Revista dominical


Cuba en tiempos de Re-evolución

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

18 de octubre de 2015 12:00 AM

Comienza octubre y el clima en Cuba es una metáfora natural de la nueva realidad de la isla: El Huracán Joaquín en una “caprichosa trayectoria” amenaza con venirse sobre la isla con vientos de 205 kilómetros por hora, pero finalmente decide irse por los costados y adentrarse en el mar. Entretanto en La Habana llueve por ratos, resplandece el sol y una suave brisa refresca las esperanzas de propios y visitantes que se mantienen expectantes frente al horizonte.

Es una Habana distinta; con los mismos encantos y fascinaciones de siempre, con su historia viva, con sus viejos edificios y ropa colgada en los balcones, con los repotenciados carros Chevrolet, Ford, y Pontiac de la década de los 50; con largas  filas para comer helado en el Copelia; con la contemplación de atardeceres desde el malecón; con la música en vivo y los mojitos de la Bodeguita del Medio, pero con nuevos espacios y expresiones que evidencian que algo diferente está pasando. La brisa es fresca.

Al lado de las “máquinas” o viejos taxis colectivos, circulan ahora uno que otro automóvil de último modelo comprado a precio astronómico. En la exclusiva zona del Vedado y en otras frecuentadas por el turismo aparecen cada vez más restaurantes, bares y tiendas administrados por particulares, en un vertiginoso incremento del llamado “cuenta propismo”, impensable en otras épocas.

Muchos de los jóvenes que transitan en las noches por esos sectores se concentran en sus teléfonos  celulares y se apasionan con las incipientes conexiones a Internet. Algunos llevan la cabeza rapada, o  cortes estrambóticos, visten pantalones de colores, camisetas sin mangas, y  lucen aretes y pircings. En los centros nocturnos escasea el son y la trova (nueva o vieja), pero suena la bachata, el rock y el reguetón. Nubarrones en el cielo de la Habana.

Son tiempos de apertura, para algunos adultos cubanos es mucho más de lo que se debe; los closets se abrieron y la defensa de la diversidad sexual conquistó espacios antes cerrados, no solo en las calles sino también en la televisión, que en su programación nacional ha incluido emisiones de la película “El Secreto de la Montaña”, cuyas escenas casi explícitas generan reacciones encontradas. “¡Cómo es posible, caballero!…”

Aún permanecen en las calles  grandes carteles con la imagen del Papa Francisco, quien hace pocos días hizo una visita histórica a la isla. Su foto estrechando la mano de Raúl Castro, ocupa  la primera página en la primera edición a full color del Periódico Granma, órgano oficial del Partido comunista, que al conmemorar sus 50  años anuncia el ingreso a la modernidad. El sol se asoma.

Todo eso ocurre en momentos en que se abre paso la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, tras 50 años de bloqueo comercial a la isla. La flexibilización de algunas medidas; la apertura de embajadas en ambos países, y los recientes estrechones de manos entre Raúl Castro y Barack Obama, constituyen las primeras muestras de una nueva era, que si bien genera expectativas en el mundo, para los cubanos es una  compleja transición y  no propiamente un  camino de rosas.

En el norte algunos visionarios con criterio expansionista se frotan las manos imaginando para el futuro inmediato una Cuba abierta al gran flujo de capitales extranjeros que desarrollarán la construcción de grandes hoteles, el establecimiento de industrias, puertos, apertura de cadenas de almacenes, supermercados, y el consecuente restablecimiento del consumismo.

Recuerdan con lasciva nostalgia y deseos de retorno, los tiempos en que los cabarets y casinos superaban la oferta de diversión de Las Vegas; en los que Cuba era “un lugar donde la conciencia se tomaba unas vacaciones”. Se avecina el Huracán.
Pero desde la otra orilla, los cubanos con diferentes visiones y enfoques discuten qué todo eso encajará en un modelo que están dispuestos a evolucionar, a ajustar, pero nunca a entregar. Son discusiones profundas, divergentes con más preguntas que respuestas y con una libertad de formularlas, difícilmente de aceptar desde los estereotipos y el imaginario colectivo que ha fundamentado la prensa occidental.

En un decidido paso para ampliar el debate involucrando a los medios de comunicación de América Latina, el Instituto Internacional de Periodismo José Martí realizó el primer curso “Relaciones Cuba- EE.UU., un antes y un después”. Allí  se vieron evidenciadas dos posiciones centrales en torno a las cuales se identifican académicos, políticos y periodistas: una que argumenta la insostenibilidad del modelo económico y como  consecuencia la inviabilidad del sistema político, y otra, que admitiendo la necesidad de replantear el modelo económico no está dispuesta a ceder un ápice en los fundamentos básicos de la revolución.

