Revista dominical


Edgar Francisko Jiménez: El otro espíritu del carnaval

REDACCIÓN DOMINICAL

13 de mayo de 2012 12:01 AM

Es un virtuoso de la línea, la forma y el color. Edgar Francisko Jiménez (Pijiño, Magdalena, 1951), es uno de los grandes artistas contemporáneos de Colombia, cuya obra ha forjado en cuatro décadas, un universo nutrido de la danza y el carnaval.
Egresado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá (1977), ganó en 1979 el segundo premio de pintura en el Primer Salón Regional de Artes Visuales del Magdalena.
En 1980 fue a París, a estudiar grabado al agua fuerte a color, en el “Atelier 17” con el Maestros S.W. Hayter, con ésta técnica desarrolló el tema de la Cumbia, que luego continuó en España, a donde se trasladó a estudiar Litografía en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona. Allí el galardonado con el premio Planeta, el escritor Cristóbal Zaragoza dice de su exposición en el Circle Artistic de Sant Lluc: “…; Fui comprendiendo su trabajo, sintiéndolo como se  siente el latido de la vida, a medida que me sentía observado por la burlona gravedad, carnavalesca a veces, de cierta mujer de inconfundible corte garciamarquiano, a medida que mis piernas se enredaban en el trenzado de una danza para mí exótica o que se producía el sorprendente acomodo de mi sensibilidad a los colores difusos, gamas rojizas o anaranjadas, agobiantes atmósferas de verdes y sepias que, ya, me situaban exactamente en el lugar preciso donde empieza el sueño y termina la realidad”.
“Cuando yo estaba en el Atelier 17 estudiando grabado  sobre metal, me rodeaban artistas latinoamericanos, franceses, ingleses, americanos, japoneses, y me asaltaba siempre la pregunta sobre qué marcaba  la diferencia y la semejanza de un hombre nacido en el Caribe con el resto del mundo. La cumbia fue un factor de identidad como colombiano y a la vez un factor diferenciador de frente a la cultura europea, incluso de frente a las manifestaciones culturales de los otros latinoamericanos que encontré en París”, confiesa el artista en una intensa conversación con El Universal.
“La cumbia se me reveló como el paradigma del espíritu alegre, festivo y colorido del costeño, por lo tanto era el tema ideal para revelar en mí ese espíritu de la tierra donde nací. La experiencia francesa me aportó mi visión del arte abstracto del que era muy reticente.
El estudio de la pintura china me llevó a encontrar maneras de ver el arte de una forma diferente a la occidental, tales como reconocer el protagonismo del espacio aparentemente vacío en una pieza pictórica o poder asimilar el blanco del papel a los conceptos de cielo, agua, nieve, etc. También encontrar en la pintura china tradicional expresiones de realismo y abstraccionismo en una misma pieza, sin que se les diera esas denominaciones y especialmente el concepto de que una buena pintura china es una pieza escrita (dentro del concepto de caligrafía china), es decir una pieza donde no sobra ninguno de los trazos. Esto quiere decir que una buena pintura china es una pieza hecha con gran maestría y rigor donde nada sobre, pero tampoco falta. Aprendí a través de la práctica de la caligrafía china el concepto de trazo único y definitivo, es decir un trazo que no se puede corregir ni enmendar, lo que quiere decir que para hacer una caligrafía china o para pintar algo con ese trazo caligráfico hay que estar en una disposición mental, en una concentración y preparación de espíritu tal que hay que hacer la pieza de un solo jalón y sin lugar a equivocarse. Si uno se equivoca en algo, hay que repetir toda la pieza de nuevo porque no hay lugar a correcciones, porque la compenetración de la tinta y el papel no lo permite.
Por otra parte, la tinta china y la acuarela que se utilizan para la pintura china se diluyen con agua, lo que da un resultado parecido al de la acuarela, pero modificados por el papel de arroz que le imprime una variedad de efectos que solo ese papel es capaz de dar. Esta condición acuosa de la pintura china es la que persiste en mi trabajo pictórico actual hecho con acrílico sobre tela.
Mi interés por el carnaval viene desde niño, ya que en los pueblos sobre la ribera del bajo Magdalena, esta es una fiesta tradicional importante. Claro está que por su magnitud el más importante es el  Carnaval de Barranquilla, y este me interesa por su colorido, su movimiento y variedad de personajes, además de su connotación sociológica de desfogue y de conjunción de clases, aunque sea efímera, el pobre y el rico comparten la misma tarima, la misma pista y muestran sus destrezas y habilidades creativas en vestuario, danza y teatralidad”.
A mediados de 1982, Edgar Francisko Jiménez regresó a Colombia y fue nombrado profesor de Dibujo en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá. Un año más tarde obtuvo una beca del convenio cultural Colombo-Chino para realizar estudios de Posgrado en Pintura China Tradicional en la Academia Central de Bellas Artes de Beijing (Pekín) China. Dentro de las 4 modalidades de la Pintura China, escogió estudiar el paisaje y la caligrafía. Luego, en la exposición de los artistas colombianos que terminaban sus estudios en China, la revista “China Construye” de Octubre de 1986 reseñó: “El pasado 6 de Junio, se inauguró en el Palacio de Bellas Artes de Beijing la exposición “Cinco pintores colombianos en China”. Por primera vez la Galería más importante de China, abre sus puertas a un país suramericano…;”, luego continúa: “Edgar Francisko cumple en muchos de sus paisajes con el rigor académico, pero en los trabajos realizados libremente explora las posibilidades expresivas de la tinta y el color.
Terminados sus estudios en Beijing en 1986, se trasladó a Hong Kong. Allí estudió Cerámica en el Fringe Club y fue profesor de Arte del Liceo Francés y del Art Centre, donde enseñó dibujo y “Expresión con tinta China”. 
El artista un contrapunto estético y cultural de su larga y profunda experiencia de casi treinta años en Europa. Vivió 11 años en Toronto.9 años en Hong Kong. 3 años en Pekín. 1 año en París.
La continua experimentación lo fue conduciendo a descubrir nuevas formas de usar el acrílico sobre tela, a lo que el Director del Museo de Arte Contemporáneo de Canadá, Glen E. Cumming se refirió como: “Sus pinturas revelan una combinación de técnicas, a menudo conjuga un fondo líquido en los cuadros con temas elaborados de tal manera que dan la impresión de poderosos mosaicos”.

Señales
Sus trabajos se encuentran exhibidos en  colecciones permanentes en: El Museo de Artes Gráficas y el Instituto Zuliano-Americano de Maracaibo, Venezuela; la  Academia de Bellas Artes de Beijing , China; el Centro Cultural de Hong Kong; la Colección  de Ciba Geigy de Hong Kong; los Consulados Generales de Colombia en Nueva York, Toronto, Miami y Hong Kong; las Embajadas de Colombia y de Venezuela en Beijing, China; la Embajada de Ecuador en Berlín, Alemania; la Escuela Internacional en Berlín Alemania; el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo de Santa Martha, Colombia; el Museo de Arte Institucional de Comfamiliar, Barranquilla, Colombia; el Museo Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” en Quito, Ecuador; El Museo del Hombre Dominicano en Santo Domingo, República Dominicana; el World Trade Center Club, Taipei, Taiwán; la Colección de Arte de Proexport, Toronto, Canadá;  la colección de arte de Fenalco, Bogotá; la colección de arte contemporáneo de la Opera House de El Cairo, Egipto; mural e instalación hechos a cuatro manos con Carlos Aranha (artista ecuatoriano) en el Center for Research on Women´s Health, Toronto, Canadá y en colecciones corporativas y privadas en diferentes países.

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