Yamuka Emiko tiene 74 años de edad y es una de las sobrevivientes de la explosión de la bomba atómica de Nagasaky, el 9 de agosto de 1945. Ella estuvo en Cartagena durante el Hay Festival y narró cómo sobre vivió a ese momento y como ha sido su vida desde entonces.
“Tenía 14 años de edad y habitaba en el poblado de EVA. Ese 9 de agosto, parecía un día normal.
En horas de la mañana yo estaba camino al odontólogo, en el Centro de la ciudad y me di cuenta de que mis zapatos estaban rotos y un abuelo de una fábrica me dijo que entrara a la fábrica para arreglarlo porque afuera estaba haciendo mucho calor y segundos después sentí un estruendo fuerte y había mucho polvo que me impedía respirar. De repente hubo un silencio ensordecedor y no me daba cuenta de nada solo gritaba ¡sálvenme!, ¡sálvenme! Mientras, el abuelo me gritaba ¿Dónde estas? ¿Dónde estás? hasta que me encontró y me ayudó - la bomba nos había lanzado a cuatro metros del lugar- yo tomé su mano y el intentó ayudarme, su piel me cayó encima pero yo pensaba que había sido un trapo.
Había escombros alrededor de mí, no sabía nada, no entendía nada, estaba toda herida pero no sentía nada. Sólo pensaba en volver a casa de mi madre, y empecé a correr, escapando de la ciudad pero me di cuenta que estaba dando vueltas en el mismo lugar y pensaba que los muertos me seguían, cuando sentí que ya no me seguían perdí la conciencia y al cabo rato escuché una voz que decía: ‘Alguien quiere volver a su casa’ y lo repetía una y otra vez. Entre la gente había un señor que yo conocía me fui corriendo donde él y le dije que me llevara a mi casa. Él me preguntó que quien era y yo le dije que era Emiko, pero el no me reconoció. Había un barquito donde había muchas personas y yo tampoco los reconocía porque todos tenía las caras quemadas al igual que yo.
Cuando llegué a mi casa estaba confundida y mi mamá no estaba, la vecina me dijo que tal vez estaba en el refugio, pero allí tampoco estaba.
Yo estaba herida y la vecina me llevó al hospital y allí me sacaron muchas piezas de vidrio que estaban en mi cuerpo y en algunas zonas debí ser operada para extraer el vidrio. Después de 30 años seguía encontrando partículas de vidrio en mi cuerpo.
Cundo tenía 20 años me enamoré de un hombre y teníamos la intención de casarnos pero la madre estaba en contra de mi, porque decía que como había recibido la irradiación de la bomba, era muy probable que nuestros hijos nacieran deformes, pero años más tarde conocí a un señor y tuvimos tres hijas sanas.
Con el pasar de los años los efectos de la irradiación me causaron problemas de salud como cáncer en el corazón, cataratas, problemas en la garganta.
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