
Los dos temen por sus vidas y se niegan a regresar a sus antiguos trabajos y a su casa por miedo a que esta vez los vayan a matar junto con sus esposas y sus hijos.
Sostienen que están atormentados y que por eso decidieron desplazarse.
El padre de ambos comentó que en algún momento los sentimientos de ira y venganza se lograron albergar en sus mentes, pero que dialogando llegaron a la conclusión de que “las cosas deben dejarse en manos de Dios y que sea la justicia colombiana, la que los juzgue. Nosotros solo queremos justicia”.
Comentarios ()