Facetas


¿Qué decirle y qué no a alguien que padece depresión?

Ojalá, señor desconocido, lea este texto y sepa que incluso para la depresión hay esperanza: el tratamiento.

LAURA ANAYA GARRIDO

19 de enero de 2020 12:00 AM

Ojalá me hubiera quedado más tiempo, señor reciclador, cuando lo... ¿conocí? Ahora se me hace increíble: ni siquiera sé su nombre y asumo que es un reciclador porque tenía una carreta cargada hasta las ruedas con plástico y cartón, pero sé de la enorme cruz que podría cargar y que -me pareció- usted no sabe que se llama así.

Recuerdo que ya era de noche, bastante como para esperar una buseta en una calle sola, así que decidí caminar unos metros hasta el paradero y sentarme a su lado. Usted volteó.

-Anda, niña, si usted me supo asustar -dijo-.

-¿Dígame? -repliqué-.

-Si usted me supo asustar...

-Anda, miércoles, discúlpeme.

Yo sí lo había visto antes, minutos antes, cuando usted caminaba como quien viene del Centro Histórico y pasa por Pie del Cerro, pero no supe que usted era ese mismo señor hasta que miré su carreta parqueada a pocos metros de nosotros, en la orilla de la carretera. Ha de ser que me concentré en la gaseosa negra que empuñaba con su mano izquierda.

-Yo digo que la gente que se mata es porque, no sé, ¿por qué será? -me dijo.

-¿Ah? -respondí sin escuchar muy bien, mientras trataba de leer el letrero de una buseta.

-Sí, yo he intentado matarme dos veces, ayer fue una de esas... pero ya se me pasó.

Lo miré a los ojos. No supe qué decir.

-Eso, cuando uno está decepcionado como de la vida, eso sí es bien maluco.

¿Qué le digo? ¡Qué le digo! -pensaba yo y justo cuando intenté abrir la boca usted comenzó a contarme dos intentos que es mejor no detallar aquí. “Un día que lo iba a hacer, ya estaba listo y escuché tún, tún, tún... ¡Eche, y quién es a estas horas de la noche! Tún, tún, tún y abrí la puerta. Era alguien que me dijo: ‘Ven, acompáñame a ver una cosa’, y yo me fui. Yo iba caminando, niña, y sentía como un alivio, como una cosa, como un peso que se me iba quitando, y cuando regresé a la casa ya no quise hacer nada’.

“Eso es como un diablo, como un diablo que se le mete a uno. Niña, eso es bien maluco cuando uno se siente decepcionado de la vida siempre, bien maluco”, dijo.

A este punto, tenía el corazón y las palabras tan arrugadas, tan, no sé, tan escondidas en alguna parte, que nunca supe qué decir. Y la buseta llegó. Y usted se levantó. Ambos nos fuimos y ahora yo me pregunto qué debí decir, qué debí hacer.

¿Qué decirle a una persona que está deprimida y que quizá padezca otra patología? ¿Cómo ayudar? ¿Podemos ayudar realmente?

Señor reciclador, conocerlo me ha dejado algunas preguntas y les he pedido a dos expertos que me ayuden a resolverlas y, ojalá, a resolvérselas a todo el lea esta página.

Las respuestas

Diana Gómez es psicóloga clínica y me ha explicado: “Lo primero es dejar claro que depresión no es lo mismo que tristeza. A diferencia de un trastorno depresivo, la tristeza es una emoción que absolutamente todos experimentamos en algún momento y que no necesariamente tiene que ser un problema; mientras que un trastorno depresivo, en los casos más graves, puede llegar a incapacitar o incluso puede terminar en suicidio”.

Respecto a la pregunta qué hacer, para Diana, es importante “escuchar de manera activa, atenta, empática y sin juzgar”. Debí explicarle, señor reciclador, que “la depresión es una enfermedad” y, lo más importante, sugerirle que busque ayuda profesional.

“Mi principal recomendación siempre será promover el tratamiento, asesorarlo para que acceda a la ayuda especializada, ya que es muy probable que esa persona no reconozca los signos y síntomas de la depresión, por lo que puede pensar que lo que siente es ‘normal’.

“Incluso, muy a menudo, las personas sienten vergüenza de su depresión y creen erróneamente que pueden superarla solo con fuerza de voluntad; sin embargo, un cuadro depresivo no mejora sin tratamiento y está claro que puede empeorar”, agrega la psicóloga clínica.

“Expresiones como: ¿Qué puedo hacer por ti?, estoy aquí para lo que necesites y te acompaño a la cita pueden ser muy útiles”, me ha dicho Diana. Me hubiera gustado saberlo antes.

¿Sabe, señor reciclador?, estas noches he estado recordándolo. Ojalá leyera esta página. Ojalá pudiera volverlo a encontrar para, ahora sí, expresarle todo lo que debí decir en aquel paradero.

Qué hacer y qué no

Christian Ayola, por su parte, tiene una vasta experiencia como psiquiatra y me dice qué es lo que debemos hacer y qué no cuando estamos con una persona con síntomas depresivos:

1. Hay que darle importancia a sus quejas o actitudes, porque se trata de una enfermedad real con determinantes biológicos psicológicos y medioambientales.

2. No minimizar, ni negar la realidad de los síntomas.

3. Debemos validar el sufrimiento emocional de la persona con depresión.

4. Darle una atención oportuna, de calidad y, si es posible, especializada.

5. No decirle “pon de tu parte”, es lo peor que se puede hacer frente a un deprimido.

6. No se le debe culpar o responsabilizar que por tal o cual conducta terminó en una depresión, esto no haría sino empeorar los síntomas.

Es importantísimo “tener en cuenta -agrega Ayola- que algunas personas con depresión grave pueden tener ideas suicidas, explícitas o implícitas, estar atento a exclamaciones como: ‘Estarían mejor sin mí’, ‘Quisiera irme lejos’, ‘La vida no tiene sentido’ o cualquier otra que indique que la persona está o ha considerado la intención de no seguir viviendo. En estos casos la depresión es muy grave, y se considera que estamos ante una urgencia vital, tan grave como si fuera un infarto del miocardio.

“La persona no debe trasnochar, tomar energizantes, alcohol, sustancias psicoactivas, café, Coca Cola, té, chocolate...

(...) “Por último, imagine que es usted quien está sintiéndose deprimido, lo que no le agradaría que le hicieran no se lo haga a su familiar o amigo deprimido”.

La depresión es un trastorno mental frecuente. La OMS calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.

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