La red criminal la integraban cuatro hombres y dos mujeres. Las indagaciones de efectivos de la Sijín de la Policía Metropolitana dejan ver que, desde el 2016, empezaron a hacer fechorías en Cartagena. Desde entonces, se volvieron un dolor de cabeza para las autoridades locales, pues sus “trabajos” parecían ser obras maestras: no dejaban testigos y sus huellas parecían desaparecer.
Los miembros de dicha organización no despertaban sospechas entre la comunidad, pues vestían ropa cara y usaban prendas finas. Andaban en automóviles y sus zonas de acción eran sectores turísticos, como Bocagrande, Centro Histórico, Crespo y El Laguito. También los barrios El Bosque y Manga.
Las indagaciones de la Sijín, coordinadas con la Fiscalía Seccional Bolívar, indican que la banda está comprometida en al menos seis robos en viviendas y apartamentos en las zonas mencionadas. Esos robos dejaron un botín de más de $2.500 millones, según las estimaciones de las autoridades. Entre los elementos hurtados figuran 51 monedas de oro, que habrían sido sustraídas en Bocagrande.
Pero no hay mal que dure cien años, ni ciudad que lo resista. Dos presuntos miembros de esta red fueron capturados a principios de octubre. Se trata de Lizardo Alberto Fernández Fernández y Marcelo Díaz Farelo, dos delincuentes curtidos, quienes tienen un amplio prontuario criminal. “Desde que capturamos a estas dos personas, no han ocurrido más robos millonarios en esos barrios. Se redujeron en un cien por ciento”, indicó un funcionario de la Sijín.
El modus operandi
El funcionario explicó que los robos empezaron en 2016 y que fue muy difícil identificar algunos miembros de la banda.
“Tenían sus roles bien definidos -contó-. Un contacto indicaba a al resto de la banda en qué casas había joyas, dinero u objetos de valor. Luego de analizar el inmueble y de recaudar información, entraban al lugar a robar. Esperaban que las casas estuvieran solas. Solo cometían los robos los días sábados y domingos. Revolcaban todo en las viviendas: hasta les sacaban las lengüetas a los zapatos, para ver si allí escondían cosas de valor”.
La Sijín, en coordinación con el Fiscal Seccional 62, obtuvo pruebas que relacionan a la banda con seis hurtos en la ciudad. Uno de estos ocurrió el 20 de agosto en Bocagrande. Ese día, los delincuentes ingresaron a un inmueble y robaron joyas y dinero en efectivo. Además, se llevaron un inusual botín: 51 monedas antiguas de oro, que hacían parte de una herencia familiar.
“También se llevaron una caja fuerte que pesa mucho. La metieron en un morral, que uno de los delincuentes cargó como si llevara algo liviano. La red actuaba organizadamente: primero, un hombre y una mujer entraban a la casa, analizaban lo que había que robar y salían. Luego, otros dos hombres entraban y guardaban en morrales los elementos y se los llevaban. Dejaban los inmuebles desordenados, pero ningún testigo. No hubo personas que escucharan ruidos donde ocurrieron los robos”, relató el investigador de la Sijín.
El 24 de septiembre, la cuadrilla volvió a atacar. Llegaron a un inmueble en Bocagrande, forzaron la puerta de entrada y se llevaron joyas y dinero en efectivo. Esa vez, al igual que en otros hurtos, no hubo testigos y ningún vecino escuchó ruidos.
Por ello, los investigadores aún no entienden cómo hacían los ladrones para no ser detectados. Ello ha dado pie para que se rumore que practicaban rituales de brujería antes de cada robo.
Pero no hay crimen perfecto. “Desde el 2016 los seguíamos. No teníamos pistas pero, tras los robos en Bocagrande, pudimos encontrar una fuente que nos indicó que los responsables eran de Barranquilla y Medellín. También se analizaron videos de cámaras de seguridad en Bocagrande. Fueron más de 200 horas de videos. Así supimos que algunos de los ladrones utilizaban un Kia Picanto de color gris, y de placas NBK-842. El resto iba en otros dos carros, un Chevrolet Sail y un Logan gris. Otro elemento determinante fueron las huellas dactilares que encontramos en los lugares afectados, las cuales comparamos con las que tienen en sistema en la Registraduría y pudimos constatar que eran de Lizardo Fernández y Marcelo Díaz. Desde entonces empezamos a rastrearlos”.
