Cultura colombiana tipo exportación

Para triunfar en el mundo del espectáculo se necesita mucho más que talento. Rafael Ramos, músico y gestor cultural que ha trabajo junto a artistas de la talla de Totó la Momposina, Petrona Martínez y Etelvina Maldonado, sabe por experiencia de los esfuerzos que los artistas emergentes tienen que hacer para conseguir un establecerse en la industria. Algunos obtienen sus quince minutos de fama pero no logran mantenerse, otros por más interesante que sea la propuesta que presentan no logran trascender. Como una especie de bitácora que une el camino de dos mundos que parecen oponerse, Ramos lidera desde el 2008 el Mercado Cultural del Caribe, un espacio en el que música y negocios se combinan para enseñarle a los artistas nacionales cómo establecerse en el medio. “Los artistas colombianos están necesitando un proceso de formación que les permita competir a nivel internacional, yo creo que el Mercado es la respuesta. La idea es que este espacio sirva de promoción y negocio para la circulación de la música y las danzas colombianas”, explica. En el último Mercado Cultural que se desarrolló los primeros días de diciembre en el Centro de Formación y Cooperación Española, 136 participantes, entre artistas y empresas culturales, exhibieron sus propuestas ante invitados nacionales e internacionales representantes de festivales, gerentes de sellos disqueros, directores de redes culturales y de fundaciones que investigan y promocionan la música. “Este año tuvimos un crecimiento de un 70 por ciento, una mayor cantidad de actividades, una proyección del mercado hacia la ciudad y una participación de los ciudadanos en los eventos, todos se hicieron en la calle y fueron de entrada libre”. Uno de los principales objetivos del Mercado es la formación del sector. “Una de las debilidades de la oferta colombiana detectada internacionalmente es la falta de preparación que tienen los artistas colombianos porque carecen de una estructura formal, de un manager, de una agencia de representación, estamos fomentando desde el Mercado que el artista entienda y entre en esa dinámica de la competición internacional”. Ramos dice que en el país el negocio de la música todavía es un poco informal, con el Mercado se está consiguiendo que los actores queden más informados sobre el tema. En las dos versiones que lleva el Mercado Cultural ya se puede hablar de experiencias exitosas. El año pasado muchos artistas consiguieron manager. Naki, una indígena emberá que se inscribió en la rueda de negocios realizada en el 2008 conoció a Karen Loewy, productora y manager de Maia en el inicio de su carrera. Luego de firmar con Loewy, Naki grabó un disco que llegó a las listas Billboard y tiene conciertos programados. Totó la Momposina este año vendió fechas para hacer giras de conciertos en Estados Unidos. El Mercado Cultural ayudó a que el talento colombiano llegara hasta los oídos de compradores que no asistieron. Ramos cuenta que de Australia le escribió un interesado en las presentaciones del grupo Cimarrón y de Etelvina Maldonado. Otros grupos como Son Palenque y Alegres Ambulancias, también de Palenque, hicieron contacto con compradores interesados. Aunque ya se han visto resultados y cada vez tiene más acogida entre los artistas del país y los representantes culturales del mundo, Ramos ve con preocupación que en el Mercado se presentan más ofertas de Cali, Medellín y Bogotá que de Cartagena y la región. “El artista local no está pensando en una proyección internacional o no sabe que para conseguirlo hay un camino. Yo espero que nuestros artistas aprovechen que tienen la sede del Mercado en Cartagena y asistan a los seminarios que hemos llamado Laboratorios de Emprendimiento Cultural donde se enseña a los músicos cómo hacer un portafolio cultural, para qué son los mercados y cómo se prepara una oferta. Hay artistas que tienen una tremenda propuesta pero a la hora de sentarse a negociar no hay un material que realmente demuestre que es un grupo profesional”. El Mercado Cultural del Caribe espera articular las músicas colombianas con todo el gran caribe por eso la oferta es variada. Este año hubo desde música indígena de la tribu de los Tubú de Vaupés, bandas pelayeras, gaitas, hip hop, salsa, Jazz, música andina y llanera hasta artistas como Pernett y Aterciopelados.