Revista dominical


Fernando Echavarría: La Familia André suena a Colombia

GUSTAVO TATIS GUERRA

06 de julio de 2014 12:02 AM

Hace treinta y cuatro años vino por primera vez a Cartagena. Fue en el Festival de Música del Caribe.  Aquí se lanzó la Familia André.

¿ A qué se debe este regreso, maestro?
-Al sencillo Soy Colombia, un homenaje a este país donde tengo miles de amigos y amigas. No lo hice para coincidir con el Mundial de Fútbol de Brasil, pero mira que parece hecho para este tiempo. No lo programé para la Selección Colombia, pero Dios dijo: Vamos para esa. Es mi amor a este país. El acordeón es de Chelito de Castro y la voz que me acompaña es Checo Acosta. 

Cuando le presenté la idea me dijo: ¡Coño Fernando, qué sabor!. Siempre quise hacer algo en el que sonaran los acordeones, como mi canción Eclipse de luna, en el que suenan acordeones de mi país. Ahora que celebro treinta y cinco años de vida artística y me reencuentro con viejos amigos colombianos que me dicen: Gracias a una de tus canciones me enamoré de mi mujer y mira que tengo tantos hijos, me siento un poco culpable de haber contribuido a la explosión demográfica de este país.

Cuéntame, cómo nacen tus canciones y cómo es la relación entre melodía y letra.
-Melodía y letra vienen muchas veces en conjunto. Pero a veces era la letra la que me invadía y luego la melodía. Entonces no tenía en aquel tiempo nada que me permitiera atrapar lo que se me iba ocurriendo, entonces lo grababa en el teléfono haciéndome una llamada a mí mismo para que quedada grabada la idea de una canción.

Y a veces me interrumpían y yo decía: ¡No me hablen! ¡No me hablen!  Yo no escribo canciones con sentido comercial. Escribo lo que siento. Sé que son canciones mercadeables pero no tienen un sentido mercantil. Quiero decir que pienso en cómo sentirán las canciones que compongo. Pienso mucho en la gente que tengo muy cerca y en la gente en general.

Algunas canciones como Pato robao, surgieron de una experiencia personal en 1986 cuando era estudiante universitario. Estábamos con hambre y se nos ocurrió robarnos unos ocho patos para comerlos en el grupo. Aquella travesura que parecía solo de nosotros los dominicanos resultó que era similar a la de toda América Latina: en vez de patos, gallinas o pollos.

De ese álbum inicial hay una canción que se convirtió en himno de amor y celebración: De oro. ¿Cómo surgió esta canción?
-Es una canción que hice a mi esposa Merche cuando estábamos recién casados, en la plenitud de la luna de miel, nació la canción. La hice en una servilleta y la fui puliendo.

Otras canciones como “Marcela” o “Teresa”, son metáforas de la realidad vivida. Un desamor o un engaño que recibí de una novia en la universidad me impulsó a hacer la canción Teresa. Ella nunca lo supo porque le cambié el nombre en la canción. Y muchos creyeron que era la historia de Teresa Lebrón, la novia de mi amigo Sergio, pero fue un caso que me ocurrió a mí.

¿Cómo es un día en la vida de Fernando Echavarría?
-Soy noctámbulo. Duermo a las tres o cuatro de la mañana y despierto temprano a las ocho. No bebo ni fumo. He compuesto un centenar de canciones, pero no las grabo sino cuando siento que deben grabarse aunque pasen veinte años.

Soy una persona tímida pero la música me ha ayudado a abrir la puerta y entrar  en la gente sin que diga una palabra. Estudié arquitectura y publicidad, pero llegó un momento en que mi vida oscilaba en tres mundos distintos, y tuve que decidirme por la música.

¿Cómo ha reaccionado  cuando un rapero o un reguetonero le propone grabar con usted?
-Le digo que ese no soy yo. No hago lo que no siento. Soy respetuoso de todos los géneros. Aquí conocí a Mister Black quien hizo la versión de Teresa en champeta, y a mí me pareció bien ese swing.

¿Qué siente cuando vuelve a escuchar De oro?
-La música siempre me hace feliz, aunque ahora Merche y yo estemos divorciados pero no separados. Merche es una mujer tan buena, tan buena que no sabe decir no.

Y ese fue la raíz de nuestra separación, por asuntos de familia, pero estamos muy unidos, tan unidos, yo la adoro todavía seguimos juntos y peleando, y lo único que nos hace falta, dicen mis amigos para que todo sea completo, es aquello (se ríe).

¿Cuál es el miedo que aún lo ronda, querido maestro?
-El único miedo es que un acto mío o una sola palabra pueda herir a alguien. Que diga palabras duras y ese enojo tenga consecuencias. Me siento muy mal cuando digo esas palabras duras contra alguien y yo tengo que decir entonces que me duele muchísimo que por unos conceptos o unos malos comportamientos tenga que decir semejantes palabras.

¿Hay algún sentido artístico al elegir el color negro en toda su vestimenta?
-Mira, antes era todo de blanco cuando llegué a Cartagena. Ahora, todo de negro. En secreto le digo que me gusta pintar además de componer canciones. Hago acuarelas, aguadas y trabajo el acrílico.

Mi hija Madiana es museógrafa en Miami. ¿Sabe que su nombre lo escuché por primera vez en una canción del grupo Kassav? Oh Madiana, oh Madiana!! un nombre bellísimo de una deidad del amor en Martinica.

Gracias, querido maestro por sus palabras.
- Gracias a ti. Recuerdo que fuiste tú quien me entrevistó cuando vine al Festival de Música del Caribe.

¡Qué memoria!

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