Revista dominical


El periodismo de Cartagena, en crisis

ANDRÉS PINZÓN SINUCO

31 de agosto de 2014 12:02 AM

El que Gabriel García Márquez consideró el oficio más hermoso del mundo, está en número rojos en Cartagena.

Eso, al menos, es lo que puede inferirse del más reciente Estudio Mundial de Periodismo Capítulo Colombia, y así lo dio a conocer Miguel Garcés Prettel, uno de los dos coordinadores para el país de este análisis que se desarrolla desde el 2009 en dieciocho países del planeta.

Amenazas con calumnias o con revelar información, entrevistas cobradas, cambios de posición editorial de acuerdo a la pauta publicitaria o dinero como condición para  autocensurarse, son algunas de las prácticas más usuales en el periodismo local.

Precisamente, es este aspecto el más alarmante del análisis: la ética periodística. Los investigadores la califican como “crítica”. Esta condición, aunque es un secreto a voces, por fin hace parte de un riguroso informe preliminar cuya ponencia se desarrolló en Miami, Estados Unidos, con un error de un 3% sobre un muestreo por cuotas (656 profesionales de la comunicación) de periodistas que estuvieran en ejercicio cubriendo temas informativos en el país.

El 63.7% de los periodistas cartageneros encuestados conocen casos en que sus compañeros cobran por realizar determinados reportajes, manipulando así la agenda noticiosa. Otro 47% sabe de amenazas a algunas fuentes informativas y a los múltiples funcionarios públicos y privados. A éstos se les presiona con revelar información incómoda o con difundir mentiras.

“En Colombia no existe ninguna organización que tenga el dato de cuántos periodistas hay en el país. Por eso se hace muestreo por cuotas. El objetivo del estudio fue analizar el entorno laboral y profesional de los periodistas”, ha declarado el investigador Miguel Garcés, de la Universidad Tecnológica de Bolívar, quien dirigió junto a Jesús Arroyave, de la Universidad del Norte, el Capítulo Colombia del riguroso World Journalism Study (WJS).

En este orden de ideas, el 61.8% conoce casos en los que los comunicadores sociales reciben dinero de entidades a cambio de autocensurarse y casi el mismo porcentaje (60.8%) admite también ser consciente de que muchos cambian su posición editorial, sobre determinados temas de la agenda local, a cambio de cupo o pauta publicitaria que también se traduce en réditos económicos. La cifra más alta es la de un 65.7% de periodistas que conocen casos en los que se cobra, flagrantemente, por mostrar una historia o noticia. En todas las viñetas a las que se refiere el estudio sobre la ética periodística, las cifras de Cartagena superan a las nacionales.

Los números además respaldan y se sustentan en otra de las conclusiones del estudio: el de la ciudad es un periodismo que trabaja muy afín a las fuentes oficiales y a los gobiernos de turno, circunstancia que le resta poder crítico y capacidad de influencia en la opinión pública. Tan sólo un 6.9% de los encuestados indicaron que lo más importante en su agenda es ser crítico con el Gobierno.

“En todo el país hay  poco interés en asumir posturas críticas frente al gobierno. Al periodismo de Cartagena le interesa mucho más los temas y aspectos que están afectando al país desde el reconocimiento y la diversidad cultural”, complementa Garcés Prettel.

En lo que respecta a las agendas informativas, el WJS observa a escala nacional y local una restricción muy fuerte en temas políticos, en especial los que atañen a las élites de la institucionalidad gubernamental y militar.

SALARIOS Y LIBERTAD
Otro de los puntos que abordó este minucioso informe es el salarial. Las  encuestas aplicadas a los comunicadores en ejercicio de Cartagena indican que los “sueldos son extraños”. Son salarios “desproporciónales”. La estadística indica que mientras algunos ganan un sueldo cercano al mínimo (616 mil pesos), hay periodistas que reciben entre 8 y 10 millones de pesos. Estas cifras ofrecen una Media de 2 millones 101 mil 145 pesos, y una Moda y Mediana de 1 millón 200 mil pesos. Este último valor es realmente el promedio que un periodista recibe mensualmente por su labor en Cartagena y Colombia.

El Estudio Mundial de Periodismo deja además muy claro que la desproporcionalidad se da en la medida en que los valores no están definidos de acuerdo al nivel de estudio académico, ni por los años de experiencia o tipo de medio informativo para el que prestan sus servicios. Tampoco se establecen mediante criterios que tienen que ver con la sección noticiosa en la que se desempeñan, ni mucho menos por el cargo.

Se descubrió que en Cartagena ese millón doscientos mil pesos varía en la medida en la que el periodista hace que confluyan las siguientes circunstancias: buenas relaciones con jefes directos o editores, relaciones públicas y empresariales, cercanía con fuentes noticiosas y acceso a la información; y, por último, conforme a cuánta censura o auto censura esté dispuesto a tolerar y manipular.

“La discriminación toca los salarios en Cartagena, siendo los hombres mejores remunerados y con una mayor satisfacción en los temas de contratación laboral”, ha advertido Miguel Garcés.

Mientras que en el ámbito nacional los mejores sueldos los tienen quienes trabajan en revistas, televisión y diarios; en nuestra ciudad los mejores están en la radio.

Respecto de la libertad de prensa en Colombia, el estudio asegura que “los mayores agresores contra los periodistas son los que deberían defenderlo: Fuerza Pública, la institucionalidad gubernamental y los jefes o superiores de los medios de comunicación para los que laboran”.

De tal manera, se constata la preocupación de muchos sobre la tendencia de un periodismo cada vez menos crítico y más comercializado en el que prima solamente el bienestar individual. La eterna dicotomía entre la práctica y la ética.

De manifiesto permanece la manipulación venenosa que facilita equívocos. Al parecer, la única y más visible herramienta para contrarrestar el empleo vicioso de declaraciones falsas o noticias infladas, es una buena formación profesional que vaya codo a codo con una mejor calidad de vida.

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