El mar lo colmó todo

Antes que gran exponente de la poesía hispanoamericana del siglo XX, Rafael Alberti, nacido en el Puerto de Santa María, Cadiz, en 1902, fue un joven que encontró en el Museo del Prado las suficientes razones para atender el llamado de una vocación que no abandonaría nunca y que supo cultivar al tiempo que edificaba una obra literaria de trascendencia universal.
En Alberti, o en aquello que predominó en la temática de su lírica, basa su primera exposición colectiva la artista cartagenera Yolita Mogollón. El suyo es un homenaje al autor de Marinero en tierra y a ese mar que el poeta recupera en la distancia con la nostalgia del que quiere volver a verlo y a sentirlo a través del recuerdo.
Es una evocación obligada por haber sido arrancado de una niñez marinera para vivir una juventud urbana. Pero Alberti no entrega símbolos con el mar de su poesía. Solo pretende rescatarlo en breves y escuetas escenas. Yolita Mogollón hace lo mismo. El escritor español nos entrega imágenes con su poesía y la artista nos entrega poemas con unas bellas imágenes inscritas en aquel realismo instaurado por Courbert en la Francia del siglo XVI, que no busca sino representar  la naturaleza tal como es, sin interpretaciones. Su técnica es el óleo que, por ser dúctil y permitirle la corrección y los cambios, se impuso sobre la acuarela, que fue con la que se inauguró en el ejercicio del arte pictórico.
Mogollón es autodidacta, pero recientemente fue discípula de Cecilia Delgado, la gran artista coterránea suya. El Vuelo, Mangles Cholón, Luz de Luna, Tormenta, etc,  no son marinas  presentadas en segundo plano para acompañar o darle fuerza y ambiente a una escena central. En estas telas el mar lo colmó todo.
Su realismo es obtenido a fuerza de una aplicación magistral de colores. No es un mar de artificio. Es un mar con un movimiento que emociona. Es como escribió Alberti:
“El mar, La mar.
El mar. ¡Solo la mar!”

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