Cecilia aprende a pintar sin tocar el lienzo. Imagina sus obras, las compone en su universo eléctrico y observador, con una paleta rica en exquisitos matices, es íntima y cálida, dueña de profundos silencios que después convierte en decididos cuadros, un toque sensible de universos de luz cristalina y colores de gran vibración.
En otro momento Cecilia llega a la casa de mis padres en Barranquilla, con ella viene Jorge, con quien se casará pronto, dice que la ceremonia será en un lugar frío y desconocido, vestirán alpargatas y ruanas, quiere muchas flores, frutas y sus amigos de siempre.
Su cabello no es el mismo. Ha cambiado de forma, ahora cae sobre su cara de otra manera más corto e irregular, mi madre la mira con detenimiento y le pregunta: Ceci, ¿qué le pasó a tu cabello largo y abundante? Con tranquilo desparpajo la mira, sonríe y le dice: las tijeras de podar del jardinero de la casa de campo de Julio Mario me han liberado del tremendo calor que hace en esta época.
Manuelita, su madre, la llama: Ceci, Ceci, una, dos, tres veces, pero nadie contesta. La busca en toda la casa. Ningún rastro, solo la quietud del mediodía. Cecilia, esa niña de entonces, de cabellos agajados y ojos verdes aceituna, está en su lugar preferido, un rincón de la casa anónimo, un pequeño cielo inventado por su soledad, ha jugado toda la mañana con sus colores en creativo silencio. Ha pintado sus muñecas de rojo y azul. Todos están sentados a la mesa. Su padre Gabriel, con el ceño fruncido pregunta. ¿Dónde está Cecilia?. Todos en la mesa miran al tiempo una silla vacía en la esquina de la mesa. Por la amplia puerta del magistral comedor, aparece una niña con restos de pintura en su cara, tiene las manos recién lavadas, pide permiso, se sienta y empieza el almuerzo. Años después, se repite esta escena de familia, Cecilia llega a la hora del almuerzo, viene feliz de pintar un payaso detrás una puerta en un bar de Getsemaní.
Gabriel espera en la mesa. Ella se sienta, almuerza y regresa de nuevo a encontrarse con sus amigos de siempre, Gabo, Cepeda Samudio, Germán Vargas.
Cecilia llega a la casa. Es alta y elegante mira de una lado hacia el otro, sus ojos aceitunas se mueven buscando el rastro oloroso de sus primeros años, el sitio donde soñó y canto con infantiles colores. Allí en la terraza de su casa solariega de Manga, bajo un techo fresco de arboles de mango, la sorprendió la muerte, con sus arlequines aún húmedos, con jirones de luz aún en sus pinceles, esa luz que ella traía de otra parte, con una muñeca pintada que siempre la acompañaba y con la certeza de volver a pintar un día cualquiera un payaso como el del bar del Pedregal.
Hoy, El papel de Cecilia en la cultura de Cartagena
Los resultados de una reciente investigación sobre el rol de Cecilia Porras en la definición de nuevos lenguajes plásticos modernos, es la conferencia que dictará Isabel Cristina Ramírez Botero, dentro del homenaje que la Alcaldía de Cartagena y el IPCC le rinden a la artista cartagenera.
“Consideraré algunos factores que hacen de Porras un ejemplo, entre ellos su proveniencia familiar, su género y su carrera artística”, destacó Ramírez Botero, quien es magíster en Historia del Arte de la Universidad de Siena (Italia).
Esta conferencia a las 5:30 de esta tarde en la Plaza de la Proclamación, en el marco de los actos conmemorativos que ha organizado la Alcaldía Mayor de Cartagena, a través del Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC), para exaltar la vida y obra de la fallecida artista.
Otro de los apartes que tendrá la conferencia tiene que ver con el rol de Porras en la participación y profesionalización de las mujeres en las artes plásticas y la cultura cartagenera.
“En Cecilia Porras pueden analizarse diversos factores que muestran rupturas respecto de su condición de mujer: su búsqueda de profesionalización y, por tanto, su entrada a la universidad; su rebeldía frente a normas y modales femeninos tradicionales, entre otros”, señaló Ramírez Botero.
La alcaldesa de Cartagena, Judith Pinedo Flórez, reiteró que Cecilia Porras fue una de las primeras mujeres de la ciudad y la región dedicada profesionalmente al oficio del arte.
Isabel Cristina Ramírez Botero.
Es arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Docencia Universitaria y magíster en Historia del Arte de la Universidad de Siena, Italia. Actualmente es candidata a doctora en Historia del Arte Colombiano y Latinoamericano en la Universidad Nacional de Colombia. Es profesora asociada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional Caribe y coordinadora de la categoría de Videoarte del Festival Internacional de Cine de Cartagena.
Revista dominical
Momentos con Cecilia Porras
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