Revista dominical


Cultura y medios: ¿Dónde carajos está Orlando?

RICARDO CHICA GELIS

16 de diciembre de 2012 08:05 AM

A Orlando Ortega Barreto, el peluquero de San Jacinto – Bolívar, lo encontré donde Mañe. Lo encontré en la última barbería clásica para caballeros que queda en el centro histórico de Cartagena.  Justo en frente de la notaría primera en la calle del Arzobispado. Todo comenzó hace poco más de cuarenta años, una tarde en que mamá me llevó a que me motilaran. Tenía tres años de edad, cuando me montaron en la silla de caballito y Orlando, de sus manos, hizo aparecer un confite que me dio para atenuar el terror. Todos los niños lloraban y siempre supuse que era el ruido eléctrico de las máquinas, además de la atmósfera solemne marcada por quienes iban en busca de un motilado para gente seria. Caras serias de señores que hacían su trabajo, caras serias de señores leyendo el periódico y caras serias de señores discutiendo temas de gran importancia. Eran tiempos de la barbería Jaramillo, en lo años setenta, ubicada en la calle Estanco del Tabaco.

Hace poco menos de un mes cerraron la barbería Jaramillo y durante casi todo este año, Orlando me lo venía anunciando; no obstante, cuando ocurrió, caí en el cuasi desespero “¿Y ahora, quién podrá motilarme?” Me asaltaba la pregunta, en la medida en que mi pelo rucho crecía en desorden y desencajaba mi apariencia. Los reclamos de mi madre, en cada ocasión de visita, eran cada vez más penosos “¿Cuándo te vas a motilar?” interrogaba con severidad.  Al saber que cerraron La Jaramillo, me preguntó de inmediato “¿Dónde carajo está Orlando?” A continuación, el silencio. A medida que crecía mi pelo rucho, me sentía como un loco caminando por la calle. Sólo me faltaba hablar en solitario. Durante este último mes hice un esfuerzo por recordar aquel puñado de barberías del centro, a las que nunca me atreví a visitar, pues, el contrato que firmó mi madre, apenas pisamos La Jaramillo, fue de por vida.
Había una barbería que funcionaba junto al antiguo Banco Central Hipotecario, en La Matuna, en frente del Parque Centenario. Tenía un aire de modernidad porque a través de su fachada transparente se podía ver su ambiente interior, quizás era la única de esa característica. También estaba la barbería Sport, si no estoy mal, en la Segunda de Badillo, cerca del Parque Fernández de Madrid; allí se encontraban peluqueros como Juan Pacheco, Víctor Amador, Alfonso Padrón y Luis Mariano Mendoza. Había otra: La barbería Martelo en la calle Cochera del Gobernador, si no me equivoco, tuvo su origen por los lados del Parque Bolívar. En la barbería La Colonial estaba el señor Pedro Cordero, el papá de Mañe Cordero. Los Cordero son una institución en barbería tradicional cartagenera que fácilmente puede estar alcanzando los cien años; además de Mañe Cordero, están Jaime Cordero y Lisímaco Cordero quienes, junto con Orlando, atienden desde las siete de la mañana, todos los días incluyendo los fines de semana, en una barbería sin nombre, pero que antes, se llamaba Rex.

Hubo un tiempo, lejano ya, en que prácticamente duré cinco años sin motilarme. Fue en Ciudad de México y en materia de peluquería viví en estoica resignación. De vez en cuando alguna novia se ofrecía a motilarme y yo lo aceptaba por caridad, por costumbre y por hacerla reír un rato a mis costillas, junto con sus amigas. A mi regreso, después de casa, me fui para donde Orlando quien puso en su lugar un elemento medular en nuestra vida cotidiana. Cuando me vieron motilado, me dieron la verdadera bienvenida; pues, lo cierto es que apenas llegué con ese pelo indecente, las miradas lo decían todo: “Te ves distinto”, me decían con timidez. “Mañana mismo te vas a buscar a Orlando” Sentenció mamá, pues, quería su hijo de vuelta. Y ahora, cerrada La Jaramillo quedé a la deriva. Un par de veces miré con el rabito del ojo hacia donde Mañe Cordero y su barbería, pero no me decidí a entrar; hasta que un buen día de la semana pasada me encontré un grupo de caballeros conversando en los pasillos de la Universidad de Cartagena, entre otros, Alfonso Múnera y Omar Freitas. Me percaté de sus motilados recientes “¿Dónde carajo está Orlando?” Y con su respuesta me arreglaron el fin de año. Feliz Navidad.
ricardo_chica@hotmail.com    

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