"En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural”.—Julio Cortázar, Un tal Lucas
El deshonroso campeonato de basuras es una realidad inocultable. Y es probable que aquel cuento de Cortázar sobre el basural de las explicaciones habite hace muchísimos años en Cartagena. Es posible que exista de la forma menos prosaica, menos bella.
No hace falta ser un genio sino salir a la calle para darse cuenta de que cada vez más los desperdicios que ahogan también el mar, se toman las calles, las esquinas, los baldíos, sitiando de escombros, ramas muertas e icopores, y toda suerte de desechos, a una de las ciudades más hermosas del país —o al menos eso es lo que se dice en el exterior—.
Hasta cuarenta mil toneladas de residuos sólidos genera Cartagena mensualmente.
Carlos Romero, gerente operativo de Promotora Ambiental Caribe, Pacaribe, una de las dos empresas que gestiona los residuos, atendiendo cada una media ciudad, explica que los dos puntos más críticos —que les corresponden— son la Marginal del Sur y la Vía Perimetral Ciénaga de la Vírgen.
El primero genera diariamente las nada despreciables 60 toneladas de basura, siendo uno de los vencedores del campeonato, pero disputando ferozmente contra el mercado de Bazurto, la Transversal 54 y la Avenida Pedro de Heredia, que analizaremos más adelante.
—La marginal es un botadero informal—comenta el operario—. Los ‘carromuleros’, que ahora tienen motos gracias a un convenio con la Alcaldía de Cartagena, dejan allá todo tipo de escombros, plásticos y podas de las remodelaciones que se hacen en los barrios aledaños.
Es el sitio preferido de estos recicladores ilegales que ofrecen deshacerse de los residuos a bajo costo.
Con una frecuencia de 3 días a la semana, y hasta 15 viajes, volquetas repletas de Pacaribe, se llevan lo que allí depositan.
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Y llegamos a Bazurto. El mercado público de Cartagena ocupa siempre el segundo o tercer puesto del campeonato de basuras. Diariamente, la plaza, sus alrededores, producen 36 toneladas de desperdicios.
Antonio Andrade, jefe de operaciones de la empresa Aseo Urbano, me dice que mensualmente recolectan de 400 a 500 toneladas. Sólo en la Avenida del Lago se recogen diariamente entre 4 y 6 toneladas. “Sale una volqueta completica”. Haga usted la proyección.
—Lo que nos interesa es que la ciudad esté limpia—admite Andrade, plena alusión al trabajo que hacen con Pacaribe en operativos coordinados—. El balance de lo que nosotros recogemos al mes es de 17 mil toneladas en toda la ciudad.
El funcionario dice que entre noviembre y diciembre del año pasado llegaron casi a 20 mil toneladas de residuos recolectados en el mes. Siempre aumenta por la población flotante de esta ciudad que se acerca al millón de habitantes. Como es obvio, los números de Pacaribe son similares y también se incrementaron durante la pasada temporada turística.
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Imagine que una línea pasa por la mitad de la Avenida Pedro de Heredia. Cada lado, de principio a fin, lo supervisa una empresa de aseo. Este carácter mixto hace que Pacaribe recoja 30 toneladas diarias, y que Aseo Urbano haga lo propio con 40. En total setenta toneladas diarias se extraen de esta arteria, cuyo tránsito es de los más largos, empezando desde Chambacú y uniéndose con la Troncal de Occidente, que ambos operativos reconocen como una sola.
—La basura ahí se forma especialmente después de cinco de la tarde que es cuando cierran algunos de los negocios, y por ventas de comida. Es una zona muy comercial—dice Carlos Romero, de Pacaribe—. Además entre la una y las dos de la madrugada también botan basura.
Sumados los indigentes que rompen las bolsas y el viento veraniego forman un coctel nada ambiental. Romero explica que hace varios años trataron de controlar esta anarquía de desechos con comparendos ambientales de la Policía, pero éstos no se ejecutaban. A la larga daba lo mismo.
