Revista dominical


El rabo de la mula

GERMÁN FONSECA CASTILLO

03 de octubre de 2010 12:01 AM

Ciudad que se respete tiene un sector tan alejado de su centro de actividades ordinarias que es llamado: El rabo de la mula. Desconozco de donde proviene la frase, pero, es bien entendido lo que se quiere decir. En la Cartagena de hoy, para efectos de sectores residenciales, el rabo de la mula podría ser la Ciudadela del Bicentenario, o cualquier sector de El Pozón. Es más, la ciudad puede tener varios rabos de la mula y todos son válidos. Lo importante es que, según quien lo exprese, el lugar sea lo suficientemente retirado. En Cartagena de mediados del pasado siglo, uno de los rabos de la mula era los alrededores de la Villa Olímpica. Entorno en que se dieron varios hechos urbanísticos que jalonaron decisivamente el crecimiento de la ciudad. El más importante fue la construcción del Estadio Once de noviembre en 1947. La obra duró seis meses, léanlo bien Seis meses, no seis años. Para que cojan juicios las firmas constructoras de hoy. Luego, en 1958, se construyó el estadio de Fútbol Pedro de Heredia (hoy Jaime Morón), para celebrar los VII Juegos Deportivos Nacionales de 1960. Un poco después se construyó el Liceo de Bolívar, en donde hoy funciona el Colegio Departamental de Bolívar, y años más adelante la Avenida Pedro de Heredia alcanzó esa zona y la integró al tejido de la ciudad. Ese “rabo de la mula” está lleno de vivencias para los cartageneros que pasaron del sexto piso. Para recordar, la sucedida con el presidente Ospina Pérez, cuando, dicen, puso a escoger al pueblo entre estadio de béisbol y alcantarillado. Lógicamente que Ospina no sabía que esa disyuntiva tenía una sola salida: estadio. El pueblo en su sabiduría eligió que el alcantarillado obligadamente habría que hacerlo, el estadio no. También tiene su historia el edificio del Liceo, albergue de sobresalientes estudiantes de la región Caribe, a la vez de los más revolucionarios. Con cada protesta que se les ocurría cerraban la Pedro de Heredia y bloqueaban la circulación de la ciudad; hasta cuando al gobernador Nicolás del Castillo se le llenó la copa y los mandó para otro rabo de la mula en el barrio Daniel Lemaitre, donde está ahora, para que no molestaran mas. Cuando se construyó el Once de noviembre la única comunicación de la ciudad con el interior del departamento era la Vía de Caimán, ahora Avenida Pedro Romero; las calles del barrio Olaya Herrera apenas tenían una profundidad de dos o tres cuadras hacia la Ciénaga de Tesca y ésta era un cuerpo de agua vivo, de abundante pesca. Recuerda con picardía el veterano ingeniero liceísta Juan Carval, a quien le tocó vivir esa época, cómo las correrías exploratorias por los matorrales de los alrededores era una de las principales diversiones de él y sus compañeros al salir de clases, lo que le costó más de un regaño al llegar tarde a su casa. Fundación Fototeca Histórica Cartagena de Indias. www.fototecacartagena.com

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