Está con nosotros el escritor e investigador Roberto Montes Mathieu, el autor del libro Maestros del Acordeón.
Hemos querido escuchar sus palabras y el proceso de investigación que lo llevó al libro.
Hablemos de Maestros del acordeón.
R.M. Maestros del acordeón es el primer libro de una trilogía donde abordo el tema de la música popular del Caribe colombiano. Contiene diez crónicas escritas con técnica de novela, lenguaje literario y estructuras diversas. Son biografías y análisis partiendo de entrevistas y estudios de composiciones e interpretación de los artistas escogidos.
¿Cuáles son esos artistas?
R.M. Pacho Rada, Alejo Durán, Abel Antonio Villa, Calixto Ochoa, Aníbal Velásquez, Lisandro Meza, César Castro, Aniceto Molina, Alfredo Gutiérrez y Enrique Díaz.
¿Por qué sólo esos nombres?
R.M. Estos nombres hicieron parte de mi infancia y adolescencia. Las primeras grabaciones de música de acordeón que escuché y aprendí, fueron de ellos. Puedo decirte que crecí con el goce y disfrute de la música de ellos. No es otra la razón de que los haya seleccionado para este libro, además de que son verdaderos maestros tienen sobrados méritos para figurar en las más exigentes colecciones de música.
¿Puede decirse que este libro es parte de tus memorias, en este caso musicales?
R.M. Exactamente. Mi generación y otras de la costa, podemos reconstruir nuestra memoria a partir de la música que nos ha acompañado en las distintas etapas de la vida.
Pienso también en tu novela, Para qué recordar, qué es sobre música.
R.M. Sí, lo que confirma tu apreciación. En la novela el personaje principal es el bolero y determinados intérpretes de esa época adolescente. El narrador y sus amigos construyen sus vidas dentro del discurrir de la música.
¿Es por eso que en la nota de introducción de Maestros del acordeón, dices que quisiste ser músico y la familia no te dejó?
R.M. Así es, y por esa razón decidí escribir sobre los músicos y la música de aquellos años que, parafraseando a García Márquez, no pude vivir para cantarla.
¿En realidad quisiste ser músico?
R.M. Como muchos escritores. García Márquez recuerda que quiso aprender a tocar acordeón y la abuela se lo impidió. Cortázar ser jazzista aprendió a tocar trompeta. Luis Rafael Sánchez, salsero y bolerista, recuerda La guaracha del Macho Camacho y La importancia de llamarse Daniel Santos. Cabrera Infante dijo que su mayor deseo era ser beisbolista y bongosero, y como estos hay otros.
¿Conoces algunos escritores que fueron músicos?
R.M. Un gran cuentista uruguayo, Felisberto Hernández, era pianista clásico y dio muchos conciertos. Es muy conocido el caso de Ernest Hoffman, compositor y cuentista, decía que la música le ayudaba a hacer literatura. Influyó a los escritores rusos y alemanes de su tiempo. Era versátil. Entre nosotros está el caso del sincelejano Rafael Hernández Urueta, poeta, pianista y músico, su obra musical inédita es grande. Permíteme decir aquí que uno de los mejores escritores latinoamericanos, Alejo Carpentier, es autor de un libro de música popular: La música en Cuba, una investigación rigurosa de la historia musical cubana.
¿Cómo fue el proceso de Maestros del acordeón?
R.M. Primero entrevisté a los personajes. A algunos los conocía personalmente por la cercanía con ellos, a otros nunca los había tratado, pero vencí las dificultades para contactarlos. Sólo uno de ellos, Pacho Rada, no pude entrevistarlo pero lo saludé una noche que se presentó en Bogotá como lo registro en su crónica. Después vino el proceso de escritura, encontrar el tono en que debía desarrollar la información que tenía, buscar las canciones y analizarlas, y finalmente el largo proceso de escribir con lenguaje literario.
¿Por qué lenguaje literario?
R.M. Fitzgerald, Hemingway, Lardner, Capote, Mailer, fueron mis guías. Ellos, excelentes escritores, hicieron crónicas con alto nivel literario. Después Talese y Wolf impulsaron el género, y en nuestro idioma Tomás Eloy Martínez, autor de una obra maestra del periodismo moderno: Lugar común la muerte. Me identifico con el estilo de cada uno y quise hacer crónicas como ellos.
¿Fue un libro complicado?
R.M. Fue un libro que demandó mucho trabajo. Los compositores y músicos son muy dados a decir cosas fantásticas, alejadas de la realidad. Alguna información que me daban tenía que confirmarla e incluso reconfirmarla, ejercicio fue muy divertido hacerlo, disfruté mucho la investigación. Imagínate la alegría de sentarse a hablar con quienes me hicieron la vida juvenil muy divertida con sus canciones, que podía recordar y cantarlas con ellos. Éstos se sorprendían que les recordara algunas cosas con lujo de detalles. Calixto Ochoa me dijo: Usted sabe más de mí que yo. Eso me llenaba de satisfacción y orgullo.
¿Cómo entrevistaste a César Castro que vive en Venezuela?
R.M. A César yo lo conocía desde finales de los años cincuenta, cuando vivía en Sincelejo. Nunca antes lo habían entrevistado. Si miras los libros publicados sobre música de acordeón ni siquiera lo mencionan. Una injusticia porque es uno de los grandes que, además, ha influido en otros músicos. Lo entrevisté por correo ordinario y por teléfono. Un escritor amigo que vive en Miami, me hizo el contacto.
¿Y a Aniceto Molina que vive en México?
R.M. Aproveché que estuvo en Sincelejo y lo entrevisté a través de un amigo a quien le mandé el cuestionario.
¿Qué tiempo te tomó hacer todo esto?
R.M. A Alejo Durán lo entrevisté en l981 sin pensar en el libro. A Calixto Ochoa la primera entrevista fue para una publicación universitaria en 1989, la idea del libro vino después. Yo diría que mal contados, unos diez años a partir de la decisión de hacerlo. No olvides que son tres libros.
¿Cuáles son los otros libros de la trilogía?
R.M. El segundo, que está en manos del editor, Collage, trata sobre intérpretes y compositores, ahí están Alberto Fernández, Crescencio Camacho, Adolfo Pacheco, Julio Erazo, Rubén Darío Salcedo, entre otros. Y el tercero, sobre artistas varios y orquestas, como el Indio Chávez, Rosendo Martínez, Calilla, Roberto Solano...
¿Por qué tanto interés por la música?
R.M. Te respondo con una frase de Martín Lutero: "Quien no ama el vino, las mujeres y las canciones, será estúpido toda su vida."
Revista dominical
Roberto Montes Mathieu y los maestros del acordeón
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