Una aventura en cinco colores

Cartagena en cinco colores. No es fácil emprender una aventura como la que ha asumido Cecilia Delgado al frente de su taller artístico. Los frutos de El Taller empiezan a revelarse en esta colectiva de arte inaugurada en el Salón Pierre Daguet de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar. Es curioso, ejemplar y valiente que un grupo de mujeres hayan renunciado a las trampas de la cotidianidad casera para reinventar la vida a través del arte. Algunas esperaron muchos años para decidirse y cumplir con el pacto de sus sueños. Cinco de las doce alumnas de Cecilia, muestran un resultado estético. Se trata de las obras de Norma Gómez, María Patricia Salgado, Rosita De León, Nelly Del Río y Margarita Díaz. Las cinco tienen búsquedas propias y definidas e indagan nuevas formas de encarar el abstraccionismo con elementos figurativos. La lección de Cecilia es que una artista es una esponja que recoge la esencia del universo y en sus colores hay huellas del pensamiento y la creatividad humana. No hay azares ni casualidades, sólo tejidos de conocimiento convertidos en luz y color. Algunas de ellas cruzaron por el sendero de la figuratividad y de los diversos períodos estéticos para generar alternativas a sus iniciativas. Rigor es la lección que recomienda la profesora Cecilia Delgado a la hora de iniciar una obra de arte. Disciplina, voluntad, técnica e imaginación. Fuimos a conocer de cerca este trabajo antes de su exposición. Estas fueron las percepciones del trabajo individual. Margarita Díaz logra atmósferas de agua, neblina, vapor, en una síntesis acertada y manejo del color. La obra en conjunto persigue un silencio elevado de las formas, casi la soledad y la interiorización del paisaje. Patricia Salgado desafía los contrastes cromáticos y busca cohesionar con fluidez instantes de luz y formas abstractas. El gris se reconcilia con el amarillo y el dorado dialoga con el verde y el rojo. Movimiento expresivo del color hay en estas pinturas. Rosita De León pinta el mar y logra luego de una secuencia exteriorista, vista desde la orilla, adentrarse en una dimensión profunda en la inquietante dualidad del mar-cielo. El privilegio del paisaje se disipa hasta conjugarse con la inmensidad aguamarina, en la mirada interior del mar visto en su dimensión de profundidad, horizonte y lejanía. Norma Gómez asume riesgos afortunados en esta serie de pinturas expresivas y de un gran aliento lírico. Las formas cohesionan emociones supremas, espirales ingeniosos, que parecen jugar al silencio y a la incertidumbre creadora. Hay rasgos selectivos de una influencia asimilada en instantes al Obregón caudaloso en formas y trazos libres y al sofisticado y abstracto Rodas de los últimos años. El contrapunto de esta muestra colectiva es la individualidad y la búsqueda de un lenguaje personal y el aprendizaje filosófico transmitido por la artista y coordinadora del taller: la técnica y el ingenio se logran con la exigencia de una vocación obstinada y con una lectura integral del universo: de la vida deviene todo el germen fantástico y la necesidad de construir líneas de encuentro y desencuentro con la cotidianidad. Las cinco tienen en común la necesidad de encontrar un profundo significado en la abstracción, pero juntas construyen un paralelo de hermosas paradojas: el mar apenas presentido en atmósferas en Margarita Díaz y el mar profundo y dramático de Rosita de León, el contraste de riesgos sutiles de Norma Gómez y los riesgos cromáticos de una contundencia visual en María Patricia Salgado, la serena intuición y adivinanza del mundo en Margarita y la explosión de color en Nelly del Río. Cinco obras en las que se revitaliza el color como vehículo para descifrar la vida y el mundo.