Hoy es la doctora Rocío Isabel Luna Flórez, Otorrinolaringóloga con domicilio en Neiva. En 1982 era Rocío Luna, un “mujeronón” que conquistó el virreinato en el Concurso Nacional de Belleza y que al año siguiente seguía con su racha de triunfos al ocupar el segundo lugar en Miss Mundo.
Antes de representar al Magdalena en el certamen de belleza más importante del país, Rocío Luna, quien nació en el Banco, estudiaba Medicina en la Universidad de Cartagena. Participó en el Reinado Nacional de la Ganadería en Montería, donde triunfó como soberana. El Reinado Internacional de la Feria de Cali la esperó a continuación y su porte y elegancia también le concedieron la corona.
Sus ojos rasgados le dan un aire asiático. Es imponente y tiene la voz ronca y un acento costeño que combina con palabras del interior. Luego de su participación en el concurso, no se desligó de ese mundo lleno de glamour y belleza. “Siempre estuve en contacto con el certamen. Eran ocho días en las Islas del Rosario en todo el proceso del Minicromos, entonces Doña Tera exigió que yo debía ser la médica y así estuve diez años. Durante ese tiempo terminé mi especialidad como otorrinolaringóloga y cirujana”, recuerda Rocío.
Con humor cae en cuenta que cada diez años cierra un capítulo de su vida para empezar otro. “Terminé mi trabajo con el concurso y desde hace diez años hago parte de la Corporación de Belleza de Huila. Ahora estoy en la faceta de preparar reinas”.
Neiva ya es su hogar, y el contacto con este paradisíaco lugar se lo debe a su esposo. “Mi esposo, Ricardo Perdomo, es de Huila y mis hijos son de allá. De hecho mis hermanas y mi papá se fueron a vivir allá; él murió en ese Departamento. Existe un arraigo emocional”, explica.
“USTED SE PARECE A UNA REINA...”
“Colombia es un país que quiere a sus reinas. Yo siempre digo que ejerzo dos funciones. Muchas veces en consulta algún paciente me dice “perdón doctora, usted se parece mucho a una que fue reina en Cartagena o ¿usted es la misma?” ¡dos en una sola persona!,” dice Rocío estallando en risas. “Una vez un paciente interrumpió su consulta y me dijo: “doctora, quería conocerla. Tengo recortes de usted en la casa”. Me emociona saber que la gente aún me recuerda”.
Para Rocío, el Concurso Nacional de Belleza ha cambiado con los años. “Antes había mucho más contacto de las reinas con el pueblo y con las otras comitivas. Yo recuerdo que llegar al hotel sede del concurso hace 30 años era impresionante. Las comitivas que se desplazaban de todo el país querían tomarse fotos con todas y no había tanta limitación para tener contacto con los medios de comunicación. Uno mismo tenía que llamar a los medios y abrirse espacio para captar su atención. Nos permitían dar más entrevistas y eso era bonito porque te reconocían. Ahora un reina tiene un equipo de producción que le hace el lobby y un equipo que la asesora para que hablen ante las cámaras. Antes era más espontáneo todo”, expresa.
LA RESPUESTA DE HUILA
Rocío hacía parte de la comitiva de Laura Saavedra quien representó a Huila. “Antes el contacto con la prensa era diferente. En mi época estaba Margot Ricci y todas decíamos, “¿qué preguntará Margot?”. Era otra manera de preguntar. Laura estaba en una entrevista bailando hula hula, pensando que no le vayan a ponchar, que no vaya a tener una pose fea en la foto y al mismo tiempo debía tener la habilidad de responder en medio de una algarabía. Ella no deja de ser una niña inteligente porque no escuchó bien”. Laura confundió a Nelson Mandela con Carlos Martelo, el creador del Concurso Nacional de la Belleza.
CAMBIOS EN SU VIDA
Cartagena, para Rocío, es un cúmulo de experiencias agradables. “Cartagena es mi vida universitaria. Es mar, es brisa. Es este Corralito de Piedra que llevé en mis hombros como representante del Magdalena. Le debo parte de lo que soy”.
Destino divino, cosas por hacer. Del camino establecido por Dios no se escapa y este fue uno de los motivos por los cuales haber alcanzado el segundo puesto en el certamen de belleza más importante de Colombia en 1982, no logró apocarla. “Eso no me trasnochó ni en su época ni ahora. Me doy por bien servida con el lugar que obtuve, por la representación que llevé de Colombia y por generar emoción en un país que aún hoy me recuerda. Dios tiene un propósito en la vida de cada uno y tengo la satisfacción del deber cumplido”.
Es bella, risueña y amable. No tiene prisa aún cuando hay alguien esperando que termine la entrevista. Un abrazo despide la conversación y mientras se aleja las miradas la siguen. Algunos se preguntan quién es y otros sólo la admiran. Ella solo camina por los pasillos del Hotel Hilton como hace 30 años cuando todos exclamaban “¡Esa es!”.
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