En Cannes, sede del mayor festival de cine del mundo, no hay solamente aterciopelada alfombra roja para las estrellas y realizadores, en la playa también se exhíben películas por la noche, entre ellas “The two Escobars”, que revela vínculos entre el narcotráfico y el fútbol en Colombia. La pantalla gigante que se levanta en la playa a unos metros del Palacio de Festivales, que reúne una muestra de lo mejor del cine mundial, tiene como telón de fondo los lujosos e iluminados yates anclados en la bahía de Cannes. Sillas reclinables y grandes y felpudas toallas -todo ello gratis- esperan al público para esta operación Cine en la Playa, para la que el Festival de Cannes escogió “De Aquí a la Eternidad”, de Fred Zinnemann (1953), “La Noche de Varennes”, de Ettore Scola (1982) y “The Two Escobars” (2010), entre otras. El dramático documental de 100 minutos realizado por los hermanos Jeff y Michael Zimbalist, que utilizaron filmes de archivo y entrevistas, se basa en una historia increíble pero verídica, y suscita tantos suspenso y emoción como un buen filme de ficción. Sus dos protagonistas son dos colombianos nacidos en Medellín en familias del mismo apellido pero sin relación entre sí: Pablo Escolar, el sangriento capo del cartel de Medellín que era amado por miles de pobres, que lo consideraban una especie de Robin Hood, y Andrés Escobar, el carismático jefe del equipo de fútbol nacional. Ambos despertaron pasiones, dominando la imaginación colectiva de los colombianos durante varios años, hasta 1994, y ambos murieron de muerte violenta a pocos meses de diferencia. En esos años, Colombia estaba sumida en la violencia de los cárteles, y sólo provocaba esperanzas en la población el equipo nacional de fútbol, que después de años de mediocridad y oscuridad se había convertido, misteriosa y súbitamente, en uno de los mejores del mundo. El gobierno también había puesto sus esperanzas en el equipo de fútbol, ansiando que éste podría cambiar la imagen del país, uno de los más violentos del mundo. En 1993, el equipo de Andrés Escobar jugó 26 partidos, perdiendo sólo uno. Los jugadores se convirtieron en héroes en Colombia. Detrás de ese éxito, estaban los dos Escobar, recuerda la película, que revela cómo y hasta donde el dinero de Pablo Escobar y su poderoso y sangriento cartel infiltró el fútbol en Colombia, con el objetivo no sólo de lavar dinero de la droga sino también de controlar el deporte que era la pasión del capo y de millones de colombianos. Revela también como el fútbol colombiano hizo un pacto faustiano con el capo. Pero cuando todo el mundo esperaba que Colombia ganase la Copa del Mundo de 1994 y transformara su imagen internacional, Andrés Escobar cometió un autogol en un partido contra Estados Unidos, echando por tierra los sueños de gloria de todo un país, que en esos momentos sólo tenía esa esperanza. A su regreso a Colombia, el futbolista fue asesinado, presuntamente a manos de una organización rival de Pablo Escobar, Los Pepes. Una de las grandes fuerzas de este documental se debe al gran acceso que tuvieron los realizadores a la familia de Andrés Escobar, a su novia, a responsables políticos colombianos y a miembros del círculo íntimo de Pablo Escobar, entre los cuales “Popeye”, que admite que había asesinado a más de 250 personas. “Aunque no llevaba la cuenta exacta, porque sólo un psicópata hace eso”, dice tranquilamente el asesino, ahora detrás de las rejas.
Revista dominical
En las playas de Cannes, narcofútbol colombiano y cine clásico
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