Facetas


Alex Rocha: el guía de la ciudad no amurallada

JOHANA CORRALES

14 de abril de 2013 12:01 AM

Alex Rocha sería un guía turístico más si no fuera porque tiene la osadía de darle un singular tour, por los sectores más pobres de la ciudad, a los extranjeros.Luego de enamorarlos con la belleza y el romanticismo que envuelve a la Ciudad Amurallada, les presenta otra faceta, menos comercial y agradable a los ojos, La Perimetral.
Ahí tiene una fundación con su nombre, en la cual enseña inglés a niños, jóvenes y adultos vulnerables de esa zona.
Son muchos los visitantes que han conocido esa otra cara de Cartagena. Según él, más que decepcionados con el panorama que observan, los extranjeros se muestran muy conmovidos e interesados en ayudar con la causa.
Algunos han donado dinero; otros, objetos personales y hay hasta a quienes se les ha ocurrido llevar zapatos deportivos para los niños.
Sin embargo, los esfuerzos parecen en vano: aunque Alex quiera hacer más actividades con los pequeños, no cuenta con los recursos.
Los únicos ingresos fijos que recibe la fundación son su propio sueldo y, algunas veces, las propinas que se hace trabajando en los cruceros.
Poco a poco ha ido acondicionando el lugar: ya tiene una computadora, sillas de plástico, un abanico y un  acondicionador de aire, que sólo se enciende en ocasiones especiales.
“Ha sido muy duro sacar este proyecto adelante con los pocos recursos con los que cuento. Hay personas que nos quieren apoyar, pero no tenemos cómo brindarles un transporte o un almuerzo. Eso nos restringe también”.
También tocó fondo
Todos estos sacrificios tienen un origen meramente personal, pues hace unos años él era como esos muchachos que hoy están tratando de superarse.     
Padeció en carne propia los problemas que acarrea el vivir en un ambiente hostil como ese y rodeado de tantas problemáticas sociales.
“En mi adolescencia, recuerdo, que mis modelos a seguir eran los pandilleros, la gente que robaba y que fumaba marihuana. Estuve metido en eso, hasta que una amiga me enfocó mucho, me habló de Dios y mi vida cambió”, expresa.
Fueron, en sus palabras, 4 años de su vida perdidos, en los que no hacía absolutamente nada diferente a caminar de La María a La Perimetral para causar problemas.
Luego de haber conocido de Dios, y con la orientación de esa amiga, pudo estudiar inglés y logró dominarlo hasta terminar dictando clases en el Instituto Colombo Americano y, posteriormente, vivir de las ganancias que le dejaba el turismo.
De modo que con el ánimo de retribuir la buena pasada que le había jugado Dios y la vida, tomó la decisión de poner la Fundación y evitar que más personas, en especial niños, tocaran fondo como él.
Hoy, a sus 43 años, tiene esposa y seis hijos, los cuales están vinculados de tiempo completo con el proyecto, en gran medida porque saben lo que significa para Alex.
“Más que enseñarles inglés, que puede abrirle las puertas, lo que tratamos es de formar a los niños en valores morales y espirituales”.
Los niños lo adoran. No entienden cómo una persona diferente a su núcleo familiar se interesa en brindarles ayuda sin llegar a la violencia cuando las cosas se salen de control.
Este es el caso de Gabriela Gómez, una pequeña de sólo 12 años, quien asiste a la fundación desde el momento que la crearon.
“Me gusta venir, porque me divierto. Nos llevan a pasear. Alex es muy bueno, no es grosero con nosotras, nos da consejos, no le gusta que digamos malas palabras y no nos pega. Es más, nos habla con cariño”, expresa Gabriela.
Pero no sólo son positivas las historias de los niños que llegan. La gran mayoría  sufre violencia, abusos y desamor en sus hogares.
Uno de los estudiantes de Alex a sus 10 años ya ha recibido dos puñaladas. Lo peor de todo es que el pequeño le confesó que así como las ha recibido él también las ha propinado.
Una vez Alex escuchó al pequeño cómo amenazaba con apuñalar a uno de los vecinos de ese sector.
Pero sin lugar a dudas, uno de los casos que más lo conmovió tiene que ver con una niña que le contó que era víctima de violencia por parte de sus padres, además de ser abusada por un tío.
Historias como éstas son las que no le permiten a Alex dejar de invertir tiempo y dinero en la fundación. 
Intenta trabajar de 9 de la mañana hasta 1 o 2 de la tarde. El resto del día se dedica a atender al personal que llega. Lo peor que le puede suceder es que le programen trabajo en la tarde.
“Esto se ha convertido en mi vida. Cuando me llaman en las tardes, que a veces hacen tours, no quiero ir, porque prefiero dedicarme totalmente a esto”.
Pero no todo son clases de inglés. Como buen guía turístico que es, de vez en cuando lleva a los niños a los mismos sitios emblemáticos que recorre con los turistas en la mañana.
Se sorprende al saber que varios de sus estudiantes nunca habían salido de ese entorno. Afirma que la emoción de recordar los rostros de sus pequeños al ver la playa o las murallas, no tiene precio.
Su sueño es lograr tener el centro abierto las 24 horas del día y en las mejores condiciones.
“Lo mejor que me podría pasar sería tener esto abierto todo el día, pero, por razones obvias, no puedo. Quiero que los niños tengan un lugar donde puedan hacer sus tareas, hacerle un seguimiento a sus clases, que se gradúen y salgan adelante”, concluye.

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