“Que los responsables aparezcan, que los malhechores aparezcan, eso es lo que interesa”. Esa fue una de las pocas frases que expresó ayer en las afueras de Medicina Legal en Zaragocilla uno de los hermanos de Napoleón Perea Fernández, mientras realizaba las diligencias para reclamar el cadáver de este. El contador público, hijo del reconocido periodista deportivo extinto Napoleón Perea Castro, fue asesinado el sábado en el Pie de La Popa, en medio de un atraco. Recibió un balazo mortal en el cuello y todo porque un chiquillo, de unos 16 años, quería hurtarle su celular.
Su legado
Allegados a Napito, como le decían por cariño a la víctima, cuentan que vivió muchos años en el Pie de La Popa y que ahora residía con su mujer en un edificio en Manga. Se graduó como contador público en la Universidad de Cartagena y trabajaba en la Dian, en el área de operación aduanera. A sus 58 años ya había obtenido su pensión, dijeron familiares. Sus amigos cuentan que siempre llevó el deporte en la sangre, el legado de su padre. “Tenían en igual que amaban el deporte”, dijo un amigo.
Cuando joven, Napito empezó jugando béisbol en el equipo Buitres de Crespo como Short Stop. Representó a Bolívar en el Campeonato Juvenil en Medellín en 1972. Jugó en el béisbol de Bolívar con la Universidad de Cartagena y luego saltó al profesionalismo con Indios del Café Universal como segunda base, haciendo llave con el SS puertorriqueño Ónix Concepción. También fue comentarista deportivo y practicó atletismo.
“Era un tipo jocoso, buena gente y de buen trato, era querido por muchos”, recordó Alberto López, amigo del difunto. Pero nada de eso tuvo en cuenta el atracador que lo mató el domingo. Ese día, en la mañana, Napoleón se fue a jugar sóftbol en Chiquinquirá. Al terminar, dice un conocido, partió hacia Nuevo Bosque y luego un amigo le propuso llevarlo en su carro a su casa, en Manga. “Al pasar por la calle del Albercón, Napito le dijo al amigo que hicieran una parada técnica antes de llevarlo a su casa, que se tomaran un par de cervezas en una tienda que está en una esquina de esa calle”, relató un allegado.
Perea Fernández se quedó con su amigo y la mujer de este en el lugar. Se sentaron en una de las dos mesas que estaban en la terraza del negocio, pero a las 5:30 de la tarde los sorprendió la tragedia. A esa hora, dos atracadores en una moto llegaron al lugar. El parrillero, de unos 16 años, bajó del vehículo y llegó a una mesa. “Le quitó un Iphone a un muchacho y al mirar a la otra mesa se dio cuenta que el señor Napoleón estaba hablando por su celular”, indicó un investigador del caso.
Se dice que el joven sorprendió por la espalda a Perea Fernández y le puso el cañón de su arma de fuego en el cuello. “Napoleón volteó de inmediato a ver qué pasaba y se le cayó el celular. Cuando se agachaba el atracador le dio el balazo”, contó un amigo de la víctima. Otra versión deja ver que Napoleón le intentó arrebatar su celular al ladrón luego de que este se lo quitara y por eso fue baleado. Con el botín en la mano, el atracador huyó con su compinche. Cogieron hacia la avenida del Lago y luego tomaron el Puente Jiménez. Allí, la Policía, que ya había sido alertada, les perdió la pista. “Estamos analizando datos suministrados por testigos y hasta ahora no tenemos videos de cámaras de seguridad que hayan captado lo que ocurrió. Estamos trabajando para capturar a estos delincuentes y ofrecemos hasta 20 millones de pesos en recompensa a quien nos dé información de estos”, señaló el general Carlos Rodríguez, comandante de la Policía Metropolitana. El cuerpo del comentarista deportivo era velado ayer en la funeraria Lorduy, en el Pie del Cerro.
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