Revista dominical


Salvadores y justicieros en el apocalipsis inminente

RICARDO CHICA GELIS

27 de octubre de 2013 12:02 AM

En Elysium (2013) está pintado lo que se nos vino encima, no importa que la historia acontezca en el año 2154. Así como está, no es viable el mundo. Ni gobernable, ni sustentable, ni vivible. Los privilegiados de siempre, crean un gueto en forma de estación espacial que se llama como el título de la película del surafricano Neil Blomkamp. Acá, en la tierra, viven los descamisados, en un posapocalíptico Estados Unidos que ya no es protestante, sino católico; ya no es gringo, sino latino; ya no habla inglés, sino español. No hay instituciones públicas, hay burocracia robotizada. La humanidad deviene entonces, en una masa amorfa, hambrienta y sin esperanza.

Allí es cuando Blomkamp, echa mano del mito del héroe que, sin saberlo, está destinado a liberar su pueblo de la esclavitud, con miras a cumplir la promesa de las condiciones de igualdad para todos. Max De Acosta es protagonizado por el actor Matt Damon y, no me parece tan casual, el nombre del héroe: Max. Me recuerda a Mad Max (1979) película australiana pre apocalíptica y protagonizada por Mel Gibson, desconocido para la época. Mad Max corresponde al sub género fílmico de carreteras, o “road movies”, donde el camino es una metáfora de la vida que va hacia ninguna parte e invita a vagabundear por paisajes lejanos, a bordo de una máquina mítica: un Ford Mustang, un Chevrolet Camaro o una motocicleta Hardley Davidson: referencias de un estilo de vida libre y andariego. Sin embargo, el abordaje narrativo en Mad Max, supone la persecución incesante entre pandilleros  crueles y despiadados y el policía que quiere vengar la muerte de familia. Es que cuando lo pandilleros acaban con la familia de Max, acaban con todas las familias del mundo y sobreviene el final de los tiempos. Es por eso que en las posapocalípticas Mad Max II y III, el personaje es un sobreviviente nostálgico y solitario, en un mundo donde el amor desapareció. Igual que en Elysium, que muestra una ciencia ficción próxima e inminente, un ensayo social que anticipa la desaparición total de la clase media, la desaparición total del empleo y el reemplazo total del Estado por las corporaciones. Frente a semejante situación, Max De Acosta y Mad Max son salvadores y justicieros: una necesidad social que, en el cine, se ofrece como bálsamo; como escenificación del dolor ajeno que sirve para aliviar el dolor propio.
La ciencia ficción inminente aprovecha las capacidades aprendidas por los espectadores de cine de la actualidad. Se trata de películas donde el espectador se siente familiarizado sus paisajes cibernéticos,  sus recursos digitales y, por tanto, generan un fuerte sentido de la verosimilitud. Generan un ámbito muy creíble que se refuerza con el enfoque de ensayo social, casi documental, como hace Neil Blomkamp en Elysium y en su película anterior Distrito 9 (2010). La importancia del abordaje de ensayo social en el cine, es clave, porque favorece la reflexión sobre la gente y sus problemas próximos y, no solo se queda en el alivio, en el escapismo frente a los grandes problemas sociales. En ese sentido es una verdadera lástima lo que ocurre en la película El Capitán Phillips (2013) quien es secuestrado por piratas somalíes en el Océano Índico, en 2009, encabezados por Abduwali Muse. Aparece allí la oportunidad de ofrecer elementos para pensar la condición humana en el contexto de la guerra social en el mundo. No es simple terrorismo, per se. Son síntomas de la devastación social del modelo político y económico imperante en el planeta. La solución dramática en la película, casi vergonzosa, es aplastar a cuatro famélicos piratas con una marina de guerra sofisticada y formidable. Con ese giro, el director renunció abordar la humanidad de los piratas y la complejidad de la situación; todo queda igual: los pobres y tercermundistas son la amenaza, los aliens susceptibles de ser extirpados; pues, ni si quiera son hombres. Allí los piratas no tienen salvación
Salvadores y justicieros en el apocalipsis inminente con enfoque de ensayo social, no es común en el cine de Hollywood. Por eso vale la pena imaginar cómo van a ser los próximos veinte años en Cartagena, eso sí, teniendo claro nuestro actual pre apocalipsis.
ricardo_chica@hotmail.com

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