La nueva Universidad de Cartagena

La Universidad de Cartagena es nueva, porque durante los últimos siete años, aconteció un giro profundo en su infraestructura física, en su práctica institucional y en su vida académica. Es una universidad nueva porque directivos, docentes, estudiantes y  comunidad académica, decidieron meterle país a este proceso.
Una cifra: en 2006 habían matriculados poco más de nueve mil estudiantes; a 2013 hay matriculados poco más de veintidós mil. ¿A dónde se meten doce o trece mil estudiantes más? ¿En qué condiciones? Y ¿Para qué? A mi juicio, ser rector de la Universidad de Cartagena implica tener muy claro la diferencia entre administración y gerencia. En ese sentido, el actual rector Germán Sierra Anaya, se la puso muy difícil, no sólo a los universitarios, sino a la sociedad cartagenera y costeña en general. Nos la puso difícil porque nos está dejando una nueva Universidad de Cartagena con estándares de calidad mundial, en casi todos sus aspectos. Ahí está respondida la primera pregunta: las condiciones de la  infraestructura de planta física, equipos, laboratorios, telecomunicaciones, herramientas de avanzada, investigación de punta, oferta académica y procedimientos institucionales son, reitero, de clase mundial. Vayan a verlos.
Administrar la Universidad implica hacer que funcione, que cumpla todos los días con su misión, conseguir recursos, saberlos invertir, sortear las dificultades y problemas, articular los equipos de trabajo, hacer efectivas sus prácticas siempre en el marco legal, saber atender a las distintas comunidades académicas, investigativas, artísticas, estudiantiles, del sector público y privado, en el nivel local, nacional e internacional.
En ese sentido voy a tomar el riesgo de valorar a Germán Sierra en pocas palabras. En relación con la realidad institucional, el actual rector es un modernizador eficiente y eficaz: es un hombre de ideas simples y de hechos de alto impacto, por eso siempre se le escucha decir que su prioridad son las condiciones que favorezcan el salvamento de las vidas de las personas, crear condiciones que inspiren a los individuos y sean capaces de construir su propio futuro en un lugar que les ofrece no sólo calidad en sus distintos campus, sino que les ofrece dignidad humana. Aquí se responde la segunda pregunta: las condiciones de dignidad son la vida que nos merecemos y que hasta ahora hemos creído que son regalos, dádivas, ayudas o mejoras. Clave resaltar el ejemplo que nos deja el Rector Sierra: Un hombre de pueblo que lideró un equipo y una comunidad académica de origen humilde, pues, la mayoría venimos de abajo, y nos mostró nuestra capacidad para cambiar la realidad en poco tiempo y de manera cierta. Hablo de nuestra autonomía para decir qué hacer o cómo. Así el intercambio con el mundo es respetuoso y orgulloso, porque en la nueva Universidad de Cartagena resulta medular la creación de conocimiento propio, pertinente y transdisciplinario, es decir, donde todas las comunidades hacen parte de un mismo devenir.
Buen ejemplo de ello es el documental “La Vorágine del Oro” donde la nueva Universidad de Cartagena trabajó con comunidades muy desfavorecidas como la de los mineros del sur de Bolívar, el video lo pueden ver en youtube.com. 
En adelante, el desafío consiste en llevar a la nueva Universidad de Cartagena mucho más allá de la continuidad de los círculos virtuosos, del curso sostenido de aciertos, de reconocimientos y de victorias académicas, artísticas, investigativas, institucionales, pedagógicas, administrativos o de proyección a la comunidad y de muchas otras índoles. El problema es hacia dónde hay que dirigir semejante esfuerzo, que ha costado tantos sacrificios, trasnochos, momentos difíciles de este proceso; es decir, a todas y a todos, sin importar sus intereses, sus visiones o sus opiniones porque así es la Universidad un escenario democrático, múltiple, diverso y respetuoso de la gente. No estoy hablando de la arcadia de la felicidad: hay tensiones, conflictos, rupturas; pero, en buena medida son muy respetuosos, o de lo contrario, la gente se hace respetar. En definitiva, el patrimonio más importante de la nueva Universidad de Cartagena es el brillo de su prestigio académico a nivel local, regional, nacional e internacional. Esta es una experiencia que consiste en creer y tener fe en nosotros, sin complejos de inferioridad, ni de ningún otro tipo.
La tercera pregunta tiene que ver con la justificación de la nueva Universidad de Cartagena frente a la ciudad, al país y al planeta. En el enfoque práctico de Germán Sierra la prioridad es salvar vidas y lo dice de manera casi literal. ¿Salvarnos de qué? De la miseria, en primera instancia; y en segunda, de la ausencia de autonomía, del desaliento, de la desilusión. La universidad es optimismo en el futuro. No obstante lo anterior, y como lo decía al comienzo, ostentar condiciones de desarrollo de calidad mundial tiene que servir para algo y, allí, la larga crisis inercial de la institucionalidad en Cartagena representa un escenario complejo y difícil. ¿Por qué en la mencionada crisis generalizada emerge la nueva Universidad de Cartagena? Hay varias respuestas, pero, asumo que se trató de una convergencia de circunstancias, pero, en especial de personas, cuya voluntad e integridad aseguraron el cambio. En otras palabras, a la dirección de las instituciones tiene que llegar gente buena y comprometida con  la gente. Y eso pasó en la Universidad y eso me hace pensar que lo mismo está pasando según iniciativas en la sociedad civil, en el sector privado y en el Estado colombiano. Lo que pasa es que no lo sabemos y eso es porque el optimismo no es noticia en este mundo. En la nueva Universidad de Cartagena la esperanza está en la gente que se salva, con grandes posibilidades de ser un buen ciudadano, un buen vecino, un buen padre o una buena madre, un buen empresario o un buen político. Es cuestión de querer estudiar, querer trabajar. Querer salvarse, lo que se puede lograr en la nueva Universidad de Cartagena.
rchicag@unicartagena.edu.co