Sucesos


“Nadie quiso esto, son cosas de Dios”: papá de niña que murió en carro

Fue en diciembre pasado cuando Carlos Banegas Balseiro hizo su deseo realidad. Fue a Venezuela y tras un acuerdo con su exmujer, a quien le harían un procedimiento quirúrgico y estaría incapacitada, se trajo a Cartagena a su hija menor, de 4 años. La llevó a su casa en el barrio Armenia, y todo era felicidad. Era la menor de sus cuatro hijos. “Él cuidaba muy bien a la niña, le compraba todas sus cosas y ella estaba contenta. Carlos estaba feliz porque la niña pasó diciembre con él”, contó un familiar.

Por su parte, el progenitor de la menor indicó que la niña estaría por tres meses con él y que estaba a punto de marcharse a donde su madre en Venezuela. Una tía paterna iba hacia el vecino país dentro de pocas semanas, y se la llevaría consigo para entregársela a su madre, Yarimar Álvarez López. Sin embargo, un juego de niños terminó convertido en una tragedia. La menor murió tras un lamentable accidente frente a la casa de su padre. Quedó encerrada en el carro de su abuelo paterno y, al parecer, se asfixió.

El suceso

Carlos Banegas recuerda que él, o su padre, Luis Alberto Banegas Mendoza, quien tiene 77 años, eran los que se turnaban para ir a buscar a sus hijas mayores al colegio, en Amberes. Siempre, la niña de 4 años acompañaba a su padre o a su abuelo cuando iban a buscar a sus hermanas mayores. El miércoles a mediodía, fue Luis Alberto quien las buscó y la niña pequeña lo acompañó. Fueron hasta el colegio San Juan de Damasco y en media hora ya estaban de vuelta en el barrio Armenia.

“Mi papá vive con mi mamá en el primer piso, y yo en el segundo. Cuando las niñas llegaban con mi papá a la casa luego del colegio, mi hija menor era la primera que se bajaba del carro y corría a donde mi mamá o iba al segundo piso.

Ayer -miércoles- no lo hizo. Como que creyó que jugaba con las hermanas al escondido, pienso yo, y se quedó escondida en el carro. Sus hermanas sí salieron y pensaron que ella sí había salido porque la puerta quedó abierta. El carro está nuevo y a los 20 segundos se activaron los seguros automáticos. Una de mis hijas subió al segundo piso y yo le pregunté ‘¿dónde está la nena?’, y me dijo que estaba abajo, en casa de mis papás. Mientras tanto, abajo pensaron que estaba arriba, en mi casa”, relató compungido Carlos.

Se cree que la menor se asfixió y su tragedia solo quedó a flor de piel dos horas después. A las 2:30 p. m. del mismo miércoles, Luis Alberto iba a llevar a su mujer a una cita médica y al abrir el carro la encontró desvanecida. Creyó que se había desmayado y trató de reanimarla, pero fue imposible. La niña fue llevada por los suyos al Hospital Universitario del Caribe, donde llegó muerta.

“Fue traída por el abuelo y este manifestó que la niña venía muerta. Bajo ese parámetros nuestro personal médico activa el código azul o protocolo de rescate en últimos casos y se hace maniobras de reanimación, no obteniendo respuestas de la paciente y certificando que llegó muerta, sin signos vitales”, indicó Augusto Agámez, coordinador de urgencias del Hospital Universitario. Fueron dramáticas las escenas de dolor que protagonizaron los familiares de la niña en el centro médico. Dicen que ni los médicos pudieron resistir y fueron varios los que no pudieron contener las lágrimas ante la tragedia de la niña.

El cuerpo fue llevado a la morgue de Medicina Legal. Ayer, sus parientes llegaron al lugar a reclamarlo. Carlos Banegas fue quien hizo todas las diligencias para reclamar el cadáver, acompañado de un hermano. Pese al dolor que carga, Luis Alberto, que cerró las puertas del carro sin saber que su nieta estaba dentro, ayer acompañó a Carlos a hacer las diligencias. Dicen que no dijo ni una sola palabra en todo el recorrido. “Está muy dolorido. No dice nada, está callado, pero sabemos que es muy fuerte el dolor y la pena que está sintiendo. Vamos a llevarlo a un psicólogo para que lo ayude a pasar este trago amargo”, indicó un hijo del hombre de 77 años.

El cuerpo de la menor lo retiraron ayer mismo. Sería velado por dos horas en la funeraria Los Olivos de la bomba del Gallo, para luego ser llevado por tierra a Caracas, Venezuela, donde vive su madre. Regresará a la tierra que un día la vio nacer.
“Dios quiso que las cosas pasaran así, son cosas de Dios. Nadie va a querer que un familiar se muera”, concluyó Carlos.

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