Frío. Así fue el pistolero que ayer, a las 10 a.m., llegó a una calle del sector El Wio, en el barrio San Francisco, y baleó a una joven, de tan solo 22 años. Se trataba de Érika Paola Valdelamar Torres, una vendedora de chances que laboraba para la nueva empresa de apuestas en Cartagena, Ganaya.
La joven estaba en el puesto donde desde hace un mes vendía chances cuando su verdugo llegó de parillero en una moto. Bajó y fue directo a donde estaba Érika, a quien no le dio tiempo de nada. Testigos contaron que el delincuente sacó una pistola y disparó cuatro veces, pero fueron tres proyectiles los que hicieron blanco en el cuerpo de la joven. Los que estaban cerca corrieron. El sicario aprovechó para correr a donde estaba la moto en la que lo esperaba su cómplice, con el que escapó. Instantes después, llegaron parientes de Érika, quien vivía con su marido y su hija, de 2 años, en la calle 71 de San Francisco. Como pudieron, la cargaron y llevaron al CAP de La Esperanza.
Pese a los tres balazos, la joven luchaba por su vida. Aún tenía signos vitales y por eso del CAP la trasladaron en ambulancia a la clínica Crecer. Allá, por desgracia, llegó muerta. Los médicos trataron de reanimarla, pero fue en vano. Los parientes de la chancera llegaron a la clínica y en las afueras de esta fueron muchas las escenas de dolor. “No entendemos qué es lo que pasó. Ella no tenía problemas ni amenazas”, relató un familiar.
Tres horas después, a la 1 p.m., otra chancera, según refirieron sus colegas, fue baleada en el sector de los Sanandresitos, junto a Bazurto. Cuentan que la joven estaba en su puesto de trabajo cuando un sujeto llegó y le dio varios balazos. El agresor huyó y a la herida la llevaron a una clínica cercana. Está en delicado estado. Es de recordar que hace solo unos días, el 26 de julio, la chancera Ana Isabel Altamira Morales, de 45 años, fue baleada en El Pozón por un sicario. Permanece grave en una clínica.
Ayer en la tarde, trabajadores de la nueva empresa de apuestas bloquearon por varios minutos la Trasversal 54, frente a Blas de Lezo, cerca a una sede de la empresa Ganaya, en protesta por los ataques sicariales contra sus colegas. “No sabemos qué problemas hay, pero somos inocentes de lo que pasa. Estamos atemorizados y ya no es cuestión de amenazas, sino de actos. Estamos cerca de la empresa y no hay quien nos dé la cara. No sabemos quién es nuestro jefe. No podemos trabajar así, somos personas con obligaciones e hijos”, relató una de las chanceras que participó en la protesta pacífica. La Policía no se pronunció por los ataques contra el gremio de chanceros.
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