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Erick Pérez, el chico del barrio Chile que recorre el mundo bailando

Erick Pérez Molinares, criado en el barrio Chile, ha perdido la cuenta de cuántos países ha visitado gracias a su pasión por el baile y las artes escénicas. Una vida en los escenarios haciendo lo que ama es su satisfacción personal.

IVIS MARTÍNEZ PIMIENTA

17 de febrero de 2019 06:35 PM

Oye, pero ¿y sí vas a ganar dinero siendo bailarín? Oye, pero eso no se ve muy varonil que digamos. ¿Y por qué mejor no estudias una ingeniería? ¿En serio te piensas dedicar a eso? Son tantos los cuestionamientos cuando un familiar o un amigo decide irse por el camino del baile, la actuación o las artes escénicas...

Erick Pérez Molinares no fue la excepción. Cuando empezó a amar el baile y el arte, también empezó la preocupación de su padre, un pescador de atún, quien no veía en las artes escénicas un futuro económico promisorio para su hijo. Pero su madre, asidua colaboradora del Bienestar Familiar, fue su primer apoyo y, además de alentarlo a que siguiera sus sueños, le inculcó un amplio sentido social, gracias a “una bondad de corazón inmensa”. Con los años, el padre de Erick fue entendiendo la pasión de su hijo, y hoy, al igual que su madre, se ha convertido en un fan más.

Erick, de ojos claros y brillantes, nació en Cartagena y se crió en el barrio República de Chile, sector La Conquista. Desde 2004 pertenece a El Colegio del Cuerpo y desde hace seis años está profesionalmente en la Compañía Cuerpo de Indias de esta corporación, creada por el artista Álvaro Restrepo. Ya ha estado en España, Holanda, Francia, Alemania, Inglaterra, Perú, Brasil, Estados Unidos, México y esta entrevista la responde desde Corea del Sur. “Realmente en un país como Colombia es complicado ser bailarín y vivir de eso, pero sí se puede. En El Colegio del Cuerpo vivimos de esto porque somos bailarines, artistas integrales que pueden trabajar ya sea con la pedagogía, lo social o el arte”, me explica.

Para Erick nunca fue importante el dinero. Él se visualizó como artista integral, con la sensibilidad de quien ama la belleza desde todas sus formas. Un río corriendo apaciblemente o afanosamente entre rocas, una resplandeciente puesta de sol, un niño mirando al horizonte, una gota de sudor bajando por la barbilla. Si miramos bien, todo es arte, solo depende del ojo de quien lo mire... Es por eso quizás, que también es un buen fotógrafo aficionado. En entrevista con El Universal, Erick Pérez Molinares, de 28 años, nos cuenta su historia.

Por amor, no por dinero...

- Yo no estaba completamente seguro de ser bailarín, porque tú sabes que nuestros padres siempre están diciéndonos que eso es complicado, tienen temor de no criar hijos que puedan valerse por sí mismos. Mi padre tenía esa preocupación pero hoy me apoya al cien por ciento, y mi madre siempre me apoyó. A veces los padres, cuando ven a un hijo que quiere dedicarse al arte, lo ven como un problema. Recuerdo que muchos familiares o amigos se acercaron a mí y me decían: “¿Oye, y eso sí te da para vivir?”; pero siempre tuve mi convicción y amé y amo lo que estoy haciendo. Por eso sigo luchando.

Su camino hacia el baile

- Estudiaba en el José Manuel Rodríguez Torices, INEM, y El Colegio del Cuerpo tenía un proyecto pedagógico. No era enseñar baile, sino entrar en la pedagogía utilizando la danza a través del arte. Empezamos a tomar talleres de literatura, actuación, danza contemporánea, danza tradicional. Yo apliqué para una selección con varios niños en esa época y quedé seleccionado. Empecé a tomar estas clases sin saber que sería bailarín. Fui creciendo como artista durante los años y no sabía lo que quería para mi vida, pero gracias a El Colegio del Cuerpo, con su trabajo también social, me fui enamorando y quise hacer mi técnico laboral en interpretación en danza, un curso avalado por el Ministerio de Educación para reconocer a aquellos bailarines que tuvieran formación.

Erick terminó su carrera como técnico y le ofrecieron pertenecer a El Colegio del Cuerpo. Se necesitaban bailarines para presentaciones internacionales y, después de su primer viaje a Bogotá, trabajó en Alemania.

¿Por qué más jóvenes deberían darse la oportunidad?

- Estoy de acuerdo con la filosofía de El Colegio del Cuerpo cuando ellos dicen que uno lo que hace debe hacerlo con pasión. Y es un llamado no solo a los bailarines o artistas de escena, sino a cualquiera que quiera dedicarse a lo que le guste. Si sientes un llamado, un deseo por realizar algo, dedícate solamente a eso. Le digo a los jóvenes bailarines que si lo desean con tanta pasión, lo busquen y seguramente encontrarán un lugar donde poder ser felices haciendo lo que aman. Invito a que las personas busquen su pasión, dentro de sí mismos.

Si no fueras bailarín, ¿a qué te dedicarías?

- Seguramente estaría en algo que no me gusta. No me veo en nada más. Bueno, me veo en algo que tenga que ver con el arte. Creo que estaría un poco decepcionado y aburrido del oficio, si no fuera el arte -ríe-.

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