Revista dominical


Todo nos llega tarde... ¡hasta el museo!

JIMENA ROJAS CASAS

28 de octubre de 2012 12:01 AM

La oferta cultural en Cartagena ha crecido en calidad y cantidad en los últimos años. Numerosos colectivos culturales y de artistas han consolidado una actividad permanente a pesar de las dificultades del medio. Pero, de esta oferta cultural no hacen parte los museos. En la ciudad existen siete museos. La mayoría están ubicados en el Centro Histórico o en sectores cercanos y sus colecciones son diversas. Además, tienen sus sedes en edificios emblemáticos de gran riqueza arquitectónica e histórica. Sin embargo, la presencia y actividad de éstos se parece a un largo “bostezo de las musas”.
En aras de la justicia, la labor desarrollada por tres museos: El Museo Histórico, El Museo del Oro Zenú y el Museo de las Fortificaciones, a pesar de las limitaciones existentes y reconocidas por ellos mismos, se apartan del bostezo generalizado de la musa. Pero han estado solos en esta lucha.
El tema de la difícil supervivencia de los museos no es ajeno a otras latitudes. Buscando ejemplos que me sirvieran para entender el problema, encontré que en Andalucía (España), para el 2004 la situación de los museos era crítica. Tan parecida a la que se vive en Cartagena, que sentí alivio, aunque no consuelo, frente al mal de muchos. Esto, sin embargo, me obliga a no cumplir la segunda parte del refrán. No me resigno a que las instituciones llamadas a ser “los depositarios de bienes muebles representativos del Patrimonio Cultural de la Nación.”, se caractericen por su debilidad, no sean agentes catalizadores de cambio social, ni desarrollen ofertas para el individuo, la comunidad y la sociedad.
Quiero en estas breves líneas proponerles a los museos de Cartagena que reflexionen sobre su responsabilidad cívica y social, su misión y sobre las formas de interacción con la comunidad. Es urgente que los museos se comprometan a cumplir una acción relevante y sensible, sobre temas que respondan a las necesidades sociales y culturales de una ciudad tan compleja como Cartagena.
¿Cómo se explica que en Cartagena los museos no hagan parte importante de la oferta cultural, educativa, recreativa  y turística de la ciudad? No es sencillo establecer las razones por las cuales los museos de Cartagena han sido incapaces de adoptar modelos de gestión que incluyan acciones de eficacia y rentabilidad cultural y que actúen como agentes de cambio social y desarrollo. Tengamos en cuenta que la mayoría de los museos de la ciudad responden a la figura  de Organizaciones Privadas Sin Ánimo de Lucro…;.y esto no quiere decir con ánimo de pérdida.
Como todo nos llega tarde a esta “ciudad inmóvil”, la gestión de las organizaciones sin ánimo de lucro se basó en una primera etapa en el cálculo de costos y el control presupuestal. En una segunda etapa, y especialmente durante la última década del siglo XX, surgieron publicaciones relativas a la gestión de las organizaciones no lucrativas en las que se incorporaron los conceptos de misión y estrategia, visión, planes de acción, así como el posterior control de la gestión. Pero la gran mayoría de los museos de la ciudad siguen en la primera etapa de gestión de las organizaciones sin ánimo de lucro.
Habría que preguntarse si en la era de internet y con todos los recursos de formación que existen en el tema de los museos y la gestión cultural, es justificable para una institución no haber hecho uso de estos y otros medios que le ayudaran a llenar este vacío.
Otra parte del problema es que para amplios sectores que tradicionalmente han ostentado posiciones de poder en el sector cultural, se sigue en el esquema de gestión “pedigüeño”. Este sistema va ligado a una concepción de cultura como “aroma espiritual”, ajena a las transformaciones que ha sufrido el concepto, que lo alejan cada vez más de las Bellas Artes y las Letras y lo acercan al concepto de Desarrollo Humano.
Otro punto complicado de la discusión es la financiación de los museos. Si bien es cierto que los museos son depositarios de un patrimonio que en teoría nos pertenece a todos y que el Estado tiene la responsabilidad de custodiar, el panorama de los museos tanto en Cartagena como en el país es que un 43% están constituidos como entidades privadas, el 5%  como entidades  mixtas y el 52% restante como entidades públicas o dependientes de una entidad pública. El alto porcentaje de entidades museísticas privadas sin ánimo de lucro, hace que los museos deban competir por los recursos públicos y privados, con otras organizaciones culturales cada vez más profesionalizadas y organizadas.
¿Quién debe asumir la financiación de los museos? ¿El estado? ¿El sector privado? ¿A cambio de qué? La mejor opción sería establecer una forma moderna de concebir la gestión de los museos con la participación conjunta de los ciudadanos, el sector público y el sector privado. Ejemplos en el país hay: Museo del Caribe, Museo de Antioquia, Museo de Arte Moderno de Medellín, Maloka. Todo empieza con un proyecto definido por las directivas de los museos, donde se retribuyan social y¬/o económicamente los recursos recibidos.
Es necesario que se adopte una concepción renovada de cultura. Se tiene que entender que el papel de los museos en la sociedad se ha transformado y que hoy en día son reconocidos como agentes para lograr la cohesión social, fortalecer la educación y la formación de ciudadanía, brindar recreación y promover el desarrollo social y económico. Es necesario que se superen las declaraciones poco precisas de la función social del museo. No basta con que la puerta esté abierta.
La dificultad es más profunda. Aunque por parte del sector de los museos de la ciudad es común señalar que el origen de todas las dificultades y la causa de la incapacidad para desarrollar su actividad ha sido la falta de recursos económicos y el poco apoyo estatal, el problema es más de fondo que de forma. Los recursos económicos por sí solos no van a solucionar los problemas de la comprensión conservadora que tienen las directivas de los museos sobre el concepto de cultura, ni de concebir la misión de una entidad museística acorde a las tendencias museológicas contemporáneas o de la necesidad de un modelo de gestión profesionalizado de la cultura. Como tampoco solucionarán las debilidades en la administración y que sean aplicadas las nuevas tendencias para dirigir las organizaciones no lucrativas.  Las problemáticas identificadas por los museos de Cartagena requieren más que buena voluntad, virtud que de todas maneras ha caracterizado el accionar de las directivas de los museos en la ciudad y que hay que valorar.
Se requiere una total y profunda restructuración interna de las instituciones museísticas. Que lleguen a la dirección de las instituciones personas que puedan superar la “Falta de capacidad en la gestión” y la  “Falta de niveles especializados del personal de los museos”, problemáticas que han sidoseñaladas una y otra vez por los mismos directivos de los museos en mesas de trabajo del sector.
Estas carencias exigen que al interior de las organizaciones se  asuma “... el papel de los museos como instancias políticas, sociales y culturales, de mediación, transformación y desarrollo social, teniendo por base el campo del patrimonio cultural y natural”. Donde, por ejemplo, los ejes que guíen sus acciones sean temas como la identidad, la cohesión social, la inclusión, la participación, la promoción y defensa de los derechos culturales, la función de educar y construir ciudadanía. El museo es el lugar donde también se reflexiona creativamente sobre los problemas de la ciudad y la región. En resumen se requieren museos que se apropien de los avances teóricos y prácticos de la museología, del tan de moda emprendimiento cultural, así como de modelos de gestión renovadores.
Esta es una invitación a que los museos de Cartagena piensen la acción del museo en relación con las problemáticas de la ciudad y para que hagan evidente con hechos lo que en papel los define como instituciones al servicio de la sociedad y de su desarrollo.

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