Revista dominical


Del escepticismo al orgullo

RICARDO CHICA GELIS

02 de mayo de 2010 12:01 AM

Del escepticismo al orgullo es, en mi opinión, el camino que la Universidad de Cartagena ha recorrido en estos cuatro años. Lo digo porque una universidad es, al mismo tiempo, un proyecto de sociedad. Un proyecto instalado en un devenir generacional. Miremos, por ejemplo, la Universidad en Oxford en Inglaterra fundada hace casi mil años. O miremos a Harvard fundada en 1636 en los Estados Unidos. Miremos ambas universidades y pensemos en las sociedades en que fueron instaladas, su perdurabilidad y su incidencia, no sólo en sus sociedades próximas, sino en el mundo entero. Dicho lo anterior, hago esta aclaración: no quiero referirme a pequeñeces. Quiero pensar en grande, porque somos capaces y porque nos merecemos lo mejor de la vida. Porque, quizás, el problema de fondo de la sociedad cartagenera, es nuestro deplorable complejo de inferioridad. Estos cuatro años en la Universidad de Cartagena han sido inspiradores, a pesar de los incrédulos, cosa muy distinta de los críticos. La crítica fundamentada, es consustancial a la vida universitaria, porque el conocimiento es provisional. Porque el patrimonio de la universidad es la duda, es decir, lo verificable. Un proceso que, en una paradoja aparente, requiere fe. Es por eso que, en estos cuatro años, la Universidad de Cartagena –no sólo se ha construido desde la crítica- sino, en especial, desde la contribución. Y, eso, estimados lectores, es de lo que todavía la sociedad cartagenera no se entera. Nuestra universidad y nuestra sociedad es posible por lo que retribuimos, por lo que aportamos, no por lo que le quitamos o le sustraemos. El complejo de inferioridad, siempre espera que le den su poquito. De ahí que ahora, más que nunca, la Universidad de Cartagena sea tan vital y se postule como un referente cierto que posibilita cambios tan necesarios y tan anhelados. Para eso necesitamos inspirarnos y eso lo hace gente que contribuye, tal y como hacen nuestros científicos –de calidad mundial- en la Universidad de Cartagena. Personas como Jesús Oliveros en química ambiental; Luis Caraballo en inmunología; Ricardo Vivas en química computarizada; Alfonso Múnera en historia; Rómulo Bustos en literatura; Nelson Alvis en economía de la salud. Hay muchos más y se me hace tan injusto no poder mencionarlos por falta de espacio. Hay que ver el trabajo de Edgar Gutiérrez y Jorge Nieves en cultura; el de Pilar Morad y Gloria Bonilla en familia, feminidades y masculinidades; el de Edgar Parra en educación; el de Amparo Montalvo en cuidadores; o el de Sergio Paolo Solano en historia de la organización laboral. Hace cuatro años la universidad tenía un déficit más de tres mil millones de pesos, hoy está en un superávit de más de ocho mil millones. En 2006 había 10.300 estudiantes, hoy son 17.300. Con la creación de la Vicerrectoría de Investigaciones, la universidad dio un salto adelante y hoy es la primera de la región caribe. En 2006 había 23 grupos de investigación, ahora hay 65 clasificados en Colciencias. Un referente que jamás hay que perder de vista, está en la misión de la UDC: formar ciudadanos; lo que yo imagino como una clase media ilustrada muy amplia, lo que muy seguramente, nos haría muy distintos a lo que ahora somos como ciudad, como sociedad. Es por eso que hay que creer en la revolución silenciosa de la educación. Fíjense, ya se ofrecen tres doctorados y el cuarto aparecerá el próximo año. Durante este tiempo se concretaron las condiciones y relucieron las capacidades. Ambos aspectos son producto de la ética de la tenacidad, de la determinación y, en especial, de la idoneidad de un distinguido grupo de profesionales que conforma el cuadro directivo compuesto por rectoría; vicerrectorías académica, administrativa y de investigación; y, la secretaría general. Así como también las distintas decanaturas, dependencias, institutos, observatorios, UDC radio, UDC televisión, programas de pregrado y posgrados. Fuimos fundados hace 187 años y nuestro destino es prevalecer en la justicia y en la creatividad. Hoy la Universidad de Cartagena nos da elementos contantes y sonantes para que nos sintamos orgullosos de ser cartageneros. Debemos creer en nosotros. Es por eso que esta columna se la dedico con todas mis fuerzas a los estudiantes, a los que serán los maestros de mis hijos. A los que van a dar el ejemplo a la sociedad entera. ricardo_chica@hotmail.com RECOMENDADOS El prestigio de la belleza. Piedad Bonnett. Alfaguara. 204 páginas. Es la tercera novela de esta extraordinaria poeta, ensayista y dramaturga colombiana. Es un texto narrativo que fluye sin artificios llevándonos de la mano a un mundo en donde se cruzan la ternura, la inocencia, los terrores de la infancia, el miedo y las mutaciones del cuerpo. Piedad Bonnett (Bogotá, 1951), es licenciada en Filosofía y Letras de la U. de los Andes. Tiene una maestría en Teoría del Arte y la Arquitectura de la U. Nacional. Es autora de las novelas “Después de todo” (2001), “Para otros es el cielo” (2004) y “Siempre fue invierno” (2007). Es autora de los poemarios: “De círculo y ceniza”, “El hilo de los días”, “Los privilegios del olvido”. En 2005 publicó “El mundo según García Márquez”, selección de definiciones del Premio Nobel. Su poemario “Las herencias”, fue publicado por Editorial Visor en 2008 en su nueva colección Palabra de Honor. El escándalo de miel. Gioconda Belli. Seix Barral. 236 páginas. Una suma de la obra intimista, erótica y vitalista de Gioconda Belli, una de las mejores poetas y narradoras de Centroamérica y pionera de la renovación de la poesía de su país. Nacida en Managua, irrumpió entre nosotros con aquel bellísimo poemario combativo y erótico “Línea de fuego”, Premio Casa de las Américas, 1978. Pero en 1974 había ganado el Premio Mariano Fiallos Gil con su poemario “Sobre la grama”. Le siguieron: “Truenos y arco iris” (1982), “Amor insurrecto” (1984), “De la costilla de Eva” (1986), “El ojo de la mujer” (1990), “Apogeo” (1997), “Mi íntima multitud” (Premio Internacional Generación del 27, en 2003). Es autora de las novelas “Sofía de los presagios” (1990), “Waslala” (1996), “El pergamino de la seducción” (2005), “El infinito en la palma de la mano” (2008), con ésta última ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Mi papá es un hombre pájaro. David Almond. Norma. 157 páginas. Este escritor inglés que vive en una cabaña al fondo de su jardín en la que llegan los pájaros, ha ganado los más importantes premios de literatura como el Hans Christian Andersen, Carnegie y el Whitbread. Ahora este libro reciente, ilustrado por Polly Dunbar, reconfirma sus dotes narrativas y su volátil imaginación que lo lleva a crear unos personajes capaces de competir con los pájaros. El protagonista se arna de un par de alas y emprende la iniciativa de una competencia de pájaros humanos dispuestos a cruzar el río Tyne. Su hija Isabelita es la primera extrañada cuando le oye decir que volará como los pájaros. “Al fin voy a dejar mi huella”, dijo, y empezó a aletear. Todo ocurre en una ciudad lluviosa al norte de Inglaterra.

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