La reencarnación de Celia Cruz

Jorge Luis Torres Pomares es un cartagenero del barrio Blas de Lezo que se goza las Fiestas de Independencia desde que era un niño. Le encanta disfrazarse y disfrutar del berroche que se arma en el carnaval novembrino. El cartagenero de 39 años se ha disfrazado de Margarito (un personaje popular chistoso), de Shakira y de Osama Bin Laden, pero se casó con el disfraz de Celia Cruz, el que lleva a cuestas desde hace seis años cuando en el 2003 (año que murió la artista), le rindió homenaje disfrazándose de la cubana. No sabe si fue presagio, dice Torres, pero ese año, un martes 11 de noviembre, el bando salió del Parque de la Marina como hacía años no ocurría y su disfraz fue todo un éxito. “El disfraz de Celia Cruz es un disfraz jocoso, abierto al pueblo, el personaje es muy conocido, ¿quién no conoce a Celia Cruz?, por eso decidí disfrazarme de ella”, afirma Torres Pomares. Desde entonces, año tras año revive a la diva y la pasea por el Carnaval de Barranquilla, en las Fiestas de la Heroica, en las fiestas de disfraces que hacen en las discotecas de la calle del Arsenal y en los cabildos de los barrios, logrando posicionarse en la mente del público festivo, robándose el show y los aplausos de los asistentes. Desde el año pasado, el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC), utiliza el disfraz de Celia Cruz que recrea Jorge Luis Torres, como símbolo para amenizar las actividades públicas propias de las fiestas como su lanzamiento, los preludios y demás actos festivos, subiéndose a la tarima y prendiendo la fiesta gritando “Azúcar”, cantando y bailando en vivo. Es así como Torres entendió que reencarnando a Celia Cruz recibía la admiración, los aplausos y el cariño de la gente; por eso afirma “ese es el disfraz que me identifica a mí, aquí y en Barranquilla”. Pero no cualquiera puede ser el doble de Celia Cruz. “Hay que ponerle mucha gracia al disfraz. Bailar en tacones de 12 centímetros, eso sí es teso; transmitir el carisma, la gracia y los gestos de la artista, no todo el mundo lo puede hacer”, dice con modestia Jorge Luis Torres quien en tarima hace un espectáculo que incluye canto y baile, tan real que pareciera que fuera la misma diva. Imitando a Celia Cruz, Torres ha ganado como mejor disfraz en las discotecas del Arsenal; se ha ganado viajes, dinero y ropa; también se ganó el Capuchón de Oro. EL DISFRAZ Detrás del impecable disfraz hay todo una logística. Su vecina, Danerys Galvis De La Espriella, es la modista que le da vida al fastuoso vestuario que usará Torres. Para ello, el dúo hizo una investigación a través de videos, revistas y fotos donde aparece la artista para analizar su vestuario, peinado, accesorios, gestos y comportamiento. Desde los Estados Unidos, una amiga le envía pelucas de todos los colores a Jorge, quien las guarda celosamente y cuya colección asciende a 20. Joselys, otra vecina es la encargada de peinarlas. Con el maquillaje es más fácil porque él mismo lo hace. Los tacones de 12 centímetros, se los regala una amiga que calza lo mismo que él, 42. No fue fácil aprender a caminar, muchos menos bailar con semejante altura, dice Jorge Torres, pero vale la pena ver al público reírse con cada paso de baile que se tira Celia Cruz. Y no crean que Jorge Torres no hace nada más durante el año. El trabaja en una agencia de aduanas, sus jefes lo apoyan y le dan permiso para que le aporte a las fiestas novembrinas su alegría y dinamismo. Para aguantar las largas caminatas en los desfiles, Jorge se prepara físicamente trotando todos los días en la cancha de su barrio Blas de Lezo, dándole 20 vueltas sin parar. De las reinas de Independencia, ya tiene sus favoritas: las candidatas de Chapacuá, Las Palmeras y el Corregimiento de La Boquilla. Sin dudar, la época más feliz del año para Jorge, es la que huele a maizena, buscapiés y desorden.