¿Por qué tomaste esa foto? Pregunto con curiosidad a Angie García, una niña de 11 años del barrio Loma Fresca. Ella piensa durante unos segundos y luego me contesta algo tímida, como sin querer repetir las palabras de una idea que ha expresado muchas veces, ¡Me inspiré!
Angie García Méndez, al igual que Roiver Estiven Colón León, Lauren Macea Díaz, Jair Morales Ramos y Sebastián Torres León, han estado en el ojo de los medios de comunicación gracias a la exposición “Mi Barrio”, que se presenta en el Museo San Pedro Claver, un proyecto de Foto – Voz, organizado por la Fundación Centro de Cultura Afrocaribe.
Estos niños de El Pozón, El Toril, Loma Fresca, Boston y San Francisco fusionaron su alma con el lente de una cámara y sacaron las imágenes mejor guardadas de sus corazones para mostrar en cinco fotografías, la Cartagena donde se criaron.
Las fotografías de los niños graficaron lo que ven los ojos de cualquier transeúnte en el barrio. La calle asfaltada llena de polvo, los perros callejeros revolviendo los montoncitos de basura que se parquean a cada esquina. La tienda de la esquina donde se reúnen algunos vecinos a tomar gaseosa. La calle que toman para ir al colegio, a donde Carmen, a todas partes. De más de 100 tomas que estos niños capturaron, se escogieron 25.
Los pequeños seleccionados para esta exposición, estaban involucrados en programas infantiles y juveniles de la Fundación Centro de Cultura Afrocaribe. Angie, Lauren y Royver se encuentran en el programa de lecto-escritura de la fundación, con el cual fortalecen sus habilidades lectoras y pensamiento crítico. Sebastián es parte de los campamentos de liderazgo, en el cual los niños y jóvenes, tienen acceso a actividades dinámicas en sus vacaciones, que les permiten cultivar los dotes de líderes que tiene cada uno.
Más allá de generar el “pobrecito” o “pobrecita” que le toca a cada uno cuando son ejemplificados como la imagen de la extrema pobreza, los niños expusieron cual fotógrafos profesionales, una mirada rutinaria pero llena de sentimientos positivos. Momentos divertidos a la par de momentos cotidianos que se convierten en imágenes increíbles.
Esther Gilham es una de las encargadas de la exposición, al lado de Karin Lager, gerente del proyecto, la fotógrafa Natasha John, curadora de la exposición y Caitlin Flannery. ¿Por qué lo hicieron? La respuesta está en abrir las puertas al apoyo internacional que este tipo de experiencias les brinda a los menos favorecidos. En Colombia las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan por las comunidades afro parecen ser más que las organizaciones creadas por el Estado.
Esther Gilham tiene la energía propia de las gestoras que quieren aportar cientos de granos de arena al mundo y su gratificación más grande con la actividad, fue ver a los niños hablando con los espectadores como si fueran afamados fotógrafos. “Ver estos niños de barrios pobres, que normalmente en el Centro turístico están olvidados, verlos allí en el Centro con sus fotografías muy buenas mostrando su visión de Cartagena, fue gratificante”.
Caitlin Flannery, una de las gestoras del proyecto Foto – Voz explica, “estos niños viven en lugares olvidados así que el objetivo era darles voz a través de una actividad interesante y divertida para ellos, que usaran su creatividad para compartir su vida y realidad con el público. A muchos de estos niños se les dificulta expresarse en una conversación de manera fluida, pero ya detrás de cámara cumplen otro rol”.
Angie tiene 11 años y cada vez que ríe frena como si sintiera vergüenza. Ella, de tez negra y ojitos algo adormitados, dice solamente que se inspiró al ver a su amiguito Felipe en la motocicleta. Lo capturó justo en el momento en que iba a mantenerse en pie con el vehículo. Angie me cuenta que le gustan las motos y quería que la gente viera “las casas de por acá y las personas de mi barrio”.
Como si se tratara de otra conversación, la niña me cuenta que en Loma Fresca, desde diciembre (una fecha que recuerda ya con lejanía) “el barrio ha estado limpio y ya no se forma tanta pelea”.
Pero aunque Angie es de pocas palabras, su toma gráfica va más allá de un vehículo de dos ruedas y unas tablas de madera sucias y rugosas: es una realidad que puede transformarse.
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