Bobby Ruiz no deja de cantar. Su música vuelve a resonar con el brillo de 1963 en la histórica interpretación de la cumbia La pollera colorá, de Juan Madera y Wilson Choperena, en la dirección de Lucho Bermúdez y su orquesta. Cada vez que veo esa grabación, siento que aquello fue un instante iluminado en las voces de Matilde Díaz y Bobby Ruiz, y el clarinete de Lucho Bermúdez con la trompeta magistral de Miguelito Ospino Sierra.
Dos musicólogos del Caribe, como Rafael Bassi y Enrique Muñoz, coinciden en señalar que lo que estaba sonando en aquel momento, no era tan solo la cumbia célebre del país que le ha dado la vuelta al mundo, sino la improvisación excelsa en los territorios del jazz en el Caribe colombiano. Bobby canta y Matilde canta y baila a la vez. Los dos bailaban al ritmo de la cumbia que se abre como una pollera infinita de matices y melodías. Y el diálogo de la trompeta y el clarinete llegan a alturas sublimes, en las páginas doradas de nuestra historia sonora. Por algo la trompeta de Miguelito Ospino, el autor de "La pigua”, estuvo diecisiete años en la orquesta de Lucho Bermúdez.
Cuentan que cuando Lucho Bermúdez escuchó por primera vez "La pollera colorá", le pidió a Juan Madera que le permitiera darle una pincelada como arreglista para que la pollera resplandeciera, e iluminara el camino de nuestra música en el mundo.
Todo lo anterior para recordar a Bobby Ruiz, que acaba de partir el 4 de noviembre de 2017, en Atlanta, Estados Unidos, a la edad de 91 años. Siempre creí que había nacido en Cartagena, porque llevaba la memoria de la ciudad en su corazón, no solo por los lazos profundos con la ciudad en donde había sembrado afectos y amores, sino donde la música había sembrado en él, historias personales. En el Caribe dicen que uno no es de donde nace sino donde pierde la virginidad. Bobby se creía de Cartagena, pese a haber nacido en un pueblo de la Costa Pacífica, en cercanías al Chocó, como lo comprobó el insigne historiador musical José Portaccio, biógrafo de Lucho Bermúdez y de Matilde Díaz. Al morir, las nuevas generaciones se preguntaban quién era Bobby Ruiz, y no lo identificaban con su nombre de pila, Rafael Enrique Ruiz Romero. Fue un cantante de esencia Caribe, que nació el 6 de julio de 1926, y al que el mundo sonoro lo reconoció siempre como el gran Bobby Ruiz, quien fuera una de las voces estelares de la orquesta de Lucho Bermúdez, junto a Matilde Díaz.
Bobby Ruiz tuvo una intensa vida musical. Fue una de las voces sagradas de la Orquesta de Emisoras Fuentes, de la Orquesta Rumba Habana, de Cuba, de la Orquesta de Lucho Bermúdez, de la Orquesta de Pacho Galán, de la Sonora Cabecenido, la Sonora Dinamita, entre otras. Llevó la música colombiana a Estados Unidos, Canadá, Islas Holandesas y Europa. Cuando Matilde se fue de la orquesta, Bobby tuvo un papel protagónico en la orquesta, mientras Lucho Bermúdez encontraba la voz femenina. Bobby es la voz inolvidable y magistral que acompañó a Matilde en la interpretación de "La pollera colorá", en 1963.
Es la voz eterna que resonó desde la década del cincuenta y sesenta en el Salón Tequendama, y luego, en Medellín, en la Voz de Antioquia y en La Hora Coltejer, en el Club Campestre, y otra vez en Bogotá en el Salón Rojo del Tequendama y Club Candilejas. Es la voz de canciones como "Gaita de las flores", "El marañón", "El pájaro macuá", "Los primos Sánchez", "El pitirre", "María tumbasón", entre otras. Es la voz de canciones de la Orquesta de Pacho Galán, la Orquesta de Edmundo Arias como "Perdóname vida", "Nada ni nadie", "Qué dichoso es", "Pedacito de cariño", entre otras.
Su hermano Félix recuerda su voz en canciones como "El mecánico", "Las sombras", "Viento verde", entre otras. En Los Ángeles, integró la Orquesta Los Internacionales y grabó varios álbumes.
En Estados Unidos, los colombianos le pedían siempre "Colombia, tierra querida", de Lucho Bermúdez. Hace apenas una semana estuvo en un crucero por Bahamas. Hasta hace pocos años seguía animando fiestas, encuentros familiares y de amigos. Le sobrevive su esposa Diosa Ardila y su hija Clara. Su voz es patrimonio sonoro de la música colombiana.
José Portaccio recuerda
En un encuentro revelador, José Portaccio cuenta que al encontrarese con Bobby Ruiz, , volvió a escuchar junto al cantante su primera grabación “El clarinete de Simón” , deslumbrado por la pasión de este coleccionista que conservaba esa grabación con más de medio siglo.
“Ese día me contó que su nombre verdadero no era Bobby sino Rafael Enrique Ruiz Romero”, precisa Portaccio, bajo el impacto de la muerte de Bobby, en un mensaje al musicólogo Sergio Santana. “Sin embargo, cuando nació lo empezaron a llamarlo Raúl y toda la vida. Y un locutor que él no recuerda, fue el que lo bautizó como Bobby Ruiz. Me mostró su cédula y ahí decía exactamente Rafael Enrique. De esa tertulia guardo unos 3 cassettes en donde grabé toda la improvisada tertulia que esa tarde disfrutamos. Estuvimos departiendo también con su esposa Dioselina. Después me invitó al festejo de su cumpleaños a principios de diciembre, donde cantó con el trío invitado a la reunión. También conservo esa grabación”. En su libro “Carmen tierra mía Lucho Bermúdez”, Portaccio le consagra un homenaje a Bobby Ruiz.
La última vez que lo vio fue en enero de 2006 en Cartagena, en donde sufrió una afección cardíaca y fue hospitalizado. Vivió en Cartagena en un apartamento en Bocagrande. “Allí pasamos una tarde deliciosa con Bobby Ruiz cantando con Rosni. Todo eso quedó grabado en un video que hoy conservo”, puntualiza Portaccio.
Su legado
Bobby pidió que al morir su cuerpo fuera cremado. Hasta el último momento lucía con gran sentido del humor. Su viaje en un crucero a Bahamas, junto a su esposa, lo reconcilió otra vez con el misterio gozoso del infinito entre las olas. Era un espíritu fiestero y feliz. Su voz sigue allí entre incontables canciones que pusieron a bailar a más de cuatro generaciones de colombianos. Siempre tenía una canción a flor de labios.
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