Los esfuerzos parecían no dar resultados, hasta que una llamada favoreció a las autoridades. El 5 de octubre, los agentes de la Sijín conocieron que el carro que tanto buscaban, de placas NBK-842, transitaba por la Vía del Mar. Acababa de salir de Cartagena rumbo a Barranquilla.
De inmediato, la Sijín activó un plan e interceptó el vehículo en el municipio de Juan de Acosta (Atlántico). “Íbamos tres agentes. Pedimos apoyo a la Policía de la zona. En el Kia hallamos a Lizardo Fernández y a Marcelo Díaz, a quienes aprehendimos de inmediato, pues tenían órdenes de captura. Los llevamos a una estación para una requisa, pero no les encontramos nada. Por eso revisamos el carro y así encontramos en una caleta en una puerta, con elementos que resultaron fundamentales. En la caleta hallamos $500 mil en efectivo, varias joyas de oro, que habían sido robadas en Bocagrande; 64 tarjetas débito y crédito. También nueve de las 51 monedas de oro robadas. El resto de las monedas ya las habían vendido, pero por un precio inferior al que esperaban. Creemos que los miembros de la banda se iban al exterior a venderlas por una gran suma de dinero. Prueba de ello es que en la caleta del carro también encontramos seis pasaportes para Panamá y España. Les pedimos que colaboraran y dieran información de los demás miembros de la estructura, pero no quisieron. Dijeron que ya iban para la cárcel, porque tenían condenas pendientes por cumplir y que les daba lo mismo hablar o no”, puntualizó el miembro de la Sijín.
Los dos capturados fueron llevados a Barranquilla y un juez de Garantías los aseguró con cárcel por el delito de receptación, cargo que no aceptaron. Fueron enviados a la cárcel El Bosque, de Barranquilla.
La Sijín sigue indagaciones, en coordinación con la Fiscalía 62 de Cartagena, para atrapar a los demás miembros de la banda. En las inspecciones a los domicilios afectados, los investigadores hallaron huellas de otro de los ladrones. A este le siguen la pista. También queda pendiente la identificación del informante de la red criminal. “No entendemos cómo hizo para obtener todos los datos de las familias que residen en los lugares afectados, y sobre todo para saber los días en que estos quedaban solos. No sabemos si es que pertenece al mismo círculo social de los afectados, o qué relaciones tienen, pero estamos siguiéndole la pista”, sentenció el investigador de la Sijín.
Prontuario temible
Los dos capturados tienen toda una carrera en el mundo del crimen. Según los registros de la Sijín, Marcelo Díaz tiene una condena de 18 meses de cárcel por el delito de hurto calificado agravado, proferida en el 2010 por el Juez Tercera de Penas y Medidas de Barranquilla. También tenía órdenes de captura. Una de ellas del año 2013, emitida por el Juez Tercero Penal del Circuito de Barranquilla, por hurto agravado calificado. Y otra por el mismo delito, emitida en 2010 por un juez de Garantías de Barranquilla.
El prontuario de Lizardo Hernández es más extenso, pues tenía tres condenas pendientes. En el 2011, el Juez Promiscuo Municipal de Planeta Rica (Córdoba), lo condenó a 36 meses de cárcel por hurto calificado.
También fue condenado por un juez de Ejecución de Penas de Santa Marta a 29 meses de prisión, por los delitos de hurto calificado y porte o tráfico de drogas. Así mismo, un juez de Conocimiento de Valledupar lo condenó a 45 meses de cárcel por hurto calificado agravado.
Además, en el 2014 estuvo detenido por un proceso de hurto calificado agravado en Sahagún, Córdoba. El año siguiente también estuvo detenido por en Barranquilla por el mismo delito. En otras ocasiones los dos hombres fueron detenidos municipios de Atlántico, Sucre y Bolívar.
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