Sucesos


Sigue la búsqueda: Eric Thiriez no le teme al mar

Francisco José Aldana perdió la cuenta de cuántas veces navegó con Eric Thiriez. Quizá fueron más de cuarenta… y, si contamos las regatas, la cuenta podría llegar fácil, fácil, a cien travesías en más de veinte años de amistad. Y fue precisamente Francisco el amigo que acompañó a Eric hace seis años a Europa, a buscar el velero de segunda mano que había comprado: ‘Saquerlotte’.

Hace menos de una semana, Eric habló con Francisco para concretar otra aventura: el viaje a República Dominicana en el velero de Eric, de nombre ‘Saquerlotte’ y bandera panameña… por cuestiones laborales, Francisco no podía ir el miércoles, como Eric había planeado inicialmente. (Lea aquí: Buscan velero desaparecido con cuatro tripulantes en costa colombiana)

Tampoco pudo el jueves, ni el viernes… entonces Eric salió de Cartagena en su ‘Saquerlotte’ con otros tres compañeros:  Frank Camacho, Roberto Reyes y el piloto, Luis Miguel Herrera. Francisco prometió que iría a República Dominicana después, para que finalmente todos viajaran en el velero a Europa. Pero ahora el plan es irrealizable: el velero naufragó el viernes en la noche, y Eric, ese que tanto admira Francisco, ha desaparecido en la inmensidad del mar, en donde aún lo buscan.

Lo que no naufraga, ni naufragará jamás, es esa inmensa admiración de Francisco hacia Eric. Y no solo de Francisco… de Lucho Mogollón De Zubiría, Fuad Navarro Chamat, Juan Arango, Jorge Araújo y de todos los que se cruzaron en el camino de Thiriez, un ingeniero mecánico francés enamorado del mar.

“Lo que más he admirado de Eric es esa capacidad suya para solucionar cualquier problema en sus ramas: la navegación y la mecánica. Esa cabeza es un mundo de luz para resolver cualquier cosa. En muchos momentos, navegando con Eric, dije: ‘hasta aquí llegamos’, pero para él no parecía haber límites”, dice Francisco.

Lo conoció hace más de veinte años y, aunque la diferencia de edades entre ellos es grande, se convirtieron en grandes amigos de mar, a los dos les apasionan los veleros, la navegación.

En el agua, Thiriez vivía enseñándole a todos sus trucos para atravesar océanos. En su empresa, Etec, se la pasaba innovando: fabricaba motobombas, las exportaba a más de 30 países y, en 2010, por ejemplo, jugó un papel fundamental para evacuar el agua que inundó el cono sur del departamento del Atlántico tras una rotura del Canal del Dique.

El ingeniero llegó a Cartagena en 1970, con su esposa Loredana Thiriez, en principio, como cooperante de Francia y profesor de física y matemáticas de la Escuela Naval Almirante Padilla. Vino desde Suiza, pero ya había en Colombia alguien de su sangre: uno de sus abuelos vivía en Medellín.

Y no solo se destaca en la física e ingeniería. Es un excelente cocinero.

“Es una mente brillante, fuera de serie… y es un excelente cocinero. Eric cumple años el 24 de enero, casi siempre estábamos navegando en enero y había una buena fiesta, con buena comida”, precisa Francisco.

“Es un gran capitán. Navegamos por mucho tiempo juntos y aprendimos muchas cosas, nunca hice un viaje largo con él, pero sí regatas”, dice Lucho Mogollón.

Otro que destaca su talento en la cocina es Juan Arango, amigo de Eric hace muchos años, ya que se conocieron en el Club de Pesca en una regata. “Es el papá de los navegantes de gran distancia en Cartagena.

Es un personaje sumamente inteligente, un gran inventor. Como persona, un hombre fuerte, eso sí, para hablar es muy europeo: claro, fuerte y directo, muy transparente. Muy generoso, inmejorable padre para sus cinco hijos, a los que les inculcó el amor por la navegación. Un verdadero hombre de familia. Es un personaje sin miedo, un señor con una mente joven… un emprendedor”, cuenta.

***
Francisco podría narrar muchísimas anécdotas de Eric, pero, para terminar, escogió esta:

“Una vez, saliendo de Panamá, me dijo: ‘bueno, lleguemos a las islas de San Blas, preparemos un almuerzo muy rico, hacemos una siesta y de ahí arrancamos a Cartagena… hicimos el almuerzo, lo acompañamos con vino e hicimos la siesta de diez horas. Cuando desperté, eran casi las 12 de la noche. Lo levanté y le dije: ‘Eric, se pasó la hora de salida’… él solo me respondió: ‘no importa, siempre hay tiempo para todo. Leva ancla y vámonos, hay luna llena’ ”.

Armada y Fuerza Aérea no paran la búsqueda

Eric Philippe Thiriez, a quien los suyos recuerdan como un hombre de mar, zarpó de Cartagena el viernes pasado, a las 11 de la mañana. Al ingeniero francés, dueño de una compañía constructora de motobombas, lo acompañaban sus amigos Frank Camacho y Roberto Reyes.  (Lea aquí: Rescatan a tres de los cuatro tripulantes de velero desaparecido)

A bordo del velero de nombre Saquerlotte, propiedad de Eric y de bandera panameña, los amigos planeaban realizar una travesía que tendría como destino inicial República Dominicana. En la aventura también iba embarcado Luis Miguel Herrera, quien era el piloto de la nave, mientras que el francés dirigía el viaje; era el capitán.

