¿Para qué piden proyectos sociales a las reinas populares?
Es la pregunta que muchos nos hacemos al escuchar los nombres y objetivos de los proyectos de las esbeltas mujeres, mientras desfilan por una pasarela y se muestran ante el público con elegancia, una sonrisa fijada y una mirada ilusoria en medio de una burbuja de belleza, vanidad y fantasía.
En Cartagena, para las Fiestas de Independencia, decenas de jovencitas se inscriben al Reinado Popular, ya sea con el fin de vivir una experiencia distinta en sus vidas o con la ilusión de darse a conocer para saltar al mundo del modelaje y, con ello, a la fama.
En este concurso, que busca resaltar la belleza popular cartagenera, el Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC) exige a las candidatas un proyecto para desarrollar en su comunidad, lo cual es visto por muchos como un simple requisito para maquillar el objetivo evidente: resaltar los atributos físicos.
Es más, me arriesgo a asegurar que la mayoría de los asistentes a estos eventos no ponen cuidado a la “lora” que dan los presentadores mientras las bellas jóvenes caminan despampanantes por una pasarela ante cientos de espectadores. Lo normal, ver quién tiene la cara más linda, mejor cuerpo y criticar uno que otro defecto físico o estético.
Según datos del IPCC, aproximadamente el 70% de las candidatas que se ubican dentro de las 5 finalistas, quienes son apoyadas por el instituto u otra dependencia del Distrito para seguir con su proyecto de reinado -dependiendo del eje del mismo-, continúan con su trabajo después de ser elegidas.
Tuve la oportunidad de conocer un caso particular hace unos días. Katherine Fonseca Jiménez, una joven de 21 años, que representó al barrio 13 de Junio en el Reinado de la Independencia 2013, en el que quedó de Tercera Princesa, y quien solicitó colaboración a este medio para que personas bondadosas conocieran su proyecto social y se apuntaran a trabajar por la niñez de las zonas vulnerables de la ciudad.
Durante su proceso en el Reinado Popular, Katherine emprendió un camino que quiere llevar hasta una cima y por el que espera ser recordada entre el pueblo cartagenero. Su amor por los niños y la pasión por su carrera son la principal motivación para querer continuar con un trabajo que dio a conocer ante la comunidad.
Ella es estudiante de Pedagogía Infantil en la Universidad Rafael Núñez, donde actualmente cursa 5 semestre, y, quizá, esa inclinación de trabajar por la niñez la heredó de su madre, quien también es pedagoga. Para esto también tiene una fundación que se llama Construyendo Felicidad.
Katherine empezó a trabajar en su fundación, con la que busca brindar una oportunidad educativa a los niños de las zonas vulnerables de la ciudad. Por el momento, asegura que está trabajando con pequeños de su barrio y de Olaya Herrera.
Según la joven, su objetivo es trabajar por la comunidad y mejorar la calidad de vida de los niños con condiciones especiales, que en muchos casos han sido discriminados al entrar a algún jardín infantil por demostrar capacidades diferentes al resto.
“Quiero trabajar por los niños con necesidades educativas especiales porque considero que ellos también son importantes, que muchas veces logran desarrollar más habilidades que un niño regular y que no es una equivocación haberlos traído al mundo con esas condiciones”, aseguró Fonseca.
Debido a que no ha recibido ayudas por parte de voluntarios de buen corazón, y a pesar de haber manifestado el interés por trabajar por su comunidad durante su reinado, decidió emprender un camino alterno, con el apoyo incondicional de su madre, para obtener recursos que le permitan organizar su fundación.
Katherine fundó un jardín infantil en el que atienden, de momento, a 21 niños, cuyos padres cancelan una matrícula y mensualidad.
La guardería está ubicada en la vía La Cordialidad, al lado de la funeraria Los Olivos. Su fachada es un hermoso castillo hecho con tríplex y acabado con pinturas resistentes al sol y a la lluvia. En su interior, cuenta con pequeños pero muy bien acondicionados salones, en donde las animaciones llenas de colorido y los juguetes promueven en los niños el deseo de permanecer en el lugar.
El sueño de esta representante de la belleza local es poder consolidar su fundación y ayudar a esos niños especiales que tanto lo necesitan, para así aportar un grano de arena en esta ciudad que padece tantos olvidos sociales.
“Invito a todas las jóvenes que se aventuran en este reinado (2014) a que saquen sus proyectos adelante. No lo tomen como un requisito del IPCC, sino como un compromiso con la comunidad. Hay que demostrar a la gente que no solo es belleza, fotos, salir a una pasarela o ponerse unos tacones, se trata también de ponerse una camiseta, y demostrar ante la sociedad que cuando se presenta una iniciativa sí se puede realizar y que no va a quedar en papeles”, concluye Katherine.
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