Vivir la vida

Si uno ve el video clip de la exitosa canción “Vivir la vida” de Marc Anthony, presencia un comercial de televisión, una campaña publicitaria. La canción, para mi gusto, constituye la banda sonora del desastre, anunciada por los parlantes de todos los equipos de sonido de los sectores populares de Cartagena. Si escuchamos “Vivir la vida” en el contexto diario en que habitamos las mayorías de la ciudad, se percibe un mensaje claro. Una invitación a resignarse. Por eso decía que se trata de una campaña publicitaria, la canción es un jingle, es decir, un estribillo efectivo de recordación que promueve la anestesia mental. Por supuesto, “Vivir la vida” tiene el glamour, la sabrosura, el brillo, la emoción, las ganas y el encanto para convencer a cualquiera de su premisa: no le paren bolas a nada, todo está bien.
Hay que tener en cuenta desde qué lugar del sentido, se hace la lectura a una canción como la de Marc Anthony. Bailar y escuchar “Vivir la vida” son experiencias muy distintas en Bocagrande o El Arsenal, de otros lugares como El Nazareno o El Trece de Junio. Una cosa significa “Vivir la vida” en los sectores populares latinos de Nueva York, tal como muestra el video y otra cosa es en Bogotá, en Caracas o en Lima. No obstante, me parece que la moraleja del mensaje musical, es inequívoca. Se trata de promover la renuncia colectiva y masiva a la inconformidad, a la crítica, al cuestionamiento, a la revuelta, a la protesta. Se promueve la renuncia a darse cuenta de las cosas. No estoy sugiriendo que Marc Anthony debe hacer canción protesta de hace cincuenta o cuarenta años, ni más faltaba. Si a uno no le gusta una canción o un género musical, cambia el dial de la radio y ya. Lo que me interesa subrayar es que la banda sonora que nos acompaña el padecimiento cotidiano de Cartagena, contiene canciones que invitan al escape, a la superficialidad, al apaciguamiento del dolor. A cerrar los ojos.
No estoy hablando de canciones protesta cubana o chilena de los años setenta, como un simple elemento de contraste con lo que se escucha hoy en el mundo entero; pues, hay que entender que los tiempos cambian y cada generación tiene sus formas de asimilar el mundo y de abordarlo. En ese devenir, por lo menos en los últimos treinta años, hay un puñado insignificante de artistas internacionales exitosos, que proponen la reflexión y el ensayo social. Pensemos en “Querido FBI” de Calle 13 o en un repertorio de canciones inteligentes de Juan Luis Guerra, en su etapa pre – evangélica. Canciones de una vigencia analítica contundente: “Visa para un sueño”, “El Niágara en Bicicleta” y la muy destacable “El costo de la vida”, de la cual, vale la pena ver el video. También resulta clave la canción “La guagua en reversa”: mordaz crítica al sistema político dominicano.
La cultura popular del mundo es la fuente de los movimientos musicales y de su respectiva explotación comercial; eso ni es malo, ni es bueno. Lo fundamental, es ver cómo los artistas y su público, son capaces de interpretar críticamente,  o no, lo que acontece. La música salsa en sus inicios fue consciente y muy crítica de la situación de los migrantes latinos y de la situación en nuestros países. Ahí está “Tiburón” de Rubén Blades. Otro caso importante son los inicios del Reggae en Jamaica, una música que postuló un mensaje emancipatorio y de descolonización, en un país que obtuvo su independencia en 1962. En contraste esta banda sonora que nos acompaña, nos embrutece. La banda sonora que produce la champeta actual, por ejemplo, genera mensajes tan inocuos, tan vacuos, tan superfluos que son cómplices del sistema, contribuyen a que seamos cada vez más imbéciles y pasivos. La manifestación musical más importante de Cartagena en los últimos cuarenta años, necesita de otros enfoques. Los picoteros, los DJ populares, los productores y empresarios musicales, los artistas y músicos y el público en general deben ofrecer, de vez en cuando, un puñado de alternativas. Siempre es la misma fórmula: chico conoce a chica y tienen sexo el fin de semana. Llevan años produciendo el mismo contenido genital. Hagan poesías y  canciones a los peajes, al fracaso de los políticos y de nosotros, a la guerra social, al dengue, a la mala educación, al embarazo adolescente, a la imposición del interés particular sobre el general, a los servicios públicos caros y malos, al racismo y al fascismo social, al paseo de la muerte, a la sin salida de tanta gente que no tiene cómo resolver este diciembre que nos atropella sin plata. Ahora falta que saquen “Vivir la vida” en versión Champeta. 
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