Revista dominical


Cartagena es una tentación cultural

GUSTAVO TATIS GUERRA

04 de agosto de 2013 06:35 PM

Vienen los españoles, los brasileros, los rusos, los griegos, los franceses, los chinos, los viajeros del otro lado del mar, a Cartagena, interesados en conocer la ruta vital y literaria de Gabriel García Márquez, que hace unos siete años se hacía a pie por la ciudad amurallada, contada por su hermano Jaime García Márquez. Muchas veces fui invitado a acompañar a Jaime en esta aventura liderada por la Universidad Tecnológica de Bolívar en sus travesías desarrolladas por la Escuela de Verano. Nosotros hacíamos una docena de estaciones y compartíamos historias, anécdotas y vivencias del Premio Nobel del Literatura, que incidieron en sus crónicas, cuentos y novelas. Hace poco, gracias a la tecnología y a un ejemplar proyecto de audioguía con traducción simultánea, los viajeros no requieren que nadie les cuente nada, porque ya todo ha sido grabado y en treinta y cinco estaciones, los propios viajeros pueden escuchar la propia voz del escritor y la explicación de cada una de las estaciones.

Esta es una de las seducciones que tiene Cartagena, para los viajeros que han planeado algo más que ir a rumbear o a asolearse frente al mar. Porque junto a esta travesía por el universo de García Márquez, está el destino cinematográfico en el que se ha convertido Cartagena. El destino turístico se ha vuelto más complejo y se ha proyectado hacia otras vertientes de la vida contemporánea. La inversión en lo cultural es una de las nuevas facetas de la ciudad. El destino empresarial que incide en lo cultural. Los huéspedes del antiguo convento de Santa Clara hoy pueden bajar del bar hasta la bóveda donde se guardan los restos de la abadesa y donde se presume se halló la enorme cabellera de cobre de Sierva María de Todos los Ángeles, cuando se estaba restaurando el claustro para convertirlo en hotel cinco estrellas. García Márquez ha sido esencial en este nuevo destino cultural que es Cartagena. La casa del Marqués de Valdehoyos que figura en tres de sus novelas, ha sido escenario de filmación de “El amor en los tiempos del cólera” y “Del amor y otros demonios”. Pero también lo ha sido para la filmación de “Crónica de una muerte anunciada”, y de otros filmes que se han hecho en Cartagena, como “La misión”.
La realización de seis eventos internacionales como el Cartagena Festival Internacional de Música, el Cartagena Hay Festival, el Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci) y el Festival de las Artes Escénicas del Gran Caribe, el Seminario de Estudios del Caribe y el Mercado Cultural del Caribe, convirtieron a Cartagena en referencia mundial como escenario de encuentro y disfrute de todas las manifestaciones creativas: la música, la literatura, el cine, el teatro, la danza. Pero también habría que agregar: las Festividades de la Independencia de Cartagena, que buscan ser reconocidas ante el Ministerio de Cultura, como Patrimonio Cultural de los Cartageneros y los Colombianos, atraen la atención nacional e internacional. El destino cultural ha sido la sorpresa del destino turístico que privilegiaba paisajes, escenarios y monumentos, y se ha complementado con el patrimonio oral e inmaterial: la música, la tradición oral, el misterio encantador de saber que en una habitación de un hotel de Bocagrande durmió el poeta Jorge Luis Borges con María Kodama, que en otra habitación de una casa colonial del centro amurallado durmió Yoko Ono cuando la ciudad estaba en ruinas; que en una casa discreta frente al Parque Fernández de Madrid, vivía la familia de Fermina Daza, el personaje de García Márquez en “El amor en los tiempos del cólera”. Que en las plazas del centro amurallado, el actor Marlon Brando hizo escenas inolvidables para la película “Quemada”, de Gillo Pontecorvo, junto al palenquero Evaristo Márquez. Que la más antigua universidad de la ciudad  fue construida por Simón Bolívar, en el Claustro de San Agustín. Que alguna vez, mientras llovía en aquel 21 de mayo de 1590, el escritor Miguel de Cervantes escribió una carta triste y desgarrada deseando salir de España y trabajar en Cartagena de Indias.
Los escenarios que hace cinco siglos fueron el espanto de la guerra, hoy han sido convertidos en majestuosas recintos para la memoria,  en habitaciones intemporales donde el siglo XVII se abraza con el siglo XXI, en aposentos para el gozo y el retiro espiritual, para la intimidad y el sosiego, ámbitos para el disfrute de los sabores y los saberes del mar, claraboyas para asomarse a  un mar sereno e infinito, recién pintado otra vez por Obregón.
Los cartageneros raizales se sienten abrumados por la nueva tentación que vive la ciudad: el mundo se ha enamorado de Cartagena. Y piensa en ella para todo tipo de quimeras e iniciativas: elegida como lugar ideal para casarse o descasarse, para quedarse a vivir, para celebrar una nueva alianza, para filmar una nueva película o iniciar una nueva empresa cultural. Es la ciudad de las nuevas aventuras humanas. Una ciudad que está ya en la agenda del mundo. Los cartageneros buscan su horizonte en medio del laberinto de este nuevo destino. Y se preguntan: ¿Qué tendrá Cartagena  que lleva a delirar al mundo? Los sobrecoge los contrastes abismales entre pobreza y riqueza extrema y la fragmentación social de los mismos cartageneros, que desde la Colonia aún padecen formas de exclusión socioracial. El mundo llega a Cartagena que es algo más que una Ciudad Amurallada. Y su fascinación trasciende las palabras: no es solo su arquitectura, su historia, es también su manera singular de vivir. No hay otro imán: Es la vida con sus dramas y maravillas, la que seduce a los viajeros del mundo.
El presidente Barack Obama le dijo a su esposa Michelle Obama al llegar a Washington: “Ya sé donde nos vamos a pasar las vacaciones”. ¿Dónde?-preguntó la señora Michelle. “En Cartagena de Indias”.
 

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