Han identificado como puntos críticos el sector de Santa Lucía y de Los Ejecutivos.
Cuando se habla de residuos, la Transversal 54 es otro dolor de cabeza. Un aproximado: entre 60 y 80 toneladas diarias.
—Pasa que este lugar como está más alejado de las viviendas y de los establecimientos es casi un territorio de nadie, por tanto es más fácil para las personas botar los residuos—dice Antonio Andrade.
Aseo Urbano reconoce como una zona muy sensible las inmediaciones de Ceballos y el callejón de la antigua Licorera de Bolívar, en el barrio Bosque. Ha sido tal el cúmulo de desperdicios que la empresa ha dejado contenedores metálicos de hasta quince metros cúbicos para aliviar la situación.
—Tuvimos que contratar un vigía porque estaban quemando los contenedores para extraer el metal y así venderlo—agrega el operario—. Especialmente en Ceballos hay un centro de acopio de los recicladores. Nos hemos reunido con ellos, hemos ido con las autoridades del CAI, pero tenemos que pasar hasta tres veces al día.
En la vía perimetral se produce menos. Unas 25 toneladas al día. Carlos Romero explica que el lugar tiene una connotación diferente porque no todos los barrios periféricos tienen al cantarillado.
—La calidad de vida allí es un poco más baja. En una casa pueden vivir hasta doce personas. Sabiendo eso, diariamente van dos vehículos de la empresa. De 6 de la mañana a 2 de la tarde, y luego uno hasta las 10 de la noche—sostiene Romero, añadiendo que han tenido que incrementar a tres los recorridos.
La mayor parte son basuras domiciliarias, pero constantemente, dice, hay que llevar máquinaria: retroexcavadora y minicargadores.
Jean Paul Romero, coordinador operativo de Pacaribe, me cuenta que el 30% de lo que se recoge en este lugar son heces, que los operarios tienen que aprender a manejar en bolsas de doble protección.
Epílogo reciclado
Como es natural nos quedan muchos puntos por nombrar. Por ejemplo, la rotonda del barrio La Esperanza, lugar de carpinteros. También el canal El Rubí, cerca del barrio Contadora. Incluso una calle del barrio El Golf, cercana a un supermercado conocido; y el sector Las Tortas de El Pozón, lugar de llanterías. Claro, sin mencionar el Centro Histórico, las playas y las islas.
Adolfo Hernández, jefe operativo del Parque Ambiental ‘Los Cocos’, situado en el municipio de Turbana, a donde llega la basura de toda la ciudad, afirma que diariamente se reciben 1.200 toneladas. Tienen alzas los lunes y martes por el producido del fin de semana.
—Llega la unidad a la báscula, se pesa, luego pasa a zona de descargue y de ahí un supervisor de área vuelve a pesar el camión vacío. De esa diferencial sale el peso que nosotros le cobramos a las empresas.
Hernández me comenta que ‘Los cocos’ tiene todavía mucha capacidad. Es una concesión a 20 años, de los cuales ya han pasado 11.
No existe en Cartagena una política pública que lidere a las empresas de aseo para promover el reciclaje en los cartageneros. La práctica que separa en diferentes tipos los residuos, usada en casi todos los países de Europa, no ha tenido eco —ojalá esta crónica la lea el Alcalde o la que dice que es su “gente primera”—. Esto implicaría nuevas rutas selectivas y obligaría a las empresas a crear renovadas frecuencias y recorridos.
Ambas firmas ambientales promueven la cultura ciudadana, tratando de sensibilizar a los usuarios, ideando nuevas estrategias para que se respeten los horarios de recolección. El trabajo social es arduo y hasta ahora los frutos no son muy dulces.
PODIO
Primer puesto (ORO): TRANSVERSAL 54 - 80 toneladas diarias han llegado a reportar los operarios. Indiscutible.
Segundo puesto (PLATA): AVENIDA PEDRO DE HEREDIA - 70 toneladas al día.
Tercer puesto (BRONCE): MARGINAL DEL SUR - 60 toneladas diarias.
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