Un sicario condenó a muerte a Darío González Acuña. El hombre de 41 años residía en el barrio El Pozón y hace poco fue capturado por efectivos de la Policía Metropolitana de Cartagena por el delito de porte ilegal o tráfico de armas de fuego o municiones.
Por ello, fue presentado en audiencia pública ante un juez con funciones de control de Garantías, para ser procesado por ese delito. El togado decidió que González debía estar encerrado en su lugar de residencia mientras se adelantaba el proceso en su contra.
La medida judicial la cumplía en su casa, en el sector Los Ángeles de El Pozón, pero las indagaciones de la Policía Metropolitana dejan ver que el jueves en la noche, en pleno alto de las fiestas novembrinas de Cartagena, decidió salir de su encierro e ir a disfrutar con sus amigos.
Los asesinos le estaban haciendo ronda
Llegó al sector 14 de Febrero, en el mismo barrio, donde se encontró con amigos. Estaban en las afueras de un establecimiento público consumiendo licor, cuando lo sorprendió la muerte.
Dicen que dos sujetos en una moto, a los que había visto momentos antes en el sector haciendo ronda, llegaron al sitio e identificaron a Darío. Cuando se acercaron y vieron que era la persona a la que buscaban, el parrillero bajó, sacó un arma de fuego de la pretina de su pantalón y le apuntó a Darío.
A este último no le dio tiempo de nada, cuando quiso reaccionar ya el sujeto le había dado dos balazos en la cabeza y otro en el abdomen. Entonces las personas que estaban cerca empezaron a gritar. El asesino abordó la moto en la que lo esperaba su cómplice y juntos escaparon. Conocidos del herido lo cargaron y en una moto lo llevaron al CAP del barrio.
Cuando llegó aún tenía signos vitales, pero murió cuando los médicos trataban de estabilizarlo para remitirlo a una clínica. Hasta ahora se desconocen los móviles del crimen, pero se investiga si puede tratarse de un ajuste por situaciones relacionadas con el pasado de González Acuña.
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