Álvaro Angulo Bossa: La historia profunda está en los detalles

Habla de El Cabrero su ámbito de infancia como de un reino de maravillas amenazadas. Álvaro Angulo Bossa, que nació en Turbaco en 1935, se siente un cabrerano legítimo, un hombre sacudido por las nostalgias al pie del mar. Si cierra los ojos se devuelve a un patio lleno de garzas blancas. El aire se llena de pregones de palenqueras con sus palanganas de dimensión esplendente. A él se le debe junto a su amigo Rafael Ballestas Morales, la mirada cotidiana de la historia de Cartagena. Los dos se han sumido en los intersticios que los historiadores han soslayado tras el embrujo del dato y la cronología. Sus cinco libros sobre la historia de Cartagena nos llevan de la mano de lugares comunes e invisibles, de personajes y episodios entrañables. El sentido común y la gracia humana acompañan su manera de concebir el ejercicio complejo de abogado, catedrático, historiador y aficionado a la música. Uno de los géneros que le apasionan es el de la crónica al que ha consagrado un libro titulado “ Novelistas y cronistas de Cartagena de Indias”. Sabe que los límites entre la ficción y la realidad son sutiles y que el instrumento de ambos es el mismo, y que las criaturas imaginadas y tangibles se retroalimentan, se fusionan y complementan. Gracias a su desvelo de lector paciente ha probado que toda la historia de Cartagena ha sido narrada con diversos tonos y cadencias. El género narrativo ha sido esencial tanto en el periodista como en el escritor de ficción y su ritmo se nutre de la espléndida tradición oral del Caribe colombiano. A lo largo de casi cinco siglos ha habido la tentativa de atrapar la realidad embrujante y epopética de Cartagena en la mirada de viajeros, peregrinos insaciables, conquistadores seducidos, caballeros andantes, marineros en tierra. Angulo Bossa, Miembro de la Academia de Historia de Cartagena, no tiene aspavientos de historiador sino de un cálido y desenvuelto conversador del Caribe, que en cualquier instante es capaz de integrar el apunte jocoso y divertido y la sentencia filosófica, el sentido del humor y la reflexión y el caracol de su oído dispuesto para la música. Él preserva junto a sus amigos una virtud perdida entre los cartageneros: el don de la conversación, la bohemia musical y literaria, la capacidad para sostener una tertulia humana e intelectual sin solemnidad ni artificio. Sobre sus hombros resplandece la sombra de sus méritos y búsquedas humanísticas: su cercanía con su abuelo materno Simón Bossa, su devoción por la docencia a lo largo de más de tres décadas en la Universidad de Cartagena y Universidad Libre de Cartagena, su reconocimiento como Profesor Emérito de Derecho Constitucional y su orgullo de haber sido bachiller del Colegio La Esperanza y egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena. Lo demás es su larga y fecunda travesía en la Rama Judicial como Magistrado del Tribunal Administrativo de Bolívar durante catorce años, su incursión en la escritura y en la historia a través de libros como “Añoranzas de El Cabrero” (1989), “Aspectos sociales y políticos de Cartagena “ (2003), “Crónicas y añoranzas de Cartagena “ (2003), ensayos sobre Derecho Constitucional, “Novelistas y Cronistas de Cartagena” (2006), entre otros. Nadie sabe cómo se las compone para descifrar la historia con el mismo encanto y pasión con que toca las congas en el grupo Oro Caribe y con la misma gracia con que recuerda aquellos amaneceres de garzas blancas en Marbella.