No obstante quienes lideran esa dualidad, tienen claro que no pueden esperar de Estados Unidos nada diferente a lo que ha sido su propósito histórico: destruir el sistema político cubano, e implementando nuevas herramientas ante el fracaso de las agresiones de todo tipo ejecutadas durante 50 años, incluyendo el bloqueo económico, que a pesar de ser el más fuerte y prolongado que ha padecido una nación en el mundo, no la pudo doblegar.
Unos piensan que el bloqueo caerá en cualquier momento; otros aseguran que no será pronto y que en el mejor de los casos no ocurrirá antes de 2020. No obstante coinciden en calificar como ilusos a quienes piensan que con la desaparición del bloqueo desaparecerá  la Revolución. Llueven las ideas.

Quienes representan las fuerzas políticas y pensantes del Estado aceptan que el socialismo no ha funcionado plenamente, que sigue en construcción, que hay errores por corregir, pero que en Cuba nunca más habrá lugar para el imperio del capitalismo salvaje, porque ello implicaría desaparecer las conquistas sociales de la revolución, que se simbolizan con el acceso gratuito y oportuno a la salud y a la educación en todos sus niveles, el suministro por parte del Estado de la alimentación para garantizar el mínimo vital a 11 millones de personas; la garantía del derecho al trabajo, que permite que el índice de desempleo sea solo del 2.7%, entre otros logros  que ningún cubano está dispuesto a ceder.
“La revolución cubana se soporta en lo social, pero no logra sustentabilidad económica”, dijo en una conferencia el ex Ministro de Economía de la isla, José Luis Rodríguez, quien estima que se requieren US$ 2.500 millones de inversiones anuales para lograr un punto de equilibrio.

Aunque la dirigencia cubana  sostiene  que  EE.UU. es quien está rectificando su modelo intervencionistas, es evidente que Cuba ha dado señales de confianza para llegar al momento actual de las relaciones: redujo los gastos fiscales; aumentó el pago del servicio de la deuda externa, y avanza en el adelgazamiento de la estructura estatal, según los reportes del ex Ministro. A ello se le agrega que después de ser señalada como nación auspiciadora del terrorismo y de exportar la revolución a otros países, desde hace tres años es escenario de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. Refresca la brisa.

Así las cosas lo que ocurre en Cuba y seguirá consolidándose con la flexibilidad de las restricciones de su poderoso enemigo, es una “Re evolución”; es decir, una transformación de procesos económicos, políticos y sociales, pero en el marco del modelo socialista, bajo la consigna “dentro de la revolución todo, por fuera de la revolución nada”.

Cuba no se quiere ver reflejada en los espejos de China o de Vietnam, que representan una especie de convivencia o fusión Comunismo-capitalismo. Sus dirigentes no tienen aún la formula, pero advierten con vehemencia que cualquiera que ella sea, será  construida única y exclusivamente desde la realidad cubana, prevaleciendo los principios fundamentales de  independencia, respeto y soberanía.

No se trata, como podrían pensar algunos, de un debate entre generaciones; las figuras representativas del gobierno, de la academia y del periodismo, son en buena parte jóvenes con elevada formación intelectual, que orientan conceptualmente las investigaciones y las decisiones, al tiempo que canalizan los temores, desafíos y esperanzas de la nueva realidad.

Impacto en el turismo
Cuba es visitada  anualmente por tres millones de turistas. En lo que va corrido de 2015 ingresaron 150 mil norteamericanos, pero se estima que una vez caigan las restricciones que les impone su gobierno, lo harán otros 2 millones en el primer año, y muchos más de otras partes del mundo, lo que implicará un estallido del sector, con todas sus implicaciones y riesgos económicos y sociales. El huracán se aleja, pero toca indirectamente algunas costas.

Sin embargo ese desafío, que involucra un sustancial desarrollo de la infraestructura aérea, portuaria, hotelera y de servicios, es poco para los grandes retos que esperan a la isla en la llamada “era post Fidel”. El gobierno y el pueblo cubano lo está asimilando, y su actitud frente a la nueva realidad la  expresa claramente en un mensaje escrito hace pocos días con letras gigantes en la vía al Aeropuerto José Martí:  “Es tiempo virtuoso y debemos insertarnos en él”. Se despeja el horizonte.

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