Los cuatro hombres salieron del Club de Pesca. Los registros de Capitanía de Puerto indican que el Saquerlotte tenía todos los permisos y que además estaba en excelentes condiciones. La experiencia de Eric daba la cuota de confianza.

Entonces, ocupantes del Saquerlotte se fueron abriendo paso a mar abierto. El Mar Caribe abrazaba el robusto bote de 53 pies (16 metros), mientras seguían la ruta hacia República Dominicana. Llegó la noche, y con ella la mala hora.

Alrededor de las 9 p. m., el robusto velero se vio inerme ante una repentina avería. El agua salada empezó a entrar a la embarcación. El francés y sus acompañantes no sabían por dónde estaba entrando, pese a que, por todos los medios, intentaron encontrar la avería, según dejan ver las indagaciones de la Armada Nacional.

La situación era angustiosa y las condiciones meteomarinas difíciles: el viento corría a unos 35 nudos y las olas alcanzaban los 6 y 7 metros.

Emergencia declarada

Se cree que el capitán del velero intentó comunicarse con las autoridades, pero fue Frank Camacho quien se comunicó con su esposa, le contó que se hundían, y le dio la posición del velero. La esposa de Camacho avisó a todos los familiares, incluidos los hijos de Eric Thiriez.

“Entre las 9:30 y las 9:45 de la noche del viernes recibimos una llamada por parte de un hijo del señor Thiriez, quien explicaba que el velero en el que estaba su padre tenía una entrada fuerte de agua y que se declaraban en emergencia. Por eso, de inmediato enviamos una Unidad de Reacción Inmediata de Guardacostas a la zona donde estaba el velero”, indicó el capitán de Navío, Camilo Gutiérrez, comandante de Guardacostas del Caribe. 

El velero estaba a unas 50 millas náuticas de Cartagena (unos 100 kilómetros), entre Galerazamba y Barranquilla. Los técnicos de la Unidad de Guardacostas empezaron a ubicar al velero y las 11 p. m. del viernes fue la última posición conocida de este, vista gracias al sistema de control de tráfico marino, que se nutre de varios radares dispersos a lo largo de la costa.

Las investigaciones indican que el velero terminó hundiéndose, y que antes de ello Frank Camacho, Luis Miguel Herrera y Roberto Reyes, se pusieron los salvavidas y se lanzaron al oscuro mar.

No se sabe por qué motivo, Eric Thiriez se quedó a bordo. “Sus acompañantes dicen que saltaron y que luego, cuando estaban en el agua, vieron al señor Thiriez a bordo del bote, esa fue la última vez que lo vieron”, indicó el Comandante de Guardacostas del Caribe.

Luego, el bote se hundió y de Eric no quedó rastro, mientras que sus compañeros de travesía quedaron flotando a la deriva, en medio de la espesa oscuridad.  La lancha rápida de Guardacostas llegó al sitio a las 3:30 de la madrugada del día siguiente, debido a las difíciles condiciones en el mar. Los tres hombres vieron la lancha a lo lejos, pero esta no pudo ubicarlos y siguió.

Los náufragos estaban solos en esa inmensidad, a merced del mar y los animales que lo habitan. El miedo, la incertidumbre y el desespero los invadía. Pero, pese a que la lancha de la Armada pasó de largo, ello fue un aliciente. Sabían que los estaban buscando y fue un brote de esperanza. “Les dio moral”.

Las horas seguían pasando y la Armada sumó a la búsqueda la fragata ARC Caldas, mientras que por aire dispuso un avión Caza. La Fuerza Aérea también apoyó la misión. Así mismo, allegados y parientes de Eric consiguieron tres remolcadores de empresas privadas para colaborar en la búsqueda.

Salvavidas, determinantes
Los esfuerzos dieron frutos a las 11 de la mañana del sábado. A esa hora, miembros de la Armada que iban a bordo de la fragata, con ayuda de binoculares, divisaron puntos naranja en el mar, y le pidieron a la aviación naval que los revisara, y esta sobrevoló el área y confirmó que eran los tres náufragos.

“Nuestra ventaja fue que ellos tenían esos chalecos naranja puestos. Fue el color naranja de los salvavidas lo que permitió que los vieran luego de las trece horas que estuvieron en el mar”, explicó el Capitán Gutiérrez. Los náufragos fueron subidos a la fragata. Allí mismo, un helicóptero de la Armada los recogió y los llevó al Hospital Naval del Caribe, en Cartagena.

En general, estaban en buenas condiciones. Tenían quemaduras leves por el sol y síntomas leves de deshidratación. Del bote que zozobró, aún no se sabe algo, tampoco de su capitán. La zona donde desapareció tiene unos 2 mil 500 metros de profundidad, por lo que recuperar la nave sería una tarea imposible. La Armada sigue con las labores de búsqueda en superficie.

“Los marineros amarran cada cosa de la embarcación para que el agua o el viento no se las lleven, pero generalmente algo queda suelto y si la embarcación se hunde, hay cosas que flotan. Hasta ahora no hemos encontrado nada flotando en el lugar donde ocurrió el percance”, concluyó el capitán Gutiérrez.

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