De primera

La Avenida Primera de Bocagrande, también conocida como avenida del Malecón, es un componente de la movilidad de Cartagena de gran importancia; lo que con ella se haga tiene repercusiones que afecta sensiblemente el tráfico hacia y desde la zona turística. Cada día el asunto es más crítico y no da espera tomar decisiones al respecto.
El caso de la Primera es muy interesante por la manera como se ha tratado urbanísticamente, considerando su particular localización al frente del sector de playas más visitadas  de la ciudad, la que soporta la mayor carga de turistas los fines de semana y durante las temporadas. Hoy, al recorrerla podríamos pensar que siempre ha estado allí, que  sus características han permanecido en el tiempo y haber sido utilizada del mismo modo. En los inicios, a mediados del siglo pasado, cuando la Andian Corporation traza la Urbanización de Bocagrande y construye sus principales calles, concibe el borde de mar como un espacio de acceso a las casas de sus trabajadores con tratamiento de zona calmada, vista al Centro Histórico y playas integradas directamente a las viviendas.
Las mismas características se daban en el sector próximo a la Base Naval, donde estaban localizadas las casas de la Andian, como en el extremo donde dos décadas antes se había construido el Hotel Caribe. Con la instalación del alcantarillado del barrio y la pavimentación de sus calles en los años sesenta se construyó el tramo que va desde el Edificio Seguros Bolívar hasta el Hotel Capilla del mar, en donde se giraba para integrarse a la San Martín o Avenida Segunda. La Primera, aún con pavimento, era una vía secundaria de poco tráfico que no le competía a la Segunda ni como vía comercial ni residencial; sobre ella quedaban muchos lotes sin construir. Esta situación permaneció así hasta los años ochenta cuando la Alcaldía decidió construir su prolongación hasta La Cabaña.
Esta medida ocasionó protestas ciudadanas pues se rompía el vínculo directo con las playas, privilegio que pocas propiedades de la ciudad mantenían entonces. Los urbanistas opinaban que la relación no era benéfica para la actividad turística. Finalmente la obra se llevó a cabo, y todos conocemos la situación actual en la que es evidente su contribución al mejoramiento de la movilidad del barrio. En tiempos más recientes, aproximadamente desde los inicios del actual siglo, los proyectos hoteleros, de habitaciones turísticas y centros comerciales se han incrementado de modo superlativo y se prevé un monumental trancón de punta a punta.
Vuelven las angustiadas voces ciudadanas a expresar su preocupación y expertos plantean que se amplíe a cuatro, seis u ocho carriles, se rellene el mar, se hagan protecciones marginales y se construyan espolones y un gran paseo. A contrapelo de lo anterior es importante analizar qué es lo que más conviene: recuperar el paso directo a la playa convirtiendo la vía al tráfico calmado en el que prime el peatón y solucionar la conectividad vehicular por otra parte, o incrementar el tráfico vehicular con todas las consecuencias ambientales y urbanísticas que ello acarrea.
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