Javier Ortiz Zúñiga, Harold Uribe Jiménez y y otro hombre que aún no ha sido identificado fueron asesinados en hechos aislados, que sucedieron en La María, Membrillal y en La Quinta.
Respecto al caso de Javier, se conoció que vivía en la carrera 11 de La Boquilla con su mujer y sus hijos, y que hasta hace poco trabajó en un hotel. Con la liquidación que le dieron, compró una moto, de placas CWF-63D, con la que trabajaba como mototaxista. Dicen que el domingo salió a mediodía de La Boquilla a hacer una carrera. Sus parientes esperaban que regresara a su hogar a las 6 p.m., como regularmente lo hacía, pero no apareció. Por eso, empezaron a buscarlo. La entramada se descifró ayer en la mañana, cuando sus parientes fueron a la morgue de Medicina Legal y allá descubrieron que uno de los dos cuerpos que ingresaron como NN al instituto era el de Javier. A este lo hallaron muerto en la madrugada de ayer en una trocha en Membrillal. Tenía tres heridas de arma blanca: dos en el cuello y una en el pecho. Aunque aún no hay nada claro y las autoridades tratan de establecer lo que le pasó, la familia del mototaxista cree que lo mataron por oponerse a que le robaran su moto, la cual no aparece.
De otro lado, está el caso de un hombre de unos 35 años al que apodaban ‘el Arenca’. Dicen que vendía dulces en los buses y que se la pasaba caminando las calles de La Quinta. Vecinos del sector relatan que ayer, a las 4 a.m., se encontró en la calle El Paraíso con otro sujeto, con el que empezó a discutir por un cigarrillo. En medio del cruce palabras, el sujeto sacó un cuchillo y lo hirió en una pierna. La herida le afectó la vena femoral al vendedor ambulante, quien luego se desplomó. El agresor fue capturado instantes después y policías llevaron al herido a un centro médico cercano, donde llegó muerto. Se desangró. El capturado es Diego Cassiani Ortiz, de 32 años.
Por último, está el caso de Harold Uribe. Ayer, a las 4 de la tarde, el hombre pintaba la fachada de una casa en el sector Loma del Peyé, en La María. Todo estaba tranquilo hasta que llegaron dos sujetos en una moto. El parrillero bajó, desenfundó una pistola y sin decir nada le dio cinco balazos en distintas partes, uno de ellos en la cabeza. El sicario huyó con su compinche, mientras que al baleado, quien vivía cerca, lo llevaron al CAP de La Esperanza, donde llegó muerto. Sus parientes prefirieron no dar declaraciones. La Policía confirmó que Uribe tenía anotaciones judiciales por concierto para delinquir y homicidio, y que su asesinato sería un ajuste de cuentas.
Comentarios ()