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Albeiro Marrugo Padilla, el joven científico de Olaya

Caminar grandes distancias se convirtió en una fórmula efectiva de ahorro económico y de aprendizaje para Albeiro Marrugo Padilla, el hijo de un ama de casa abnegada y un maestro de obra dedicado: la señora Ermin Padilla Flórez y el señor Víctor Marrugo Garcés.

Caminando por toda la orla de la zona suroriental, el gran Olaya Herrera y todos sus sectores, conoció palmo a palmo la ciudad marginal que lo circundaba y así forjó criterios insospechados para la mente científica y analítica que hoy posee: la misma que le ha permitido salir adelante, académica, profesional y personalmente. A pie anduvo, de niño, desde su casa en Olaya sector Central, en la Calle Socorro, hasta la escuela de primaria Nuestra Señora del Carmen, S.A.C #4 en la Pedro Romero; y después hasta el colegio departamental en la avenida Pedro de Heredia para cursar el bachillerato.

Su liderazgo es indiscutible al interior de su comunidad: sus vecinos lo respetan y le hacen caso a muchas de sus sugerencias. Se trata de una reputación lograda a punta de dedicación académica, disciplina y perseverancia.

Albeiro supo siempre que las probabilidades de salir adelante en medio de esa escasez, no solo material sino de ideales, son reducidas, “porque algún disparo puede acabar con todo”. Su caso que debería ser la regla, es la excepción.

La base del amor a los libros y al estudio surgió del amor dedicado de su madre, quien no pudo seguir una carrera de pedagoga  en el Colegio Mayor por falta de recursos. Es como si la señora Erwin vertiera todo ese afecto en su hijo mayor y haya cristalizado en un educación tan fuerte como para tener a un científico en casa.

Albeiro es el mayor de cuatro hermanos, tiene dos hermanos de 17 y 15 años y una hermanita de 11. Aspira a que ellos sigan  su camino que considera el más rico, el más próximo a la libertad. “Mi guía inicial fue mi mamá, yo creo que la primera escuela de formación intelectual y de valores es la casa”, expresa.

“Ella formó en mí una disciplina para poder entregar las tareas a tiempo, la cultura de hacer las cosas bien”, agrega.

El modelo a seguir
“Desde la primaria mi sueño era ser docente, siempre entendí que para llegar a ese punto, tenía que ser con los libros”, dice. Fue personero estudiantil y siempre se destacó en la primaria.

De sexto a once grado de bachillerato, hizo parte de los cursos pilotos, el salón con los mejores estudiantes. En octavo conoció el mundo de la química. “Yo quería ser profesor de literatura cuando entré al bachillerato, pero en octavo me arrastró la pasión de los conceptos de la química”, cuenta.

Recuerda a sus primeros profesores de química: “Echavarría, Torreglosa, Pérez Pulgar, yo quería saber como ellos. Empecé a conocer a científicos como Manuel Elkin Patarroyo, y dije que quería hacer de la investigación un camino para el desarrollo”, reflexiona.

De repente habla el científico: “soy  muy crítico de los procesos investigativos que tiene Colombia y el mundo; primero porque la investigación debe estar enfocada en nuevos conocimientos pero para resolver problemas; Cartagena tiene, por resumirlo en tres grandes grupos, una problemática social, una económica y otra ambiental; las universidades locales tienen muchos grupos de investigación, pero esta es esporádica, dispersa, no está enfocada en la solución de problemas”, dice.

“Creo el conocimiento debe extrapolarse a la realidad. Si investigo sobre la drogadicción en mi comunidad y sus efectos en los jóvenes, pero aunque genere muchos datos, si las respuestas no sirven para cambiar la realidad de las personas no estamos haciendo nada”, explica.

Disciplina y ahorro
Cuando terminó el bachillerato se dio de bruces contra una realidad, la misma con la que se topan muchos estudiantes cartageneros: ¿Y ahora qué?. Por falta de recursos, incluso mínimos, los estudiantes no acceden siquiera a los programas de pregrado de la Universidad de Cartagena.

“Terminé en el 2008, me fue muy bien en las pruebas Icfes, pero no tenía dinero para presentarme en química en la Universidad de Cartagena”. Optó por una carrera tecnológica en el Sena denominada ‘Riego, manejo y drenajes de suelos agrícolas’. “Era en realidad una química de suelos”, dice. Mientras estudiaba en el Sena el investigador no se durmió. “Me empapé de todo lo que necesitaba para pasar en la universidad”.

“Cuando fui por el programa de química pura, no estaba abierto sino química y farmacia así que la vida me puso ahí. Me estaba yendo bien en el Sena por mi promedio, y me becaron como monitor, con medio salario mínimo”, cuenta.

“Pero yo quería pasar en la UdeC, entonces empecé a ahorrar; me iba a pie desde mi casa en Olaya hasta el Sena de Ternera todos los días, ida y vuelta; así conseguí reunir para la inscripción, que costaba 100 mil pesos”.

“Con ese plan de ahorros reuní dinero, un amigo de 63 años compañero de estudios,  Amaury Quintana, me ayudaba también”, relata.

La senda hacia un doctorado
Pasó en el puesto 20 entre unos 300 estudiantes en química farmacéutica. Allí se produce lo que considera la mejor de las cosas académicas. Conoce a la investigadora Lucía Álvarez. “Por error entré a una clase de tutoría integral de la profesora Luci; me habló de su grupo multidisciplinario de investigación, ‘Buen Ciudadano’ y yo integré ese grupo”.

Desde entonces Lucía Álvarez ha sido una de sus dos guías en la universidad. “Yo estudiaba gratis porque me mantenía en primer lugar, pero la profesora Luci me daba esa plata que costaba el semestre de su bolsillo para mis gastos personales, como un pacto para que yo siempre fuera el primero”.

Lucía quería siempre que Albeiro fuera el doctor más joven de Colombia. Vinieron la aspiración a dos maestrías en universidades pagas pero no pudo por falta de recursos. Estas instituciones se lo perdieron porque Albeiro se presentó y pasó en el tercer lugar en el doctorado de Toxicología Ambiental el cual ya esta cursando de la UdeC Y no es el más joven pero si de los doctores más jóvenes que tendrá Colombia en dos años. Tuvo su primer empleo en la facultad de Medicina de la misma universidad en investigaciones. Gracias al apoyo de otra investigadora, Erica Rodríguez, Albeiro se ganó una beca, de la cual obtiene apoyo económico como joven investigador en Colciencias en el grupo de investigación en “química analítica y biomedicina”. Hoy es uno de los científicos  que sabe todo lo que hay que saber para reorientar el medio ambiente de Cartagena. “El 50% de mis compañeritos de primaria no viven, por ser cabecillas de pandillas entre otros problemas, estos son ambientes críticos de pobreza, de misera, pero en mi caso la convicción, la perseverancia y la pasión me guían en mi proceso que apenas empieza”, les aconseja a los jóvenes.

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